Es curioso cómo funciona la memoria: vi el primer episodio de Melrose Place en su primera emisión en Tele5 siendo un crío. La vi con mi tía, y a pesar de que nunca me he puesto a verla como estoy haciendo ahora, ni había vuelto a ver nunca ese episodio piloto, recordaba perfectamente la conversación / discusión entre Billy y Allison sobre compartir sus cosas, concretamente recordaba el dilema de que pasaría si a Billy le apetecía comerse la mantequilla de Allison. 30 años después recordaba a la perfección ese diálogo, lo he vuelto a ver estos días, y tal cual, palabra por palabra, ahí estaba 
Nunca he sido de seguir culebrones. Nunca seguí Melrose Place, aunque sus anuncios eran frecuentes en la Tele5 noventera, y a veces veía alguna escena zapeando. Incluso el taquillazo televisivo de Sensación de vivir me aburrió rápidamente y no vi nada más allá de la segunda temporada. Creo, de hecho, que aún tengo 2 capítulos grabados en vídeo de Tele5 por ahí, en alguna parte.
El caso es que aquí tenemos un culebrón pretendidamente moderno, sofisticado, de gente joven y guapa que comparte residencia en un complejo de apartamentos (con piscina y barbacoa, como está mandado) y sus historias vitales de jóvenes noventeros en un mundo que era todavía de abundancia y despreocupación, un mundo pre-11S y crisis de 2008.
Y me he puesto a verla entera, desde el primer episodio, voy por el cuarto. No me planteo comentarlos todos uno por uno, como he hecho a veces. Ni de coña. Son 30 y pico episodios por temporada, a 7 temporadas en total, y, seamos sinceros, no todos son buenos. Ni siquiera soportables. Así que iré haciendo comentarios si me surge algo interesante que comentar, y quizá, un comentario más extenso al final de cada temporada.
De momento, la serie trata sobre unos personajes encantadores, excelentes, unos vecinos jóvenes, guapos y casi-casi modélicos, con sus típicos problemas de telecomedia del primer mundo. Queda lejos ese Melrose Place que (no nos engañemos) es el que enganchó a la gente cual primera dosis de heroína, donde esta a priori idílica urbanización era un nido de hijos de puta psicópatas, que vivían para joderse (metafórica y literalmente) putearse e incluso matarse entre sí. Gente que mentía, estafaba, traicionaba, robaba y mataba hasta a su puta madre. Por lo visto, la primera temporada fue un fracaso que a punto estuvo de llevar a pique la serie en audiencias y en futuro, al final su creador, Darren Star, tuvo que admitir que a nadie le interesaba una mierda las historias urbanitas de corderitos mansos y angelicales muchachas, que queríamos ver zorras y cabrones en acción.
Y nos lo dieron.
De momento, todos son buena gente. Quizá destaca un poco la camarera buenorra, Sandy (interpretada por Amy Locane) que parece ser la que dice las verdades del barquero y puede ser un poco hija de puta (sobre todo con Jake, ya se sabe, los amores más queridos...) pero todos son gente maja. Dice en el 1x02 Matt, el personaje de Doug Savant, que son todos como una gran familia. Ya. Los chicos y chicas de Mirador de Montepinar son meros aprendices al lado de estos cabronazos.
El infierno son los otros... vecinos de la urbanización, claro
De momento tenemos a Billy y a Allison, que comparten piso por necesidades económicas y son la clásica pareja descompensada, condenada a enamorarse y liarse (él es un tío impulsivo y caótico, ella, lineal y ordenada), al matrimonio Mancini, Jane y Michael, con sus problemillas y dudas de recién casados. pero muy enamorados (o eso parece) a Jake, el tío bueno, individualista y solitario que nunca se casa con nadie, Matt, que es el homosexual de la comunidad, primer personaje abiertamente gay de la tele, según creo, a Rhonda, una profesora de aerobic cañera de la que no me acordaba, y a Sandy, la camarera con ojos tristes y culo inolvidable. Todos con sus problemas. Desempleo, roces conyugales, ligues de una noche, acoso sexual, problemas de pasta, cañerías estropeadas, barbacoas en la piscina, peleas y fianzas para sacar a la gente de la cárcel, ligues con menores de edad... ¡si solo llevamos cuatro capítulos! ¿Como ha dado tiempo a tanto?
En estos primeros episodios tenemos un arco en el que Kelly, de Sensación de vivir, estaba enamorada de Jake y le seguía hasta Melrose Place para intentar trincarse al motorista, y se traía de carabinas a Donna, David y Steve, que pululan por ahí en los primeros episodios (solo faltaba Andrea para que estuvieran todos los segundones del momento en el spin off, y porque a esas alturas, Scott ya había muerto).
Ya iré comentando, si aguanto. La primera temporada tiene tanto caramelo y azúcar glass que no puedo prometer que no usaré el flash foward de vez en cuando, al menos hasta el primer intento de asesinato, o algo.

