Érase una vez, la BBC, la célebre televisión británica, que allá por los setenta, estuvo a punto de emitir un programa televisivo especial llamado "Brimstone and Treacle". La cosa no llegó a emitirse, ya que uno de los censores televisivos llegó a prohibir la emisión, casi en el último momento, por considerarla una historia moralmente deleznable. Su autor, Dennis Potter (un autor a seguir) se llevó el guión a teatro, y en 1982, al cine.
Si bien la versión televisiva de la BBC (que acabó emitiéndose en los 80) no he podido verla, si que he podido ver la cinematográfica, que es realmente, algo sobrecogedor. Y es que, esta es una historia sin monstruos, sin criaturas asesinas, sin vampiros, hombres lobo, zombies, sectarios asesinos o psychokillers... porque no los necesita. El ambiente sobrenatural malsano lo cubre todo y no hace falta ver algo horrible para sentir un escalofrío.
Aquí tenemos a los Bates, un matrimonio británico (él es Denholm Elliot, que ya había hecho el mismo papel en la versión setentera) completamente destruido desde que un accidente dejase a la hija en un coma aparentemente irreversible. Ambos son católicos (el padre se gana la vida con ello, escribiendo salmos y refranos religiosos, cosas así) pero mientras que él ha perdido completamente la fe, la mujer es una fanática religiosa que reza día y noche porque llegue una ayuda, un milagro divino.
Y vaya si llega... aunque no es lo que ella se esperaría
Aparece en su vida un extraño jovencillo afirmando ser el novio de su hija, un Satán polifacético pero que, detrás de una fachada de chico católico, atento, amable educado, servicial y respetuoso, esconde a un cabrón cruel y despiadado como pocos... o quizás no.
El Diablo (en ningún momento en toda la película se le llama así) se las arregla para acabar "invitado" en la casa de los Bates, donde poco a poco va minando aún más al matrimonio, sobre todo a través de la esposa, a la que pronto se mete en el bolsillo, mientras que el marido sospecha, aún sin saber que sospecha, que todo el asunto de la llegada del joven Martin Taylor es algo muy raro, raro, raro.
El muchacho pronto se hace indispensable para la esposa, que puede salir a la peluquería y a comprar confiando en que su nuevo amigo cuida de su hija, y por lo tanto todo está bien, sin saber que está dejando solo en su casa con su hija al mismísimo Mal, que no tardará en corromperlo todo... aunque al final, ¿no está, realmente, salvándolo todo?
Y es que es una de las cosas más fascinantes de todo el guión, porque el diablo no deja de ser,
como el mismo manifiesta, un angel caído, o sea, una criatura de Dios materialmente, aunque moralmente se haya separado de él. Y todo lo que está pasando, ¿no es realmente obra de Dios, ese milagro caído del cielo que la madre esperaba y por el que rezaba? ¿No puede el Bien salir inesperadamente del Mal, y viceversa?
Toda la película es un jodido estudio maravilloso sobre la desintegración familiar, personal y religiosa, sobre todo en ese padre estupendamente interpretado por Denholm Elliott, que ni siquiera puede descansar porque se sabe culpable del estado de su hija (hasta aquí puedo leer) y de todos los otros pecados que ha cometido. En realidad, la situación matrimonial que atraviesan no es fruto del dolor por la pérdida de la hija, sino de las acciones del padre (y tal vez, algo de la ceguera religiosa de la madre) que ahora no lo dejan descansar y afrontar las cosas que le han ido pasando. Irónicamente, ese Demonio que viene trayendo el caos (las discusiones entre el matrimonio cada vez más subidas de tono, sus abusos hacia la hija, o esa estupenda escena onírica en la que Denholm Elliott sueña con Taylor destruyendo/corrompiendo la habitación de su hija) en realidad, acaba trayendo el orden, aunque sea con sufrimiento de por medio, y todo parece indicar que si hay un Dios por ahí, aunque sus caminos sean inescrutables, retorcidos, y en ocasiones, bastante hijoputas.
Yo voy a intentar conseguir la versión setentera, pero animo a cualquiera a buscarse esta versión y verla, porque no tiene desperdicio. Eso si, sabiendo de antemano que no es una historia que dependa de cosas truculentas, con efectos especiales cero, todo muy teatral, en torno a la atmósfera y los personajes, al servicio de un Sting espléndido como Diablillo hipócrita y burlón que se atreve incluso a hacer toda una parodia de la oración cristiana. En cuanto a la influencia que este trabajo haya podido tener, creo que es incalculable. Sin ir más lejos, todos esos telefilms sobre familias desestructuradas a las que llega algún extraño, aparentemente para bien, pero que resultará ser un perturbado/a que los pondrá a todos en peligro, está directamente extraído de aquí.
