GARREL, ¿por dónde empezar?

sikander

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me pierdo con este hombre, las que me suenan son Les amants reguliers y La vent de la Nuit, ¿son las más recoemndables? ¿otras? ¿etapas mejores?

gracias.
 
Respuesta: GARREL, ¿por dónde empezar?

Pues no sé como no te da vergüenza venir con estas preguntas a estas alturas...

Tiene 2 etapas bastante diferenciadas: la primera, de los 60 a los 80 (cuando estuvo liado con Nico), en que hacía un cine más experimental, no muy narrativo, un poco simbolista. Y la 2ª a partir de l'enfant secret en que empezó a hacer películas con bastante carga autobiográfica (a veces protagonizadas por su padre, por él mismo, o últimamente su hijo).

Si te gusta Eustache ya estás tardando en empezar con su última etapa, sin embargo creo que también te va a ir bastante la primera. Te recomiendo 2 de cada: La cicatrice intérieure (puede ser que inaugurase el género de gente andando??, de ahí salen Gerry o electroma) y Le lit de la vierge de la primera y La naissance de l'amour y les amants réguliers de la 2ª.

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Yo empecé con La cicatriz interior, que como dice Trelk, es el nacimiento del género más brillante del cine: "películas de gente andando"; y es además divertidisima en aspectos que ni te imaginas. Luego no he buceado más en su etapa experimental y he pasado directamente a las últimas, que a veces me parecen brillantes y a veces me cargan, pero bueno, ahí están.
 
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Solo he visto El nacimiento del amor, que me entusiasmó. Recomendadísima.
 
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El lecho de la virgen

La virgen da a luz a Jesús (ya adulto) y lo envía a predicar el cristianismo con un megáfono. Pero en realidad es sólo un niño al que nadie hace caso y que nota la ausencia de su padre.

Una de las primeras películas de éste director, hijo de la nouvelle vague y del mayo del 68. Perpetrada nada menos que con veinte años, es un ejercicio de cine por completo experimental y una de las películas más extremas en éste sentido que un servidor haya visto, que son unas cuantas. Partiendo de la historia de Jesús, el director hace una película que en realidad no tiene nada que ver con la religión, sino que más bien la idea es la del desarraigo y del desamparo, y al final la cuestión no es que dios no nos escuche, sino que el mundo es tan absurdo que realmente es lo de menos (o eso creo). Casi dos horas de planos-secuencia interminables en un intenso blanco y negro, con unos personajes autistas e incomprensibles que deambulan por parajes inhóspitos y desolados. Son escenas inconexas y medio surrealistas que apenas forman un argumento definido, en un tono entre ascético y documental. Frases a cámara, diálogos que no dicen nada… una auténtica demolición de la sintaxis del cine partiendo de la imagen pura, sin reglas ni convenciones, casi como si fuera cine mudo o primitivo y no existiera más cine antes de hacer la película. Es un viaje agotador, incómodo, de una narrativa marciana, por momentos tan hermético como difícil de tragar, en el que el espectador está tan perdido como sus personajes. Pero deja cierto poso indefinible, y de hecho se disfruta más luego de verla al intentar asimilarla, que cuando la está uno viendo. El Garrel por lo visto estuvo en un manicomio, y viendo semejante tripi de peli desde luego se nota. Y la banda sonora mola bastante.

Propuesta muy hija de su tiempo, muy de esa generación sesentera con el cerebro frito por las drogas. La verdad es que la encuentro difícil de evalurar, por no decir imposible.
 
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Me he puesto otra de éste tipo, más posterior y menos hardcore que la de la virgen.


El nacimiento del amor

Dos hombres maduros (Jean-Pierre Léaud y Luc Castel) se encuentran en un momento de sus vidas en el que han tocado fondo: solitarios, desengañados y a la deriva, intentan refugiarse en el amor como algo que llene sus vidas, pero son incapaces de conseguir eso que tanto necesitan.

