El cine de JOHN HUSTON

¡Si lo digo con envidia eh! Era por pinchar.

me pongo sin problemas con "juro que había leído ...", "patorras", "mi padre", ... y todos tan contentos.

Lo haces y os abandono de nuevo, aviso.

Si a mí me gusta pegar cuatro palabras de algo que me ha fascinado, aunque solo sea por agradecer a quién ya la ha recomendado antes.

En general, creo que hay bastante facilidad en despachar a directores con 4, 5 ó 10 títulos (Walsh es muy paradigmático, tiene 30 películas -y las que por desgracia no podré ver- tan cojonudas como las 5 que siempre se nombran) y pocas ganas en general de estudiar la obra entera, en parte es normal, hay tanto por ver que lo normal es centrarse en las más famosas/recomendadas, pero hagamos el esfuerzo de irnos a dentro de 50 años (si es que queda vida), imaginaos una lista de 7, 8, 10 películas por año como las destacadas de estos últimos 20 años, serán las que se habrán repetido/proyectado más durante todo este tiempo ... pero ... ¿y las maravillas que se habrán dejado? Incluso películas que ahora mismo desconocemos a lo mejor por un pepinazo de su director en el futuro se descubrirán mucho más adelante.
 
La reina de África

Hepburn y Bogart, ambos unos perdedores, inadaptados incluso (un tema que parece recurrente en Huston). La sensación de fracaso está muy presente al inicio; el viaje por río que se ven obligados a emprender, enfrentados a una situación crítica (nada menos que a los ecos del estallido de la gran guerra en el continente africano) no tardará en convertirse en la odisea de sus vidas y en una posibilidad de redención. El típico contraste entre mujer estirada y hombre de mundo tiene mucho de farsa, pues la desbordante naturaleza, a parte de poner al límite sus capacidades, sirve para hacer caer cualquier máscara social impuesta (o autoimpuesta). Sorprendentemente igualitaria como película, el habitual tipo duro de Humphrey viene a ser un pasota que oculta sus inseguridades, con una relación de amor-odio con la botella (más capaz de definir a un personaje ésto que cualquier otro detalle)… pero ella sí que es de armas tomar (otra actriz con perfil siempre muy concreto), hasta el punto de pasar de catequista solterona a aprendiz de Pérez-Reverte en menos de un segundo.

En el fondo es todo muy ingenuo, un romance entre seres puros que encuentran en el otro aquello que les falta y les completa, sin olvidar a una tercera protagonista; la cochambrosa embarcación que da título al film y que incluso será la clave de todo. A la sucesión de peligros (rápidos y cataratas, fauna chunga, meteorología) se suma la hostilidad de los alemanes malvados; lo que rodea a lo principal, la relación de ellos dos, es bastante funcional y parece que no importa tanto a los guionistas, aunque llama la atención ese patriotismo british, ilustrativo de una época y de lo que la gente era capaz de hacer por una bandera. Nos cuelan un par de deus ex machina descarados para salvar la función, a lo que ayuda un toque cómico y ligero que está presente desde el comienzo (ese casamiento final en las circunstancias más absurdas, que destila un gran romanticismo y apego por la vida). Muy destacable también la esplendorosa fotografía en technicolor de Jack Cardiff, que convive con transparencias añejas e imágenes documentales de fauna salvaje.
 
Me siento muy identificado con Bogart cuando la delgaducha le tira todas las botellas al agua...

La peli es un gran OK, pero el final peca de cansino y ñoño.
 
El hombre que pudo reinar

Aventura clásica y tardía, retomando un cine añejo que dejaba de hacerse. Una de las culminaciones del cine de Huston, donde condensa su homenaje y alegato por los perdedores, con un comienzo (la aparición como de ultratumba de un narrador ante las narices del propio Rudyard Kipling) que ya dice mucho sobre el componente oral de los relatos épicos, el afán y la necesidad de contar historias más grandes que la vida. A la sucesión de peripecias, acompañadas por un sentido del humor tirando a ingenuo (da la impresión de que aquí son todos tontísimos) se le une un interés documental a la hora de captar en imágenes unas culturas exóticas, de adentrarse en territorios fabulosos como son en este caso los del Asia Central (al menos por entonces), una tierra quizá poco representada en el cine, de fusión cultural y encrucijada de caminos. Tradiciones locales, masonería, historia de la antigüedad clásica transmutada en leyenda… todo ello lo integra el guión con naturalidad y tendrá su relevancia en la odisea que experimentarán dos buscadores de fortuna; la odisea de sus vidas, oportunidad para descubrir una tierra salvaje, inexplorada… también para hallarse a uno mismo, nuestra propia y oculta condición, que en el fondo ha sido siempre el único, genuino y gran misterio.

