el hijo bastardo
Miembro habitual
Reflexionando en el trono sobre las causas del generalizado desprecio hacia el cine español de cualquier época y lugar por parte del común de los espectadores españoles, he llegado a la conclusión de que el principal, casi único, culpable, es la crítica española. O mejor dicho, la ausencia de una verdadera crítica española, que se apasione, disfrute, viendo, reivindicando, las películas españolas que subjetivamente consideren valiosas. Que no sea solo una pose posmodernista, un ejercicio de nostalgia, un ridículo patrioterismo, chauvinismo, ni un vanidoso intento de apuntarse tantos.
Remontémonos casi a los orígenes. Las primeras revistas de cine de este entrañable país, eran simples vehículos publicitarios, una colección de fotos con un pequeño texto al pie, e insulsas entrevistas a las estrellonas de turno, en las que por supuesto el cine era lo de menos, lo importante eran las anécdotas de rodaje y la vida privada de los actores, a lo mejor os recuerda a algunas actuales. Si a algún lector de estas revistas le hubieran dicho que las películas se hacían con una cámara seguramente hubiera esbozado una carcajada, o una risa nerviosa. Pero no seamos masoquistas, esta situación de cándida inocencia, de virginidad contemplativa, era, por desgracia es, generalizada, universal. De hecho el cine clásico era, es, en su mayor parte, igual de ingenuo, de pueril, que los escapistas espectadores a los que iba dirigido, ya no digamos el cine posmodernista. El cine era un mero entretenimiento, y cumplía su función a la perfección, que no es poco. Como bien dice Duras, hay espectadores que no están dispuestos a crecer, a ver una película en profundidad, descendiendo a la sintaxis, así les maten. No quieren perder la ingenuidad, la ilusión, la magia, que les desvelen, revelen, el mecanismo interno del juguete. Actitud conformista, conservadora, superficial, ignorante, que llevan a todas las facetas de su vida, de un forzado, esforzado, nube rosa pastel.
Y desde luego si no les ayudan a hacerlo, no les dan las herramientas, menos todavía. Para valorar la gramática de una película, el paso previo es saber que existe. La gran mayoría de los espectadores cuando ven una película son incapaces de apreciar el encuadre, la composición del plano, el montaje. Lo que discurre ante sus ojos es un todo continuo, una excusa para desarrollar unos personajes, una historia, un argumento, un mal necesario. Se meten tan dentro de la película que no van más allá. Cosa que no está mal, incluso es deseable, en un primer visionado. El problema es cuando no existe un segundo visionado, lo más habitual, o cuando los posteriores visionados son igual de mecánicos, de automáticos. Repito que la culpa no es de ellos, no se puede echar de menos lo que no se conoce, nadie nace aprendido. La culpa era, es, de esas revistas, de esos críticos, que se quedaban, se quedan, en la mera superficie argumental de las películas sin descender al lenguaje, al cine. Con la reseña y una estúpida valoración, puntuación, van que chutan, y el espectador, el lector, encantado, cuanto menos esfuerzo tengan que hacer mejor para todos. Si el crítico sitúa el nivel de comprensión de una película en el 1, su trabajo también es mucho más sencillo, se puede realizar con plantilla.
Luego el principal responsable de la ignorancia del espectador, del lector, la tiene el crítico, que interesadamente, rebaja el nivel, y devalúa, conscientemente, la historia del cine. Se puede dar el caso de que no dé más de sí, de que sea su nivel real, y se niegue por indolencia a elevarlo, para que no le exijan de más. La típica advertencia al trabajador novato por parte de los veteranos cuando entra en un puesto nuevo, tómatelo con calma, no hay prisa. Cuanto más afilado esté el morro, la mirada, del espectador, más compleja, más exigente, más cuestionada, criticada, será la labor del crítico, generalmente muy inseguro de sus propios conocimientos. Algo que realmente les aterra, como a los políticos, que prefieren un público, un pueblo, ignorante, desinformado, sumiso, seguidista.
