Jennifer Lawrence SIN MALOS ROLLOS

ESto es ideología sectaria feminaz, planchabragismo o como????

El otro día pille un cacho de La Vecina de al lado de los 2000s y que MARAVILLA. A día de hoy, es patriarcal y machista.
 
la FORO-PELI de este verano y no se dijo?!

con un pie en la seminal RISKY BUSINESS, actualizada con los tiempos de ahora (toda la escenitas de la Lawrence entrando en la fiesta pre universitaria esa, llena de niñatos con moviles en vez de FOLLANDO...)

no siempre cuaja la mezcla, y sobran escenitas secundarias, y es un poco predecible/blandita... pero ellos funcionan y la peli ni se pasa de burra ni de cursi en sus 100 minutejos

la escena en la playa, que Dawson lleva en el movil, sorprendente
 
Pues, sí, la escena de playa es de diez, aunque (y entiendo que es de noche), pero algo más oscurecida de lo normal. La escena de los universitarios agilipollados con los móviles alguien sabe si ocurriría en la vida real? Yo creo que no, pero aceptamos barco.
 
No sé cómo esta chica se puede prestar a trabajar en semejante mierda donde, por si fuera poco, aparece en bolas. Debe haber cobrado un pastón porque si no, no me lo explico.

Comedia malísima en la que no esgrimí ni una leve sonrisa en todo el transcurso de la peli y eso que soy de risa fácil.
 
Y que es productora, vamos que ni le han impuesto nada ni se ha hecho algo que ella misma no quisiera hacer.

Y lo que dice dawsy, que le sudara bien el coño nuestra opinión.
 
¿Productora? No sé si habrá ganado mucha pasta.
Me da pena porque a mí me parece una excelente actriz y no creo que necesite hacer pelis de un nivel tan bajo. . En fin ... ella misma.
 
Como peli gamberra, picantona, etc. se me queda bastante corta y no creo que, como se suele decir, “dé lo que promete”. Es una comedia romántica normal y corriente, de las de parejita dispar sin nada en común, pero que se conocen mejor y descubren así mucho del otro y también de sí mismos. Madurar, buscar la emancipación, él de sus padres, ella del suyo ausente, cada uno con su dramita. No faltan momentos pochos, un poco pasados de azúcar, pero es justo reconocer que las partes más absurdas y disparatadas (la playa de noche y la Jenny como Nuestro Señor la trajo al mundo) funcionan bien.

Le da un par de vueltas a los tics de comedia ochentera (el nerd, la tía buena, los padres, el coche…) a la luz de estas primeras décadas del siglo XXI; papá y mamá han dejado de ser esa autoridad inflexible, a cuyas espaldas se pueden montar fiestas y meterse en líos, pues ahora te pueden controlar con el móvil y de mil maneras... y de hecho, son ellos quienes asisten a su mequetrefe en todas sus necesidades, incluidas las de tipo sexual, alcohólico y juerguista, cosa tan graciosa como triste y patética. Mientras tanto, lo que fuera la fantasía onanista del empollón típico, la de la tía más buena del mundo apareciendo de la nada y dándote coba (para la cual en el mundo real eres invisible), para estos chavales de ahora sólo es motivo de desconfianza, temor y rechazo. La visita de la prota a una fiestecita pre-universitaria, que parece el infierno de Dante en clave zoomer (“¿¡Es que aquí no folla nadie?!), muestra a las claras la distancia entre quienes ya tienen (tenemos) una cierta edad y los niños bien adictos al smartphone.

Lo mejor, ni que decir tiene que es la Lawrence en un producto hecho a su medida, con un personaje sexualizado, tóxico, de “maneater” que se sirve del sexo como coraza emocional, irresponsable y un poco perdida. Se intuye un tema de clases por el que se pasa de puntillas, incluso se asume con resignación, pero que está ahí... como los pedazo de casoplones, que son más bien putas mansiones y que acostumbramos a ver en estas películas americanas como lo más normal del mundo. Pueblo de mala muerte que vive del turismo y de una economía estacional, trabajadores que son víctimas de una presión fiscal creciente y se ven obligados a largarse de allí. Pero está el valor sentimental de las cosas, el hogar, se busca la fórmula para la continuidad de ese legado familiar (la pareja de amigos), pero compatible con romper las ataduras del pasado.

El imaginario de la universidad, ese lugar al que se va a cualquier cosa excepto a estudiar, porque es marca de estatus y porque lo importante es aprender a “ser un hombre”, el rito de paso para el varón blanco, hetero y forrado, y el instante decisivo que condicionará su vida y relaciones más allá del núcleo familiar, le permitirá abrirse al mundo, hacer contactos entre quienes, como él, forman parte de la élite. No hay, por lo tanto, mayor problema en servirse de una guarrilla cualquiera de baja condición y sin conciencia de clase para que el nene vaya practicando.
 
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