Harkness_666
Son cuatro
Es remake (desconozco) de una cinta danesa de hace como un lustro y el retorno a la dirección de Catherine Breillat, veterana cineasta gala cuyo cine siempre ha venido acompañado de polémica, ignoro hasta qué punto justificada, debido a su tratamiento sin tapujos del sexo.
En principio, nada nuevo bajo el agradable sol de la campiña francesa donde esa burguesía, tantas veces puesta en entredicho, con su casa de campo francesa, su vino francés, sus conversaciones triviales, se aburre mortalmente, al menos hasta que un elemento desestabilizador irrumpe.
Relación prohibida entre mujer madura y adolescente que además es su hijastro, o un argumento de cine porno donde los haya, sirve para un tratado sobre la pasión amorosa y sobre todo sexual como fuerza incontenible, que se apodera de unos personajes (ella es abogada especializada en defender a menores en casos de abuso, para echar más leña al fuego) aparentemente con los pies en la tierra, pero que dejan de lado la razón más elemental y pasan a actuar movidos por sus partes bajas hasta el límite del absurdo.
La actitud de la buena señora, por cierto, nunca es objeto de condena, ni hay sentimiento de culpa, pues su crimen es más bien otro; la mentira, la manipulación, en un juego de poder que se reconfigura, donde es difícil encontrar culpables e inocentes, nadie termina de ser trigo limpio de igual modo todos tienen sus puntos flacos, su alarmante vulnerabilidad. Ni siquiera lo es del todo una tercera figura, la del pobre marido cornudo, el único más o menos normal y con dos dedos de frente en semejante lodazal; otra vez la familia de clase alta como reino de las apariencias, la desconfianza y la ausencia de sinceridad, pese al empeño obstinado de unos y de otros por sostener en pie semejante castillo de naipes.
En esta peli con mucho de thriller que va escalando, con buena cocción de la evolución de personajes, hay campo, verde, agua, también interiores (ese plano del chaval amenazante al fondo), secuencias eróticas filmadas con distancia sin recrearse tanto en los cuerpos como en el jadeo furioso. Preferencia por planos cerrados, próximos a lo opresivo y con apenas algún que otro alivio musical. El tatuaje casero, una penetración que implica dolor pero a la vez alegría… metáfora tan obvia como efectiva. Me falla un poco el típico final al que le cuesta cerrar y rematar.
La trama se reserva sus puntos oscuros, aunque fáciles de intuir, referidos al pasado. El niño en cuestión (al cual, por cierto, el aquí servidor le daba hasta en el carnet de conducir) va pidiendo guerra y folla más que todo este foro junto, pero no deja de ser quien tiene las de perder y la víctima de alguien en posición de autoridad. La justicia, la abogacía, sus triquiñuelas… nada amable la imagen que se ofrece de esto, así como de ciertas personas que se pretenden moralmente superiores. Y es que esa impulsividad, ese peligro que encarna el “garçon fatale”, son al menos más sinceros… siendo la verdad de la carne, el instinto, lo que prevalece pese a todo en estos hijos de Sade, a pesar de que la vida continúa tras un desenlace bastante incierto.