Mejor rebajar el nivel, sin demasiadas resistencias, reticencias, ser condescendiente, paternalista, sentirse superior, una elite, que ayudar a crecer al espectador, a situarse al mismo nivel, incluso superior, que la del crítico, que la del creador. A ver si a lo tonto estamos alimentando al futuro monstruo que nos va a quitar el pan, cuanta menos competencia mejor. Eso de la selección natural, del continuo aprendizaje, actualización, lucha, es para los ateos. Ser crítico es una elección divina, un título, de por vida, y heredable, si te apellidas Trueba. El cine para ellos es un medio, de sustento, de supervivencia, no un fin en sí mismo. Internet les ha puesto en su sitio, un asiento más en el Fondo Norte de la cinefilia. Su capacidad de influencia está bajo mínimos, y por mucho que se aferren a sus puestos designados a dedo, cada vez peor remunerados, el momento del fin está llegando. Las revistas y periódicos en papel, el periodismo supuestamente profesional, especializado, tiene los días contados. Hay demasiado amateur, en el buen sentido, con talento, medios y tiempo libre, dispuesto a dinamitar el sistema de privilegios, de castas, de enchufismos, de amiguismos, y por la cara, sin necesidad de palmaditas en la espalda.
Fruto de todos estos años, décadas, de desinformación interesada, deliberada, hay que alimentar el negocio de las Escuelas de Cine, de los Másters, Seminarios y Talleres universitarios, habitual sobresueldo de los críticos, y de los directores frustrados, el nivel del espectador español medio, y su número, de la crítica española, tanto amateur como profesional, no ha variado apenas desde los albores del cine. Incluyo casi todas las revistas independientes que han habido, hay, y habrán, que lejos de ofrecer una alternativa al sistema, de erigirse en enseñantes, en ayudantes, se han limitado a ofrecer un limitado, sectario, surtido de nombres alternativos, generalmente de la misma cuerda y/o amigos, con un lenguaje si cabe más rebuscado, y completamente alejado del común de los mortales, que no tienen porque ser semióticos ni haber estudiado ninguna filología. Han ampliado el foco, temporalmente, la constancia, longevidad, no es una de sus virtudes, pero no han conseguido que la luz sea más intensa, ni permanente, que llegue a más gente, que se asiente. Han servido a los intereses de los directores, y no al cine, a las películas, ni a los espectadores. Han convertido la crítica en una estúpida, enloquecida, carrera por encontrar nuevas vetas, nuevos filones, en una mina ya casi exhausta, que se va derrumbando a cada nuevo paso, enterrando todo lo encontrado anteriormente. En lugar de afianzar, apuntalar, cada nuevo túnel, hasta conseguir el suficiente número de espectadores para que se sostengan solos sin necesidad de ayuda. Una desesperada apuesta por el todo vale, por la cantidad. Un disparar en todas las direcciones con la esperanza de concitar alguna atención, reconocimiento, o su contrario, igual de pernicioso, apostar por la forzada diferenciación, por un reducido número de directores, en lugar de apostar por un determinado número de películas, que reflejen una personal forma de ver, entender, el cine, la vida.
Es preferible enseñar una sola, y maniquea idea, meridianamente clara, como hizo Bresson con sus “Notas para el cinematógrafo”, que defender una cosa y la contraria para tratar de contentar a todo el mundo. La crítica funciona por acumulación, por indefinición, por personalización, reivindicando, mezclando, lo valioso y lo mediocre de un mismo director sin discriminar, sin seleccionar, como si fueran vulgares historiadores que se limitan a coleccionar datos, con la secreta esperanza de que sea al propio espectador, lector, el que encuentre un sentido, el hilo, las pepitas, que ellos no han sabido encontrar, reconocer.
Leyendo cualquier historia del cine español, tanto actual como antigua (las franquistas por seguir a pies juntillas la consigna del una y grande, aunque fueran muchas y pequeñas, ningún crítico de la época es fiable, ninguno, las democráticas porque fusilan, obvian, todo lo anterior, por motivos ideológicos, salvo Berlanga y Bardem, y desconocen todo el cine marginal y el realizado en el exilio), te queda la sensación de que todo es lo mismo, que las miles de películas que se han hecho en España tienen todas idéntico valor, importancia. En lugar de fomentar el amor por el cine español, ser una guía de iniciación, un estímulo, solo provocan pereza. Hasta las antologías críticas siguen criterios matemáticos, autorales, si eres un mediocre hiperactivo como Ozores o Jess Franco, tienes aseguradas varias entradas, lo excepcional no tiene cabida, espacio, cuando esa es la principal grandeza de una cinematografía, sus películas diferentes, únicas, radicales. Son mucho más valiosos, interesantes, libros como “Directores españoles malditos”, a pesar de los superficiales, prejuiciosos, indocumentados, comentarios de Augusto M. Torres, o la atinada selección que hizo Fotogramas en los 90 de películas de culto del cine español (no he parado hasta conseguir verlas casi todas, labor que me ha llevado años de rastreo, de dar el coñazo por la red, ya que para variar, eran invisibles, ya no) que me hicieron descubrir cientos de películas desconocidas, que otros como “Antología crítica del cine español”, coordinado por Julio Pérez Perucha, que es una auténtica colección de desmanes, de películas mediocres, infumables, o que listas como la de “Las 50 mejores películas españolas del siglo XX” según Rock de Lux, que al ser un refrito, fundición, de listas de varias personas, la mayoría con un conocimiento del cine español bastante reducido, estándar, convencional, se acaban cayendo las excepcionales, las más libres, quedando las mismas de siempre, las que los críticos repiten como loritos desde el franquismo sin tan siquiera haber visto, la única explicación racional que le encuentro a que figuren películas mediocres como “A tiro limpio”, “Atraco a las 3”, “Los tarantos”, “El otro barrio” o “Vacas”, de hecho me sobran 25, y me faltan 75.
