Friedrich Wilhelm Murnau

Harkness_666

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Abro este hilo para comentar algo sobre Murnau en general y sobre Nosferatu en particular.

Clásico del terror donde los haya, icono del cine gracias a la estilizada, cartoonesca presencia de Max Schreck, primer Drácula inconfeso de la historia del cine. Gran trabajo de Murnau al llevar a imágenes muy libremente la novela de Bram Stoker, en lo que viene a ser una fábula sobre el bien y el mal, la luz y la sombra... y muy especialmente, la vida y la muerte, o más bien, la enfermedad contagiosa que parece personificar el conde Orlok; si el expresionismo alemán pretende comunicar unas impresiones profundamente subjetivas a partir de la realidad física y aparente, en este caso dicha representación no reside tanto en siluetas y decorados, como en una criatura solitaria, entre vampírica y espectral, olvidada, un Sheldon Cooper de los Cárpatos que quiere descubrir lo que es estar vivo... y viaja a Alemania en un barco fantasma, con un baúl de tierra como único equipaje. Al final es la pureza lo que acaba matándole; el “pájaro de mal agüero” ama la vida, es un poco humano pese a todo, pero la fuente de la vida es (trágicamente) la muerte para él.

Cine extremadamente tontorrón para nuestros estándares actuales (de lo más moñas la parejita protagonista), desde luego... pero cine, al fn y al cabo. Precisamente es la extrema inocencia del descubrimiento, de estar inventando un nuevo género (el de terror) lo más destacable de un narrador (Murnau) nato, sin tiempos muertos, manejando artesanalmente un puñado de elementos para contar un simple cuento de hadas; el título hace referencia a una “sinfonía del horror”, pero la inspiración la noto más pictórica que otra cosa, prefiriéndose el plano fijo antes que mover la cámara... y sin embargo, no tenemos la impresión de estar viendo algo barroco (las célebres imágenes cinéfilas de la sombra alargada del vampiro puede confundir). La procesión de ataúdes (sociedad conmocionada por la peste), la turba enfurecida contra el espantajo (lo que es el Renfield de turno en realidad)... o el empleo incluso de stop-motion, la inclusión de insertos de fauna y flora inquietante, constituyen un compendio de importantes hallazos visuales, en definitiva.


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Comenten, señores.
 
El último

El orgulloso portero de un hotel de lujo (Emil Jannings) es cruelmente degradado a encargado de los lavabos debido a su avanzada edad. Para él ésto supone una catástrofe personal, pues la gran mentira que es su vida se viene abajo. Murnau carga contra una sociedad inhumana que prescinde sin reparo alguno de los individuos que dejan de ser útiles y productivos, un mundo preocupado por las apariencias y dominado por ficciones, símbolos volátiles de estatus, de prestigio y éxito profesional que nada significan, que únicamente sirven a los intereses de quienes poseen el auténtico poder que mueve los hilos; el económico. Nos los muestra muy bien el epílogo cómico, impuesto por la productora, pero convertido en pequeña sátira final; Don Dinero es el que manda, la solución de todos los problemas. Monumental crítica, pues, que no ha perdido un ápice de actualidad tras casi un siglo, muy propia además del contexto de la época, de un país (Alemania) que ha perdido una guerra mundial y contempla la irrelevancia de antiguos valores.

Cuento trágico (¿tragicómico?), por lo tanto, que muestra la decadencia de un ser patético y conmovedor, encarnado por un intérprete de físico tan imponente como peculiar, que lo dice todo con sus grandes y pequeños gestos. Poco que añadir sobre la importancia de esta película para el lenguaje visual, prescindiendo prácticamente de carteles explicativos (los poquisimos que hay están integrados en la narración) y apoyándose en una inventiva constante; encuadres atentos al detalle, fotografía con las sombras de rigor, importancia del espacio y las multitudes (el contraste entre el elegante hotel -ascensor, puerta giratoria- y el barrio mísero -escaleras, balcones-)... y muy especialmente, el travelling como recurso nuevo y cargado de expresividad, que rompe cierto estatismo y describe incluso la subjetividad de nuestro hombre (la cogorza que agarra, el sueño donde se imagina lleno de fuerza). Toda una suma de talentos, en definitiva, donde cada recurso es exprimido a conciencia, desbordando la relativa pobreza de medios.

Hoy eres tú el primero, admirado por todos, un ministro, un general, quizás incluso un príncipe. ¿Sabes lo que serás mañana?”


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¿Pobreza de medios? En todo caso hablaríamos las limitaciones de la tecnología de la época, porque Murnau siempre contó con la tecnología puntera de su tiempo y el presupuesto más generoso posible, como no podía ser de otra manera en el cine de la Alemania de Weimar. Sino a cuento de qué ficharía Hollywood a buena parte de los técnicos y técnicas teutonas de aquel tiempo ...

Un saludete.
 
¿Pobreza de medios? En todo caso hablaríamos las limitaciones de la tecnología de la época, porque Murnau siempre contó con la tecnología puntera de su tiempo y el presupuesto más generoso posible, como no podía ser de otra manera en el cine de la Alemania de Weimar. Sino a cuento de qué ficharía Hollywood a buena parte de los técnicos y técnicas teutonas de aquel tiempo ...

Un saludete.

Sí, más bien eso quería decir.