Radiografía intimista de la tristeza y de la infelicidad en riguroso blanco y negro, de carácter autobiográfico y alejada del hermético experimentalismo que caracterizaría los inicios del director. El fracaso vital y el de los ideales, la búsqueda de la redención a través del amor, el padre ausente (que parece ser el tema más obsesivo)... se otorga más importancia a los diálogos y a las elipsis que a la propia narración, pausada y no muy estructurada, lo mismo que a los pequeños gestos y a las miradas, mientras que la banda sonora son unas notas de piano ocasionales. De gran contención, cuesta imaginarse una temática tan jodida descrita de una manera tan poco lacrimógena, y sobre todo tan auténtica (en cierto modo, las emociones que muestra se nota que son más reales que cinematográficas, aunque no dejen de ser de las últimas).

No es una película que me haya conmovido, exactamente. Se nota que el cine del tal Garrel es muy suyo (en el más amplio sentido de la palabra). Pero en éste caso es una de las que se quedan ahí, dentro de uno.
 
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GARREL, ¿por dónde empezar?

Por su hijo :babas
 
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Tu nunca crezcas.
 
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Liberté, la nuit

Con la cámara siempre pegada a sus personajes, Garrel no cuenta historias, muestra retazos de vidas. El intimismo y la ternura que consigue desprenden cercanía y autencidad. Es un cine muy desnudo, poco “formal” y tal vez algo documental, sus escenas se suceden de manera inconexa y sus largas tomas parecen como instantáneas o retratos que consiguen con poco decir mucho de los protagonistas. La pareja, los hijos, los ideales políticos frustrados, el amor (y su ausencia) y la muerte, todo ello marcado por un profundo pesimismo y por lo autobiográfico (el actor principal es Maurice Garrel, el padre). La fotografía de un marcado blanco y negro y la banda sonora pianística por lo que veo son señas de identidad también, lo mismo que esos paisajes y calles que enmarcan las relaciones humanas. En éste caso, la película se divide en dos mitades, con el trasfondo de la guerra de Argelia, la segunda es la que más revela esa vulnerabilidad que sienten los personajes pese a ser aparentemente más luminosa (y ese devastador final a ralentí lo desmiente).

Áspera, surgida de las entrañas, extremadamente simple pero difícil de describir. La obra de un romántico desesperado.
 
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- Un été brûlant (Un verano ardiente, 2011)

Me vais a perdonar que hoy estoy vago, pero he leído la crítica de Sergi Sánchez y me vale salvando las referencias y con dos puntos menos de entusiasmo. Está bien a secas, con dos momentos maravillosos.

Por Sergi Sánchez

Amar demasiado, el eterno problema de los personajes de Philippe Garrel. No se puede amar de otra manera: tirando la casa por la ventana, quemando las naves, convirtiendo un coche en chatarra. Louis Garrel, que nació un año y medio después de que Jean Eustache se suicidara, encarna aquí al posible alter ego del director de “La maman et la putain” (1973), ahora pintor celoso y mundano que no puede desprenderse de su objeto amoroso pero tampoco puede convivir con él. Es el “ni contigo ni sin ti” del cine de Cassavetes o Pialat, abrupto y con aristas molestas, como un boceto hecho a brochazos, una intensidad del cuerpo y del gesto (Monica Bellucci marcándose un baile sensual con un extraño) que se pegan a la mirada del espectador.


Sus escasos 90 minutos no evitan que “Un verano ardiente” sea una película arrítmica, electrocutada por el odio y la pasión, y por un penetrante olor a muerte, que lo invade todo cuando Maurice Garrel, padre del cineasta, hace su última aparición en el cine. “Aparición” es la palabra, porque, como “La frontière de l’aube” (2009), éste es un filme de fantasmas. A Garrel le falla el registro político, porque las andanadas contra Sarkozy son algo burdas, pero la historia de amor autodestructivo tiene la fuerza de una ráfaga inesperada de viento.
http://www.fotogramas.es/Peliculas/Un-Ete-Brulant-Un-verano-ardiente/Critica
 
Todas las escenas de baile de las películas de Garrel son increíbles.
 
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