El cine español es una cinematografía bastante extensa, y de las más grandes a nivel mundial en términos de valor, en el grupo de las TOP 5, y por la parte alta (Italia, Japón, Francia, EE.UU), pero cualquier selección mayor de 100 películas reduce irremediablemente la calidad del conjunto, mejor que falten, que no que sobren. Si hace unos años me llegan a decir que sería capaz de elaborar una lista de las 100 mejores películas del cine español no me lo hubiera creído, me habría costado mencionar mis 10 favoritas, gracias al milagro de los programas de intercambio, y a los generosos ripeadores, la situación se ha dado la vuelta, y realmente lo que me cuesta es introducir nuevas películas sin ser injusto con las descartadas. Porque por extraño que parezca a estas alturas del invento, de internet, todavía siguen apareciendo bastantes obras maestras ocultas, eslabones perdidos completamente silenciados, sepultados, por los críticos, y por sus compañeros de profesión. La sectaria Pilar Miró, el esquirol Trueba y el empleado de banca Garci son los más canallas, cabrones, a este respecto, despreciando, ninguneando, deliberadamente, para evitar que les quitaran parte de la tarta, merienda de negros, de las subvenciones, el cine español más arriesgado, más radical. De hecho los inútiles de Trueba, Colomo, Saura y Garci, siguen rodando todavía sus mierdas, y verdaderos genios como Picazo, Regueiro o Erice, hace años que están calentando banquillo, viendo como juegan los paquetes. Y no hablo de cine mudo precisamente, el cine español de los 60, 70 y 80, sobretodo el más marginal, e incluyo a los exiliados, es una continua fuente de sorpresas, de deslumbramientos.
La nueva generación de críticos, tanto amateurs como profesionales, con contadísimas excepciones, Luis E. Parés, poco han hecho por cambiar esta triste situación, primeramente porque realmente no les interesa el cine español, como mucho hacer amigos dentro del cine español, que son cosas muy distintas. Si hay que reivindicar a un amigo, o a un colega, como buenos corporativistas, arrastrados, vocacionales, lo hacen de inmediato sin que se les caigan los anillos, o tengan escrúpulos morales, profesionales, cinematográficos. Hoy por ti mañana por mí, hay que engrosar la agenda de contactos que la cosa está muy malita.
Eso sí, si ya les pides que investiguen, que se quemen las pestañas viendo películas españolas, que rastreen cielo y tierra para encontrar nuevos valores, nuevas películas, al margen de la industria y de la feria de vanidades de los festivales, ya no les apetece tanto. La contrapartida es más escasa, no hay nada de lo que fardar, no te los vas a encontrar en los saraos, en las alfombras rojas, ni en los suplementos dominicales, y encima no son extranjeros, y a lo peor hasta compañeros de generación, lo que faltaba, resaltar el talento ajeno para que por comparación, yo triste, amargado, frustrado, crítico, parezca más pequeño, insignificante. ¡No hija no!, un filipino de mi edad no deja de ser eso, un puto filipino, un extraterrestre tercermundista que ni habla español, a los españoles que los reivindiquen fuera, ¿no son tan buenos?, siempre habrá algún argentino despistado que los apoye, que los adopte. El falso prestigio, resplandor, de lo europeo, como si los españoles lo fuéramos, tira mucho, tener amigos gallegos da carta de naturaleza, es cool.