Nunca he sido de seguir culebrones. Nunca seguí Melrose Place, aunque sus anuncios eran frecuentes en la Tele5 noventera, y a veces veía alguna escena zapeando. Incluso el taquillazo televisivo de Sensación de vivir me aburrió rápidamente y no vi nada más allá de la segunda temporada. Creo, de hecho, que aún tengo 2 capítulos grabados en vídeo de Tele5 por ahí, en alguna parte.

El caso es que aquí tenemos un culebrón pretendidamente moderno, sofisticado, de gente joven y guapa que comparte residencia en un complejo de apartamentos (con piscina y barbacoa, como está mandado) y sus historias vitales de jóvenes noventeros en un mundo que era todavía de abundancia y despreocupación, un mundo pre-11S y crisis de 2008.
Y me he puesto a verla entera, desde el primer episodio, voy por el cuarto. No me planteo comentarlos todos uno por uno, como he hecho a veces. Ni de coña. Son 30 y pico episodios por temporada, a 7 temporadas en total, y, seamos sinceros, no todos son buenos. Ni siquiera soportables. Así que iré haciendo comentarios si me surge algo interesante que comentar, y quizá, un comentario más extenso al final de cada temporada.
De momento, la serie trata sobre unos personajes encantadores, excelentes, unos vecinos jóvenes, guapos y casi-casi modélicos, con sus típicos problemas de telecomedia del primer mundo. Queda lejos ese Melrose Place que (no nos engañemos) es el que enganchó a la gente cual primera dosis de heroína, donde esta a priori idílica urbanización era un nido de hijos de puta psicópatas, que vivían para joderse (metafórica y literalmente) putearse e incluso matarse entre sí. Gente que mentía, estafaba, traicionaba, robaba y mataba hasta a su puta madre. Por lo visto, la primera temporada fue un fracaso que a punto estuvo de llevar a pique la serie en audiencias y en futuro, al final su creador, Darren Star, tuvo que admitir que a nadie le interesaba una mierda las historias urbanitas de corderitos mansos y angelicales muchachas, que queríamos ver zorras y cabrones en acción.
Y nos lo dieron.
De momento, todos son buena gente. Quizá destaca un poco la camarera buenorra, Sandy (interpretada por Amy Locane) que parece ser la que dice las verdades del barquero y puede ser un poco hija de puta (sobre todo con Jake, ya se sabe, los amores más queridos...) pero todos son gente maja. Dice en el 1x02 Matt, el personaje de Doug Savant, que son todos como una gran familia. Ya. Los chicos y chicas de Mirador de Montepinar son meros aprendices al lado de estos cabronazos.

El infierno son los otros... vecinos de la urbanización, claro
De momento tenemos a Billy y a Allison, que comparten piso por necesidades económicas y son la clásica pareja descompensada, condenada a enamorarse y liarse (él es un tío impulsivo y caótico, ella, lineal y ordenada), al matrimonio Mancini, Jane y Michael, con sus problemillas y dudas de recién casados. pero muy enamorados (o eso parece) a Jake, el tío bueno, individualista y solitario que nunca se casa con nadie, Matt, que es el homosexual de la comunidad, primer personaje abiertamente gay de la tele, según creo, a Rhonda, una profesora de aerobic cañera de la que no me acordaba, y a Sandy, la camarera con ojos tristes y culo inolvidable. Todos con sus problemas. Desempleo, roces conyugales, ligues de una noche, acoso sexual, problemas de pasta, cañerías estropeadas, barbacoas en la piscina, peleas y fianzas para sacar a la gente de la cárcel, ligues con menores de edad... ¡si solo llevamos cuatro capítulos! ¿Como ha dado tiempo a tanto?
En estos primeros episodios tenemos un arco en el que Kelly, de Sensación de vivir, estaba enamorada de Jake y le seguía hasta Melrose Place para intentar trincarse al motorista, y se traía de carabinas a Donna, David y Steve, que pululan por ahí en los primeros episodios (solo faltaba Andrea para que estuvieran todos los segundones del momento en el spin off, y porque a esas alturas, Scott ya había muerto).
Ya iré comentando, si aguanto. La primera temporada tiene tanto caramelo y azúcar glass que no puedo prometer que no usaré el flash foward de vez en cuando, al menos hasta el primer intento de asesinato, o algo.