SARA GONZÁLEZ
L'HOSPITALET DE LLOBREGAT
Se sitúan a las puertas de, por ejemplo, grandes establecimientos comerciales de muebles. Van a la caza del cliente sin ningún pudor: lo cogen por el brazo, los empapelan con publicidad... Todo vale para conseguir unos euros. La crisis ha propiciado la aparición de transportistas ilegales que se ofrecen a los compradores para llevar la mercancía a sus casas. En estas fechas en que los centros comerciales están a rebosar cada fin de semana, la presencia de este colectivo es cada vez más abundante y conflictiva, ya que supone un problema para las empresas de transporte oficiales y deteriora la imagen comercial y la seguridad del cliente, según denuncian los responsables de los establecimientos.
Grandes superficies comerciales instaladas en L'Hospitalet o en Montigalà (Badalona), como Ikea, Ali-Bey, Leroy Merlin o Conforama, son los principales blancos de los transportistas ilegales. En el centro de Ikea de L'Hospitalet, por ejemplo, actúan una cuarentena y prácticamente todos son inmigrantes. Aparcan sus furgonetas en el párking del centro y se pasan todo el día a las puertas acechando a los compradores que salen cargando muebles.
"Le puedo llevar dos camas y dos armarios hasta Badalona por unos 50 euros", dice uno de ellos a un posible cliente al que dan una tarjeta con su número de móvil y la "lista de servicios". Porque no solo se ofrecen a llevar la mercancía, sino también a montarla, a pintar la casa y hacer reformas.
DISPUTAS POR LOS CLIENTES
"¿Son ustedes autónomos?", pregunta una interesada. "Señora, trabajamos como podemos", le responde uno de ellos. Es precisamente esa necesidad la que les lleva hasta a pelearse por los clientes. A veces incluso entran en el centro comercial para ser los primeros en repartir su publicidad y hablar con los compradores. "Nos pasamos el día sacándolos. Tenemos que tener mucha paciencia", afirma uno de los guardias de seguridad.
Este colectivo ha ido creciendo sin freno durante el último año, a medida que se han ido agravando la situación económica de muchas empresas que han ido prescindiendo de personal. Este hecho supone un problema para las empresas de transporte oficiales. "No se llevan un negocio importante, pero deterioran la imagen del centro comercial porque molestan a la gente y a veces engañan a los clientes", explica Manuel Meléndez, directivo de Ader, la empresa de transporte inmediato de Ikea. "La gente que sale cargada con muebles tiene trabajo para sacárselos de encima, aunque siempre hay algunos que pican", continúa. Además de no ser autónomos ni tener licencia para hacer transportes, fuentes cercanas a la problemática aseguran que incluso hay algunos que no tienen el carnet de conducir.
Otro de los colectivos perjudicados es el de pequeños transportistas legales que hasta ahora vivían de este negocio. En el Ikea de L'Hospitalet hace dos años que un grupo de ocho personas que aseguran que "trabajan como autónomos" empezó a hacer servicios de transporte captando a los clientes en los exteriores del centro comercial. "Nosotros pagamos todo lo necesario para vivir de esta profesión y tenemos unas reglas muy claras. Actuamos fuera del recinto y no hay que atosigar al cliente. Establecemos un orden de salidas, como hacen los taxistas", explica un transportista.
El problema es que la organización se ha visto truncada por la llegada masiva de sus competidores sin papeles. "Con la crisis, cada vez vienen más y nosotros entendemos que todos estamos aquí para ganarnos el pan, pero no de esta manera. Ellos entran en el centro comercial para llevarse los clientes y nosotros no nos podemos quedar de brazos cruzados", lamenta el transportista, quien añade que cada uno de ellos hace unos dos viajes al día.