Si están muertos ya ni te digo, ¿qué sentido tiene reivindicar una obra maestra del pleistoceno si puedo inflar el globo de un mediocre que me contesta a las llamadas, me pasa los guiones, me deja acudir a los rodajes, me agrega en Facebook y twitter, y me reconoce por la calle cuando me ve? No hay color, todo lo que no sea cine español actual que se encarguen los blogueros, los foreros, que son unos aburridos, unos desaboríos. Hay que estar en el ajo, donde se cuece la posmodernidad , los canapés. El cine español pasado es para nostálgicos, para ñoños. El cine es un invento del mañana, una constante tabula rasa.
Conclusión, que como el cine español anterior no genera beneficios, ya está amortizado, pues que le vayan dando, no vaya a ser que al espectador español le dé por exigir calidad, se nos joda el negocio, y no acudan a ver la ultima mierda subvencionada. A los mediocres críticos, directores, productores, actuales, no hay ningún Guarner, Ángel Fernández-Santos, Val del Omar, Buñuel, Matas ni Querejeta en el horizonte, les interesa que la basura del cine español actual, se compare con la basura del cine americano actual, y no con el grandioso, genial, cine español anterior. Que el incauto espectador pagano español, vaya al cine a ciegas, sin memoria cinéfila. No vaya a suceder que la gente se aficione de verdad al cine de calidad, y empiece a soltar que es el cine español actual el que es una mierda, con contadísimas excepciones, y no el cine español en general.
¡Qué viva el cine español, coño!, el bueno, al resto, ya sea actual o clásico, que le vayan dando. El cine español no es una denominación de origen, es una summa informe, ecléctica, de películas excepcionales, valiosas, sublimes, que le dan cuerpo, prestancia, grandeza, especificidad.
P.D-1: Antolejía del cine español (mayo-2012) (https://hotfile.com/dl/155949000/1055b4c/Antoleja_del_cine_espaol.pdf.html)
P.D-2: Futura actualización de "Antolejía del cine español"
-"España" (1905) Alice Guy (BONUS)
La sucesión de panorámicas más bellas de la historia del cine. Si te olvidas de la fecha, puede pasar por un trabajo de Marguerite Duras, Akerman o Loznitsa. Impagables los bailes flamencos, dignos de salir en “Duende y misterio del flamenco” de Neville.
Para quien no sepa quien es Alice Guy Blaché, hablamos de la primera directora, director, de la historia del cine. La primera en utilizar el cine como narración, y no como un simple tomavistas.
-"Danzas españolas" (1928) Germaine Dulac (BONUS)
Reconozco que la primera vez que lo vi, fui incapaz de verle la grandeza, y la culpa no fue mía, sino de la pachanguera banda sonora añadida. Es como ver el anuncio de un Mercedes con la música de fondo del organillo de la cabra. Esta segunda vez el corto lo he visto sin sonido, como fue gestado, y se ha hecho la luz. Sobretodo en su primera parte "Córdoba" de Albéniz, la genial deconstrucción de un baile flamenco de la salerosa Carmencita García. Un conjunto de fogonazos, de fragmentos, que en la mente se transforman en un plano general. Dulac aisla todos los componentes de una juerga flamenca para dotarlos de mayor intensidad, alegría, duende.
-"La aldea maldita" (1930) Florián Rey (ampliación) (TOP 100)
Honor, o amor.
Una película que comienza con el intertítulo: "Sobre las ruinas de Castilla", no puede ser mala, y por supuesto no lo es, todo lo contrario, la mejor, la única, película importante que se realizó en España durante el periodo mudo, equiparable a las grandes obras maestras del cine mudo mundial. Y que no puede considerarse sonora solo porque no tiene sonido, aunque no haga falta, porque las imágenes se oyen, tal es su fuerza expresiva, vocativa, haciendo completamente innecesarios los intertítulos. De hecho Florián Rey hizo una segunda versión sonora doce años después, sustituyendo los molestos intertítulos por palabras audibles y le quedó una película muda, teatral, sin cine.
Por mucho que se trate de reivindicar al diseñador de trucajes, o aprendiz de mago, de Meliès, Segundo de Chomón, el cine mudo español es, y será siempre, "La aldea maldita", la "Surcos" silente. El perpetuo éxodo, éxtasis, castellano, reflejado con grandeza, sobriedad, austeridad, imaginera.
-"Entierro de un funcionario en primavera" (1958) José María Zabalza (BONUS)
El eslabón perdido, junto con la maldita “Manicomio”, que anticipa, justifica, “El cochecito”, “El verdugo”, “Corral de muertos” (también la surrealista “La garbanza negra que en paz descanse”). Una grotesca, tosca, amateur, sátira sobre la muerte, contra el matrimonio, llena de mala ostia, de bilis. La “Prima comunione” (Blasetti) del cine español. Mihura + De la Serna + Valle Inclán + Jarry + Ionesco, cine mudo sonoro, cine del absurdo.