Película que podemos interpretar como racista (de miedo la caricatura del tipejo de la sandía, o los autóctonos que son auténticos gañanes), machista (la única mujer con cierta relevancia creo que no tiene ni diálogo), colonialista (dos blancos que vienen a enseñar la superación del tribalismo y las ventajas de la disciplina a unos subdesarrollados)… y sin duda lo peor de todo, chovinista de la pérfida Albión (“¡no somos dioses, somos británicos, que es casi lo mismo!”). Película que también podemos interpretar como todo lo contrario, crítica con la manera en que el racionalismo europeo ha acabado con el misterio de la India, asentado definitivamente su imperio administrativo. Dravot es además ese occidental que ve lo que quiere ver y se proyecta en el Otro, con una megalomanía derivada de su afán por ser alguien (de su soledad, a fin de cuentas), por creer que el destino le tiene reservado algo grande… pero no llega a comprender unas leyes sagradas cuya transgresión hará que la utopía, la mentira, se desmorone (su amigo, o su contrapartida cínica y desengañada, lo entiende mejor en su mentalidad más materialista). Un último gesto, un recuerdo de quién eres, es lo que concede su dignidad a semejantes antihéroes y lo que atenúa el pesimismo de la fábula.


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Reflejos en un ojo dorado

Turbio y morboso drama que transcurre en un cuartel militar donde afloran las pasiones insanas y apenas hay un personaje que esté medio bien de la cabeza. Represión sexual e infidelidad, maternidades frustradas, voyeurismo, homosexualidad no reconocida… el catálogo de psiques “peculiares” es amplio y está claro que las cosas no pueden acabar bien, pues un entorno asfixiante e hipócrita acaba siendo el caldo de cultivo ideal para la comisión de un crimen atroz. Atención a Brando como intachable comandante, pero en el armario, engañado y fingiendo lo que no es, así como una Taylor como pura fuerza de la naturaleza, femme fatale del asunto y de tendencias sádicas (se establece nada menos que un trío entre ella, él… y un caballo); la escena en la que golpea con una fusta a un marido que es un pedazo de hielo es lo bastante reveladora. Adaptación leal al texto de Carson McCullers, incrementando lo provocativo de alguna situación (como la de hallazgo del tipo cabalgando desnudo) y con un humor tirando a bizarro (el impagable filipino cayéndose por las escaleras).

Se incorporan, eso sí, unos monólogos explicativos que están de más, quizá a modo de lucimiento interpretativo para las estrellas de turno. El plano final es puro “grand giñol” que oscila quizá entre la genialidad y el ridículo, y es que previamente a tan crudo desenlace nos han introducido en una atmósfera gótica al máximo. Huston sabe poner la cámara y obtiene gran provecho visual (los interiores del complejo, calles, cuadras de animales y casitas bien ordenadas… frente al exterior y su peligro, el galope por el bosque de los instintos salvajes). Pero lo más llamativo y extremo en el plano visual es la fotografía, prácticamente a base de colores dorados, dando a la imagen un aspecto gélido, como tomándose a la literalidad la metáfora del “ojo dorado”, la mirada que contempla lo grotesco y que actúa como filtro para el espectador. Más o menos lo mismo puede decirse de la banda sonora, con un tema musical disonante y con el propósito expreso de poner de los nervios al personal.