No lo tenía muy claro, pero en aquella época desde luego que no había steadycam ni pollas en vinagre (la historia de los adelantos tecnológicos en el cine, como puede verse, no es lo mío). Parece que lo de esta película lo hicieron con medios de lo más peregrinos para entonces; colgando la cámara de un cable, llevándola en una bicicleta, etc. según leo.

Las cámaras debían de ser muy aparatosas, claro. Y Potemkin, curiosamente, es del año siguiente.
 
Lo que hace avanzar Murnau el cine a base de ampliar las posibilidades narrativas en base a usar el movimiento de la cámara es gigantesco. Tanto que cuando el cine mudo es sustituido por el sonoro se tardará una década en volver a recuperar la riqueza expresiva que se perdió a fines de los 20.
 
Fausto

Murnau lleva al cine la leyenda germánica inmortalizada por Goethe. El resultado es la obra de un artista consumado y en plenas facultades, un sueño plasmado en celuloide, una sucesión deslumbrante de imágenes rebosantes de fuerza, auténticos cuadros en movimiento. Enorme el manejo tanto de la puesta en escena como de unos primitivos efectos especiales perfectamente integrados en la narración. Si tuviera que elegir un momento concreto, el vuelo nocturno (con esas maquetas y travellings) supone un alarde visual monumental, pero lo mismo puedo decir de la tormenta de nieve, el impactante inicio con el ángel (y el final), o cualquier secuencia de multitudes... impresionante, por ejemplo, la plasticidad de los ropajes, la posición de cada elemento en cada plano, y una vez más, un diabólico Emil Jannings adueñándose de la función en el papel de Mefisto, ahora como secundario; entre el terror y la caricatura, cada gesto de este hombre es oro puro.

Sinfonía visual en toda regla, ahora sí, con el correspondiente “scherzo” (algunos dirán -con razón- que un poco alargado), las correrías del diablo y la vieja, en contraste con los inocentes amoríos de Gretchen y Fausto; un hombre cuya búsqueda del conocimiento para ayudar a sus semejantes ha sido vana, pues Dios no le ha ayudado... hasta que es tentado con la juventud, a cambio nada menos que de su alma. El mal tiene un semblante atractivo, pero ofrece una ilusión hueca, pura vanidad, el príncipe de las tinieblas finje estar al servicio de Fausto, pero es justo al revés. Sin embargo, el amor humano, manifestación del amor divino, es lo que redime al hombre y restaura la humanidad perdida, tal es la fábula moral que nos es contada, y el maligno pierde la apuesta. Me quedo además con los apuntes sobre una sociedad hipócrita, que castiga cruelmente a quienes osan transgredir sus estrictas normas sobre la honra y el pudor (a las mujeres, es decir).

Una cosa muy seria, de imprescindible visionado.


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Amanecer

Testamento definitivo del cine mudo, realizado poco antes de que el medio cambiara para siempre. Amanecer es un ejercicio sobresaliente de cine diseñado para llegar a todos, pues mediante una historia depurada al máximo, despojada de todo elemento superficial, busca alcanzar la realidad de los sentimientos humanos más elementales. Y además, un ejemplo de cómo trascender lo que no deja de ser un folletín en toda regla, donde el único personaje con cierta entidad psicológica es el hombre, mientras que las dos mujeres son tópicos andantes sin el menor matiz. El contraste entre elementos extremos, como el día y la noche, la ciudad y el campo, la inocencia y bondad absoluta frente al egoísmo ciego, parece ser precisamente lo que persigue Murnau; el mismo cine intensamente subjetivo y expresionista que venía haciendo hasta entonces.

El bien contra el mal, la luz frente a la oscuridad... y el triunfo de la esperanza, de la redención, de un amanecer que abre paso a un nuevo día mientras las sombras quedan atrás, de eso va este cuento contado en imágenes. Hay momentos inquietantes, dramáticos, románticos, cómicos, hay secuencias íntimas donde destacan las interpretaciones (alejadas de la gesticulación habitual) frente a otras donde prima el espectáculo visual, los elementos de la naturaleza (la tempestad, el sol, la luna...), la jungla urbana (tráfico, multitudes...), con un empleo casi virtuosístico del travelling, las sombras, los efectos de superposición y transparencia... incluso introduciendo alguna ida de olla como lo del cerdito escapándose. Eso sí, con algún detalle demasiado cursilón, o fruto del humor de la época (los querubines, el gag del tirante del vestido).

Clásico con mayúsculas que con el paso del tiempo sigue cautivando a espectadores de todo tipo, ya sean culoduros o culoblandos, al Garci de la vida o al modernete de turno... poco más que añadir.


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NOSFERATU es hasta difícil de evaluar como obra aislada, tiene a su alrededor un contexto monstruoso (es más de un sentido), tantas imágenes que se han ido filtrando a lo largo de casi 100 años de cine, de imaginería... No se me olvidará la copia en que la vi por primera vez, con los intertítulos sustituidos por horribles letretos Comic Sans en verde fluorescente; casi más miedo que la peli.

Con AMANECER y sobre todo EL ÚLTIMO pasa un poco lo mismo, pero en lugar de con las imágenes, con el método de llegar a ellas; incluso para un lego como yo, viéndola da la impresión de estar viendo a alguien creando lenguaje de pantalla escena a escena. Hay un nivel de sofisticación, de depuración, que incluso desconcierta.
 
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