“La productora no tiene nada que agradecer a las embajadas de China y Afganistán ya que no han intervenido para nada en la realización de la misma”
-"Rapsodia de sangre" (1959) Antonio Isasi-Isasmendi (TOP 100)
Los españoles somos tan inconscientes, tan impulsivos, que creyendo hacer una cosa, realizamos exáctamente la contraria. Isasi está convencido de servir a los intereses del franquismo con ciega, cerril, vocación, y le sale una película anti-franquista, libertaria.
Isasi, y la censura, eran tan cortitos, tan literales, que ni tan siquiera consideraban la posibilidad de que el espectador español pudiera tener la capacidad para desarrollar metáforas, pensamiento abstracto. Que una película sobre la resistencia húngara contra la ocupación rusa pudiera ser interpretada como una condena de los totalitarismos, de las dictaduras, del franquismo. El azul mahón combina demasiado bien con el rojo sangre.
Isasi se marca una ingenua, maniquea, película soviética, puro Kalatozov, pura potencia visual, para denunciar el comunismo, un auténtico contrasentido. Un intento de despreciar, difamar, al enemigo, que se da la vuelta convirtiéndose en un ditirambo, en un elogio. Que grandes, que tolones, somos los españoles. "Rapsodia de sangre" es la película política, de resistencia, de maquis, formalmente más poderosa, deslumbrante, de la historia del cine español, su "Cuando pasan las cigüeñas", su "Soy Cuba".
-"Cena de matrimonios" (1962) Alfonso Balcázar (BONUS)
España siempre ha sido muy taurina, la sombra de los cuernos gravita en demasiados espejos, sobretodo en el de los infieles. Al cornudo del infiel solo le separa, une, una cremallera. La única diferencia entre “La ruleta china” y “Cena de matrimonios” es que la de Fassbinder es en color, ambos salvan el escollo de la teatralidad, del escenario único, a base de talento, de suspense, cinematográfico, como Buñuel en “El ángel exterminador”. Las dos películas llevan el juego de la verdad, de la amoralidad, de la hipocresía, hasta las últimas consecuencias, dejando desnuditos, sin justificaciones, coartadas, a todos los protagonistas. Incluido el detonante, el borracho lúcido, el artista amargado, resentido, sujeto esencial en cualquier fiesta burguesa, colectivo masoquista donde los haya, es lo que tiene la mala conciencia, la ausencia de conciencia de clase. Como la película está realizada durante la dictadura, el pegote moralista final es mejor obviarlo, no empaña la genial destilación hacia el abismo anterior, la precisa progresión de la frivolidad, de la alta comedia, al juicio sumario, a la tragedia.
-"Cristo en la ciudad" (1962) Marcel Hanoun (BONUS)
Es difícil hacer un corto en blanco y negro sobre una Procesión de Semana Santa, y que no te salga algo apañado, vistoso, las tres cuartas partes del trabajo te las dan hechas, y si las Imágenes, los Pasos, proceden de la de Valladolid, basta con encender la cámara. Más o menos lo que hace Hanoun, dejarse empapar por el patetismo del ambiente, sin demasiadas interferencias, sólo una banda de sonido con vocación de experimental, que ejerce de extrañamiento, y que inevitablemente, remite a Val del Omar, como todo lo que concierne a España. Como buen francés, Hanoun es más correcto, equilibrado, y por lo tanto, menos potente, sublime. Para los vallisoletanos, tiene a mayores el aliciente de tratar de rastrear lugares conocidos y/o desaparecidos, como el Teatro Pradera, el primer cinematógrafo de la ciudad, situado a la entrada del Campo Grande y que es la primera vez que lo veo en vivo, en pie.
-"El arte de vivir" (1965) Julio Diamante (TOP 100)
Del idealismo, la juventud, la izquierda, al cinismo, la "madurez", la derecha, en apenas ochenta minutos de cine español con mayúsculas, del fuera de categoría, "La tía Tula", "Calle Mayor", "El buen amor".
