Armonías de Werckmeister
El húngalo Béla Tarr viene a ser un escritor, un filósofo, que escribe, que filosofa, pero lo hace a través de la cámara de cine. Cineasta heterodoxo, insobornable, apreciado por un público selecto, rechazado por quienes no encuentran en su cine más que un tedio infinito y una deprimente divagación existencial. “Armonías de Werckmeister” es una película cautivadora por momentos, exigente con el espectador, obligado a olvidarse por un momento de expectativas y de terrenos conocidos. Parábola política, poética y metafísica, historia sobre un pequeño pueblo que recibe la visita de un espectáculo intinerante, cuya principal atracción (nada menos que la ballena más grande del mundo) trae el caos más absoluto al lugar...
Digo que estamos ante una película exigente, y por partida doble. A lo críptico, extraño, e incluso absurdo del argumento se le suma una puesta en escena formada únicamente por largos planos-secuencia, meticulosamente planificados, desplazándose pausadamente la cámara mientras la escena se alarga y se alarga hasta la exasperación. El talento visual de Tarr y la belleza/fealdad con que plasma un universo en estado de ruina es indiscutible, otra cosa es que narrativamente la experiencia no tenga nada que ver con lo que uno acostumbra. La estética en riguroso blanco y negro, la ambientacion atemporal como de realismo mágico, y cómo no, el férreo tratamiento del espacio y del tiempo (“esculpiéndolo”, como Tarkovski), lo conducen todo a la abstracción.
Por no hablar de la melancólica y minimalista banda sonora de Mihaly Vig, muy bien empleada en contraste con el silencio y los sonidos ambientales.
Una propuesta de interpretación, atendiendo a cada personaje.
-Valuska: El tonto del pueblo, ingenuo, inadaptado, protagonista por cuyos ojos somos testigos. Ignorancia “positiva”, desconoce la realidad humana, pero conoce la realidad cósmica. Afinidad especial hacia los prodigios de la naturaleza (hermosísima secuencia introductoria, póster que tiene en su habitación), los acepta fácilmente. Su historia es la de un viaje de aprendizaje doloroso, que destruye su cordura y su inocencia sin remedio.
-El musicólogo: Un intelectual, vive apartado del mundo, incomunicado, con la única y bondadosa asistencia de Valuska, diferente a los demás. Su teoría; el hombre destruye y falsea lo que toca, hay que regresar a los orígenes de la música, cuando todo era puro, teórico, perfecto, la música actual ha derivado en una ficción, asentada en premisas falsas. Chantajeado, convertido en colaboracionista, todo lo contrario a su pretensión.
-La mujer encarnada por Hanna Schygulla: Representante de las fuerzas del orden, ejército, represión, reacción. Es lo contrario al caos irracional de la población. Con el musicólogo mantiene una relación hostil y un pasado común, posible origen del desengaño que sufre él. Representa al poder establecido que requiere a la intelectualidad para ganar terreno en momentos de crisis. Personaje muy negativo, se sale con la suya, la conclusión es desoladora.
-El “príncipe”: Individuo enigmático, extranjero, exalta a la multitud con un discurso que no conocemos, cautiva a las masas y desata los impulsos más salvajes del hombre como colectividad, les convierte en una muchedumbre de autómatas, movidos por una violencia absurda, ciega, que únicamente se detiene cuando toman conciencia de sí mismos y su flaqueza, el viejo del hospital. También parece salirse con la suya, cargándose cualquier atisbo de armonía.
-La ballena: Personaje inanimado pero tan importante como los otros. La irrupción de lo extraordinario en una comunidad cerrada, que suscita reacciones muy diferentes; desde el misterio insondable de la creación que inspira en Valuska, a la curiosidad intelectual que despierta en el musicólogo, y desde luego, la mezcla de temores y de toma de conciencia política en una población adormecida. Muy triste su final, destruida y olvidada por todos.