A todo esto, ¿algún alma caritativa (Sorel¿?) sabe quien demonios son Brimstone y Treacle? Por curiosidad, mas que nada
Si bien la versión televisiva de la BBC (que acabó emitiéndose en los 80) no he podido verla, si que he podido ver la cinematográfica, que es realmente, algo sobrecogedor. Y es que, esta es una historia sin monstruos, sin criaturas asesinas, sin vampiros, hombres lobo, zombies, sectarios asesinos o psychokillers... porque no los necesita. El ambiente sobrenatural malsano lo cubre todo y no hace falta ver algo horrible para sentir un escalofrío.
Aquí tenemos a los Bates, un matrimonio británico (él es Denholm Elliot, que ya había hecho el mismo papel en la versión setentera) completamente destruido desde que un accidente dejase a la hija en un coma aparentemente irreversible. Ambos son católicos (el padre se gana la vida con ello, escribiendo salmos y refranos religiosos, cosas así) pero mientras que él ha perdido completamente la fe, la mujer es una fanática religiosa que reza día y noche porque llegue una ayuda, un milagro divino.
Y vaya si llega... aunque no es lo que ella se esperaría


El Diablo (en ningún momento en toda la película se le llama así) se las arregla para acabar "invitado" en la casa de los Bates, donde poco a poco va minando aún más al matrimonio, sobre todo a través de la esposa, a la que pronto se mete en el bolsillo, mientras que el marido sospecha, aún sin saber que sospecha, que todo el asunto de la llegada del joven Martin Taylor es algo muy raro, raro, raro.
El muchacho pronto se hace indispensable para la esposa, que puede salir a la peluquería y a comprar confiando en que su nuevo amigo cuida de su hija, y por lo tanto todo está bien, sin saber que está dejando solo en su casa con su hija al mismísimo Mal, que no tardará en corromperlo todo... aunque al final, ¿no está, realmente, salvándolo todo?
Y es que es una de las cosas más fascinantes de todo el guión, porque el diablo no deja de ser,
como el mismo manifiesta, un angel caído, o sea, una criatura de Dios materialmente, aunque moralmente se haya separado de él. Y todo lo que está pasando, ¿no es realmente obra de Dios, ese milagro caído del cielo que la madre esperaba y por el que rezaba? ¿No puede el Bien salir inesperadamente del Mal, y viceversa?
Toda la película es un jodido estudio maravilloso sobre la desintegración familiar, personal y religiosa, sobre todo en ese padre estupendamente interpretado por Denholm Elliott, que ni siquiera puede descansar porque se sabe culpable del estado de su hija (hasta aquí puedo leer) y de todos los otros pecados que ha cometido. En realidad, la situación matrimonial que atraviesan no es fruto del dolor por la pérdida de la hija, sino de las acciones del padre (y tal vez, algo de la ceguera religiosa de la madre) que ahora no lo dejan descansar y afrontar las cosas que le han ido pasando. Irónicamente, ese Demonio que viene trayendo el caos (las discusiones entre el matrimonio cada vez más subidas de tono, sus abusos hacia la hija, o esa estupenda escena onírica en la que Denholm Elliott sueña con Taylor destruyendo/corrompiendo la habitación de su hija) en realidad, acaba trayendo el orden, aunque sea con sufrimiento de por medio, y todo parece indicar que si hay un Dios por ahí, aunque sus caminos sean inescrutables, retorcidos, y en ocasiones, bastante hijoputas.
Yo voy a intentar conseguir la versión setentera, pero animo a cualquiera a buscarse esta versión y verla, porque no tiene desperdicio. Eso si, sabiendo de antemano que no es una historia que dependa de cosas truculentas, con efectos especiales cero, todo muy teatral, en torno a la atmósfera y los personajes, al servicio de un Sting espléndido como Diablillo hipócrita y burlón que se atreve incluso a hacer toda una parodia de la oración cristiana. En cuanto a la influencia que este trabajo haya podido tener, creo que es incalculable. Sin ir más lejos, todos esos telefilms sobre familias desestructuradas a las que llega algún extraño, aparentemente para bien, pero que resultará ser un perturbado/a que los pondrá a todos en peligro, está directamente extraído de aquí.
A todo esto, ¿algún alma caritativa (Sorel¿?) sabe quien demonios son Brimstone y Treacle? Por curiosidad, mas que nada