Incomprensible que tengamos que comernos la mierda de Almodóvar a paladas, un director que no podría entrar ni en una hipotética lista de los diez mejores realizadores españoles, un minuto de "Arrebato" vale por toda su filmografía, exceptuando "Mujeres al borde de un ataque de nervios", y que el verdadero, valioso, cine español, permanezca en la sombra, oculto. Una sombra que podría ser si cabe más alargada si no llega a ser por la edición de una Caja de 6 DVDs por parte de la Junta de Andalucía, que no tuvo continuidad con otros directores andaluces, y que por supuesto ha tenido nula repercusión crítica, tanto profesional como amateur, ni tan siquiera entre los críticos andaluces, que por lo visto pican más alto, más fuera, y Val del Omar, Picazo, Summers, Escamilla, Josefina Molina, García-Pelayo, Bollaín, y el gaditano Julio Diamante, les vienen pequeños, cercanos.
Quien considere "La vida sigue" de Fernando Fernán-Gómez una obra maestra, no es mi caso, va a tener que inventar un concepto nuevo para definir "El arte de vivir". La culpa del estado comatoso del cine español actual la tienen única y exclusivamente los críticos. Cine español de calidad, sublime, lo hay a paletadas. La gran putada es que hay que remover varias capas de tierra, de mierda, para poder encontrarlo, porque los indolentes, cortoplacistas, críticos, y sus recurrentes, ignorantes, listas, se han encargado de enterrarlo, de sepultarlo, muy profundo, en oscuras Filmotecas.
"No hay más verdad que la muerte. No hay quien me lo contradiga" (escupido por el genial cantaor jiennense Rafael Romero "El Gallina")
-"Juego peligroso" (1966) (episodio de Luis Alcoriza) (BONUS)
Alcoriza llevando el concepto “amor loco” de los surrealistas al límite de la moralidad, de lo verosímil. “A pleno sol” de Clément, Hitchcock, son unos inofensivos juguetes en comparación.
Alcoriza jugando a niño malo, con un puñal en la espalda, con una sonrisa fúnebre.
-"El juego criminal" (1969) Adolfo Arrieta (TOP 100)
Un ejercicio formal anarrativo tan fascinante, misterioso, hipnótico, como el Portabella primerizo de “Nocturno 29” o “Un uomo a meta” de Seta. Imágenes y sonidos, vaciados de significado, de lógica, que sostienen por sí solos el andamiaje dramático, la atención, interés, del espectador. Un juguete cinematográfico sin instrucciones, para cinéfilos sin orejeras, ni casco.
-"Petete y Trapito" (1975) Manuel García Ferré (ampliación) (TOP 100)
¡SALAPÍN! ¡SALAPÓN! ¡SALAPIRI PIRI PIRI PÓN!
Si hay un género incompatible con la idiosincrasia, esencia, del español, ese es el cine de animación. Una categoría cinematográfica que exige de tres virtudes bastante ajenas al común de los españoles: laboriosidad, constancia, y paciencia.
Si en el género de la ficción vamos tirando, con la idea y un par de apaños te puede salir algo presentable, en la animación con eso no tienes ni para empezar. De ahí que la mayoría de películas de animación españolas parezcan eso, simples esbozos, ideas resultonas sin desarrollo, un corta y pega de dibujos, de ilustraciones, que no dibujos animados. Algo que no ha cambiado ni con las nuevas tecnologías, ahora ya ni tan siquiera se necesitan dibujos, el ordenador se encarga de todo, eso que nos ahorramos de trabajo.
Lo único parecido a un estudio profesional, a un director de animación, fueron los estudios Moro, que apenas fueron más allá de lo publicitario, del puro marketing animado, y García Ferré, el único director de animación español con un estilo propio, único, que tuvo la suficiente personalidad, ambición, perseverancia, para labrarse una carrera, un futuro, en el campo de los largometrajes animados. Vamos que el almeriense García Ferré fue nuestro Disney, también posible almeriense, nuestro Miyazaki, nuestro Hnos. Pagot. Que desarrollara enteramente su carrera en la Argentina es lo de menos, los españoles somos así de generosos, de universales.
Antes de que se popularizaran los antidepresivos, los psicoanalistas, ya existía nuestro placebo favorito, Trapito, para despertar las ilusiones perdidas, las conciencias dormidas. Demostrando que la animación adulta para niños, o de niños para adultos, no es incompatible con la profundidad, con la oscuridad. Que se puede hacer una película entretenida, divertida, emocionante, trepidante, de aventuras, idealista, sin descuidar el contenido, el mensaje, la ética, la épica, como sucede con la aterradora "Pinocho".
"Petete y Trapito" es una película tristemente alegre, alegremente triste. Existencialismo conductista, valga la paradoja.