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THE LIST OF ADRIAN MESSENGER (1963)

Huston venia de rodar FREUD y le debio apetecer algo mas ligero, asi que opto por esta pelicula detectivesca tirando a sosa con un misterio absurdo (las frasecitas que dice un tio antes de morir LA QUE LIAN) y que si la recuerda alguien hoy es por los actores famosos que salen disfrazados: Kirk Douglas, Robert Mitchum, Frank Sinatra.... Bueno, salir salen al final, desmaquillandose tras los creditos, porque durante la peli no me creo que sean ellos ni la mitad de planos (desde luego, Burt Lancaster NO ES la vieja de esta escena que pongo abajo). Musica de Jerry Goldsmith como de intriga bufa


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Se dice que en realidad fue Jan Merlin el que estaba detrás de todos los maquillajes, y los otros solo se lo pusieron para rodar el epílogo del "desenmascaramiento".

Merlin escribió en 2001 una novela tomando como base la experiencia...
 
yo diria que algunos planos si que son de Douglas, y a Mitchum se le reconoce... pero los otros, ni aparecerian por el rodaje

en tal caso, VAYA TIMO
 
yo diria que algunos planos si que son de Douglas, y a Mitchum se le reconoce... pero los otros, ni aparecerian por el rodaje

en tal caso, VAYA TIMO

Mira las dos capturas que has puesto: no solo la cara es distinta, también el muro de piedra fake tiene distinta altura respecto a Lancaster y la verja de la izquierda tiene un diseño distinto.

Vamos que al menos lo de Lancaster es un pegote rodado en estudio...
 
Hay más piedad en ‘Fat City’ que en todo el Vaticano II.
Y en ‘La jungla de asfalto’, uno de los dos o tres mejores films de Huston, la idea de ‘grupo’ se concretiza más todavía en esos buscavidas que aceptan la derrota con dignidad y buen ánimo. Allí aparece ya "la mitología del fracaso", seña de identidad del cine hustoniano.
 
La jungla de asfalto

Como gran parte de Huston, en el fondo es un cuento en torno a las miserias humanas, el poder del azar y la absoluta fragilidad y precariedad del destino humano, siempre a trancas y barrancas, a merced de los avatares de la vida. Los personajes son gentes fáciles de calificar como perdedores, como auténticos tirados que sin embargo aparecen retratados bajo la luz de una enorme dignidad y empatía, diferenciado cada uno del resto y con sus propios problemas… pero de algún modo, hermanados por un idéntico fatalismo, por el deseo común de una huida desesperada de esa ciudad anónima, de la guarida de alimañas que es esta “jungla” de asfalto.

Es fácil intuir que nada saldrá como estaba planeado y que la vida no demuestra piedad hacia nadie. Unos, como el abogado, ofrecen una falsa fachada de respetabilidad. Otros (el de la caja fuerte) sólo aspiran a tirar como pueden junto a los suyos, o bien buscan un retorno a un hogar que ya no existe (Sterling Hayden), o a un paraíso que sólo existe en sus cabezas, en sus pequeñas esperanzas e ilusiones, seguir adelante un día más al lado de la persona a la que quieren, o el pagafantismo femenino en todo su triste esplendor. Parias y buscavidas que conforman un fresco de lo mejor y también de lo peor; amistad, camaradería, amor a veces no correspondido (devastadora la subtrama mínima de la mujer enferma), traición también… con más de una referencia al alcohol que no podía faltar.

Marilyn, en un papel menor pero memorable de pequeña lagarta, desprende también una cierta vulnerabilidad. Como precursora del género de atracos imperfectos, la película concentra el crimen sin dedicarle excesivo metraje para abordar su auténtico objetivo; los preparativos, reuniendo a los participantes, a quienes conocemos de modo un tanto disperso, y sobre todo las consecuencias. Quizá por las simpatías hacia los desfavorecidos, o por la presencia explícita de un policía corrupto (personaje, por cierto, tan patético y obligado por las circunstancias como los demás), acaba colándose, tal vez por imposición, una exaltación y loa al estamento policial y la importante labor que hace. La escena del robo se caracteriza por una frialdad y carencia de énfasis que solamente incrementa la angustia, actuando con enorme cuajo estos profesionales. Y es que está el film plagado de hallazgos en su construcción visual y narrativa; desde esas imágenes de unas calles vacías, capturadas en encuadres precisos, hasta un último puñetazo emocional entre los caballos, tan lejos ya de toda la mierda, que es de un lirismo total (ayuda la partitura de Rosza), pasando por una carta hecha pedazos seguida de un suicidio fuera de campo, una presentación (la del alemán) que configura lo mítico del ladrón veterano, y lo que para mí es el culmen del patetismo; la autoridad irrumpiendo para detener al delincuente… en su propio funeral.


