(
The Magnificent Seven, 1960)
Basada en la obra de Kurosawa "Los siete samuráis", John Sturges intenta plasmar (sin conseguirlo del todo) el honor y la entrega del más fuerte al servicio del más débil, en este caso un pueblo mexicano cuyos habitantes son asediados por un grupo de ruines ladrones, comandados por un agradecido pero desaprovechado Eli Wallach, y que irán en busca de ayuda encontrando la respuesta en un grupo de siete pistoleros audaces, aguerridos y de disparo certero, comandados por Yul Brynner, su amigo del alma Steve McQueen y secundados por el resto del grupo, igual de valientes. La película no fue un éxito, ni tan siquiera ocupó la lista de las más taquilleras de su año pero fue con el tiempo que gracias a su reparto repleto de apellidos famosos y su banda sonora que se convirtió en todo un referente del género y un clásico, consiguiendo además varias entregas más.
Si bien es cierto que "Los siete magníficos" contiene mucha mítica y una presencia impagable gracias a todos y cada uno de sus integrantes, a poco que uno la mire fríamente se dará cuenta que esa mítica mencionada no logra salvar los muebles de todo el conjunto. La historia de por sí es sencilla incluso tirando a simple. Pero ese no es el problema. Todo radica en que es un guión poco trabajado, con un intento de querer forzar la épica. A eso se le suma uno de los mayores errores cuando se trata de una película coral y es contar con actores con mucha presencia y que acaban desaprovechados. Para más énfasis al respecto son personajes unidireccionales que no están trabajados. Es decir, sus roles están más trabajados en relación a convertirse en iconos por derecho propio que ofrecer realmente un rol que valga su presencia. Y si bien es cierto que Brynner, McQueen, Bronson, Coburn o Wallach son actores que ya de por sí tiene validez no logran ofrecer actuaciones relevantes o como mínimo marcadas. Son meras presencias en una historia común en el género sin lograr ir más allá de un par de escenas destacables.
No se puede negar que Sturges intenta esforzarse por conseguir (o creer conseguir) el mejor western hasta la fecha. Incluso puede intuirse cierto atisbo de marcar el territorio con personajes honorables, honrados y al servicio del débil, siguiendo un poco la estela o el lema de los samuráis (y el cine oriental en general) pero una vez metidos en el fregado poco queda que pueda interesar. Son historias poco trabajadas, poco interesantes y poco relevantes. Y aún puede medio verse el interés también por ir un paso más dándole una historia turbia, triste y melancólica a ciertos personajes, con problemas emocionales y una paleta gris pero queda en agua de borrajas, algo totalmente desdibujado. Algo que no da fuerza al personaje ni a la historia pues queda aparcado de una forma extraña, poco convincente. Añadiéndole una relación entre los lugareños y los personajes un tanto forzada, como si su folklore, su presencia y su triste futuro fuese un elemento válido por sí mismo cuando, con total sinceridad, queda del todo risible por mucha mítica que quiera añadírsele (la relación de Bronson con los niños o de Horst Buchholz con la chica del pueblo es del todo funesto se mire por donde se mire).
Claro está, no todo está perdido en "Los siete magníficos". Sin ir más lejos los primeros minutos son una de las mejores escenas de la película. La presentación de Wallach como un villano en ciernes, la elección de los actores implícitos como los siete pistoleros o el primer y último duelo contra los malos de la película son elementos válidos como algo funcional y directo. Incluso alguna escena puntual suelta como Coburn enfadado porque en vez de matar al caballo se carga al jinete (o el duelo de este demostrando la puntería que posee) hacen que sea una película más entretenida que acertada aunque sea la mítica la que hable por sí misma más que la calidad cinematográfica del filme. Sturges no es un mal director, desde luego, pero confía demasiado en la presencia absoluta de sus actores pensando que con eso es suficiente. Otro de los errores garrafales es querer forzar la presencia de Horst Buchholz en todo momento al creer que por ser el más joven la audiencia conectaría con él demostrándose que era un craso error de casting.
No se puede negar que la banda sonora de Elmer Bernstein, con un leiv motiv capital, se convertiría en lo más recordado (quizás lo único) de toda la película resultando ser todo un referente en lo que a partituras del género se refiere y siendo un símbolo en sí mismo. Tampoco es desdeñable que a pesar de contar con un resultado tan dispar como irregular el lema del fuerte al servicio del débil sin tener la recompensa en mira si no tan sólo el honor de una última hazaña como meta es de agradecer, aparte de servir para lanzar las carreras de sus intérpretes y conseguir un tono crepuscular para el clásico pistolero. Pero desde luego, aunque éste sería uno de los títulos más emblemáticos / famosos / recordados de Sturges (y que serviría de inspiración a Leone para su famosa trilogía del dólar) no sería hasta la excelente "La gran evasión" donde con casi los mismos ingredientes el resultado no sería sólo superior sino todo un referente por derecho propio.