-"Cristofagia" (Cocinar un Cristo) (1976) Javier Krahe (BONUS)
En España la blasfemia religiosa tiene un profundo sentido litúrgico, confesional. Cagarse varias veces al día en Dios es nuestra particular forma de rezar, de invocar lo sagrado. Krahe realiza una devota, sentida, ofrenda cristiana, logrando el milagro de que Cristo se haga carne, cinematográfica.
-"La Vraie Histoire de Gérard Lechômeur" (1980) Joaquín Lledó (TOP 100)
Nos han capado. Nos han cortado las alas. Nos han engañado. Nos han impedido sentirnos orgullosos del cine español, de nuestro pasado. Nos han hurtado la línea diáfana que va de Val del Omar a “El sol del membrillo”. Nos han lavado el cerebro, borrado la memoria. Nos han impedido crecer, aprender, con referentes propios, cercanos. Nos han querido vender, fraudulentamente, que el cine español es Almodóvar, Trueba, Garci, y no son ni la punta del iceberg, son la clase media, las medianías. El cine español fue otra cosa, mucho más libre, arriesgada, radical. Lledó, Arrieta, García-Pelayo, Bollaín, no eran su excrecencia, su margen, eran, es, su centro, su savia, tradición. Un cine en comunión directa con el presente, con la vida, sin caer en el realismo, en el ombliguismo, en el escapismo, sin olvidar al espectador, ni dejar de jugar con el lenguaje. Un cine joven, moderno, actual, que automáticamente hace envejecer 50 años a Serra, Lacuesta, Rosales, Guerín. “El desdichado” es un sobre sorpresa, un Eustache perdido en un Keuken, o al revés, reflejado en Schroeter.
-"Apaga... y vámonos" (1981) Antonio Hernández (BONUS)
Corto y pego el texto que la protagonista, y lo más destacable, brillante, con diferencia, de la película, la gran actriz y escritora Virginia Mataix, ha escrito, generosamente, a petición mía, en su blog (http://desdemirefugiovirginiamataix.blogspot.com.es/) sobre la película.
"Este es un artículo-memorias dedicado a aquellas personas que aún me recuerdan, me escriben y quieren que cuente un poco de historia de las películas en las que intervine y en que condiciones se realizaron.Gracias a los que me escribís.Me habéis dado ánimo para ir escribiendo algunas anécdotas
Corrían tiempos aciagos en España. UCD con Adolfo Suarez, ahora con la enfermedad de Alzheimer, iba próximo a ser resquebrajado por los socialistas de Alfonso Guerra y Felipe González. Había una crisis tremenda y un desempleo juvenil para recién licenciados en carreras tanto de letras como de ciencias. El cine , en Madrid era una salida a borbotones de todo el color reprimido durante tantos años de franquismo y películas que llamábamos españoladas.Frente a producciones de Vicente Escrivá de capa caída empezó a florecer Pedro Almodóvar , Fernando Trueba, Fernando Colomo y un chaval que tenía una imaginación prodigiosa , Antonio Hernández que había obtenido un premio en el Festival de Valladolid en 1980 por su película "F.E.N.", sobre la represión de los curas en un colegio religioso. Había sido reseñada por la crítica de entonces como una brillante cinta.Pero a Antonio Hernández, los que lideraban el grupo de "comedia madrileña", aún le ninguneaban.
Un día de agosto conocí a Antonio en el pequeño estudio que tenía el entonces mi novio, actor del T.E.I, Jose María Muñoz y uno de los protagonistas de F.E.N. junto a Jose Luis López Vázquez y Héctor Alterio y Luis Politi, este último muy callado siempre y observador, excepto cuando se desataba a cantar tangos. Acababa yo de terminar "Siete días de enero" y "La mano negra" y mi carrera prometía.
Fuímos a cenar esa misma noche a una tasca, creo que al Bocho o al Comunista y Antonio parecía un chico recién llegado de provincias (de un pueblo de Salamanca) con más agudeza visual y emocional que uno de la capital. Era un chico de 26 años, sanote, seguro, con un sentido del humor disparatado, sin ser cáustico ni malintencionado con nadie.No juzgaba a nadie. No bebía, ni consumía drogas y tenía una imaginación desbordante que se aproximaba al surrealismo de Fernando Fernán Gómez, Edgar Neville....muy distante de comprometerse políticamente. Era un artista y tenía un compromiso con el arte. No le importaba arriesgar su casa, hipotecarla para fabricar una historia en la que creía de forma segura. Infundía confianza y bondad.