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Pedazo obra maestra esa Jungla del Asfalto. Houston a mi siempre me parecio un director casi perfecto, no tiene pelicula mala. El otro dia vi El hombre que pudo reinar, que pelicula tan tremenda, entretenida, para verla mil veces. La anterior semana Moby Dick y Cayo largo, otras dos obras maestras.
 

EL HOMBRE QUE PUDO REINAR (The Man Who Would Be King, 1975 -John Huston)​





Una de las mejores películas de Huston, aunque quizás no sea su obra maestra...Y un proyecto largamente acariciado por John Huston y que finalmente vería la luz en 1975 y la adaptación de un relato de Rudyard Kipling que narra la historia de dos soldados aventureros y rufianes que se embarcan en una expedición en la que uno de ellos, logrará convertirse en rey a partir de una mentira. Película que destila un clasicismo extremo, muy bien narrada , que destila el cariño que el director americano de origen irlandés tenía hacia este proyecto, ya que presenta un relato escrito con amor y sin fisuras. Además, la complicidad actoral de todo el reparto es evidente. tanto Michael Caine como Sean Connery están sensacionales, como era de esperar, pero también el resto del elenco, incluyendo a Christopher Plummer en el papel de Rudyard Kipling o ese magnífico secundario que encarna Saeed Jafrey...Un único defecto que podría señalar en la película es que tiene una estética que, en mi opinión, está demasiado arraigada al cine de los años 70, excesivamente realista, poco clásica , que el resta un cierto aliento añejo, no obstante, podemos decir que estamos ante un notabilísimo film aderezado además con una magnífica (y muy étnica) banda sonora de Maurice Jarre.
 
Esto tiene una pinta muy seria

 
Respuesta: El cine de JOHN HUSTON

el otro día volví a Dublineses, y que pedazo de final, joder, se puede acabar una carrera mejor??? :no lo dudo, un tipo duro como Huston haciendo ese monologo interior con el paisaje irlandés de fondo que te deja exhausto emocionalmente, per se, y más pensando encomo andaba Huston.

sin duda una de las 10-12 mejores secuencias de la Historia del cine, todo tan intimista y a la vez grandioso y universal... y como puede evocar tantas cosas... y eso que esta pequeña pieza de cámara y testamento final no es de mis favoritas suyas.

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Respuesta: El cine de JOHN HUSTON

Ese final de Dublineses es el trozo de cine que más me gusta y emociona de todo cuanto se ha filmado jamás. No sólo no se puede culminar mejor una carrera, sino que es la aproximación más certera que ha dado el cine al misterio de la muerte y las conexiones que en el fondo tiene con la vida; como en ocasiones caminan casi paralelas pisando la misma línea. Supongo que para conseguir algo así hace falta una vida llena de experiencias como tuvo Huston, y estar al borde del precipicio y viendo el fondo, como estaba Huston cuando hizo la peli. De hecho la rodó en silla de ruedas y atado a una bombona de oxígeno; nunca llegó a verla estrenada. Según Miguel Marías tanto esta como El fantasma y la señora Muir son las dos películas que más se acercan a lo que antes comentaba...
Absolutamente tremendo y desarmante final, que junto a un resto de película de una sencillez y una sutilidad deliciosa, se me antoja no solo la mejor película de Huston sino, seguramente, de todo el cine americano de los 80. Huston es un director sin un estilo formal definido (muy al contrario, sí tiene unos temas y unos personajes muy suyos en sus películas más personales), es más guionista que director, pero en sus mejores películas son unos textos maravillosos que elevan sus películas hasta el infinito, en The Death (Dublineses) adopta un perfil bajo, alejado del cinismo de mirada que suele juzgar a los personajes en este tipo de películas de época, hace una oda al misterio de la vida, del paso del tiempo, de lo sublime, de la memoria de los sentidos, del arte, de la poesía y la música. Qué película!

Almodóvar me recordó en su última película que debía verla.
 
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