Me embarcó al poco tiempo en un proyecto que sonaba marciano.Una cantautora con su guitarra que no triunfa, un inventor de naves espaciales que ha descubierto un planeta llamado Vesta y que es mejor que la Tierra y un licenciado en económicas en paro contínuo que roba a la cantante y que desea robar el Banco de España.
Decidímos rodarla en cooperativa, tanto técnicos como actores. Con excepción del Director de Fotografía, Teo Escamilla, uno de los grandes entonces, que bebía como una cuba y nos dio muchos disgustos durante el rodaje. Además era misógino y cizañoso. Antonio Hernández tuvo un gran aguante con él, no se de donde sacaba ese talante optimista. Sacaba lo mejor de tod@s nosotr@s.
Antonio me permitió ser más yo, componer letras de las canciones, volver a cantar, tocar la guitarra, sacar mi parte borde sin sonrisa, decía que estaba harto de verme sonreir tanto en las otras películas y de aparentar tanta ingenuidad. Y bueno, le di un poco de guerra, porque me cogí una de mis bronquitis habituales y cada día de rodaje se me hacía eterno.La diseñadora del vestuario fue Agata Ruíz de la Prada, que era una niña divertida y muy trabajadora.
Antonio y yo mantuvímos una amistad muy cercana y comprometida, pero nunca volvió a llamarme para hacer otra película con él. La película quedó como una película que denominan "de culto" y no pasó de cuatro semanas en cartelera. La élite de directores y productores elogiaron mi trabajo y ese año solo participé en una película también "política" "La fuga de Segovia" de Imanol Uribe, con el cual no pude repetir por estar yo comprometida en una serie de TVE1 durante dos años "Para Elisa".
Nunca entendí muy bien porqué ni siquiera me llamó para hacer un papel, incluso más secundario, en alguna de sus películas o series posteriores. Los directores son como cualquier profesional de las artes, unas veces son muy fieles con su equipo y otras nada.
Pero es una de las interpretaciones que elaboré con él. Me dirigió , me puso límites e incluso me obligó a sacar la voz de pito que me trabajé con Antonio.
Sigo viendo sus películas y me parece uno de los mejores directores de este país. Nunca cobramos una peseta de la película. Mereció la pena."
-"Pares y Nones" (1982) José Luis Cuerda (BONUS)
Si sale pares, follas, si sale nones, te follan.
Hubo un tiempo en este país, muy parecido al actual, los años 70 y 80, en el que a falta de dinero, había talento, ideas, alegría. Estos jóvenes directores, en gran parte debutantes, en lugar de hacer películas escapistas, ensimismadas, formalistas, autoristas, cogieron el toro por los cuernos, el mundo por montera, y realizaron una serie de películas en las que reflejaban espontáneamente sus vivencias diarias, cotidianas, adobadas por un saludable, desprejuiciado, sentido del humor, del amor. Un espíritu libertario, un elogio del cachondeo, una inocencia, ingenuidad, falta de vergüenza, de sentido del ridículo, de distancia, hace tiempo ausentes del cine español.
“Pares y Nones”, con sus virtudes y sus defectos, que los tiene, no hablamos de una obra maestra en el sentido académico, perfeccionista, del término, aquí prima, vence, el contenido sobre la forma, como tiene que ser, no es cine, cocina, posmoderna, impostora, para alopécicos, para anoréxicos, podría servir como ejemplo para ilustrar esta época gloriosa, cercana, del cine español. Un conjunto de amigos que se juntan para realizar una película casi con lo puesto, la gran mayoría de las comedias madrileñas fueron realizadas en cooperativa, y que sin apenas pretenderlo, realizaron un ajustado retrato generacional, que por supuesto bebe del cine de Rohmer, Truffaut o Eustache, más unos toques de Woody Allen, reinterpretándolos de forma despendolada, llevándolos a una dimensión más carnívora, más real, las pajas mentales se transforman en pajas a secas. En la actualidad se juntarían para realizar un corto cortito, o una estúpida película de terror, de extraterrestres, o de superhéroes. Hemos pasado de la benefactora influencia de las comedias de la nouvelle vague al infantilismo americano.
Al contrario que las películas de Rohmer, los personajes de “Pares y Nones” utilizan un lenguaje vivo, no teatral, lleno de expresiones vulgares y/o callejeras, de uso diario, ordinario, sin caer en la zafiedad del torrentismo, del aidismo. Aquí no hay una apología, glorificación, de la ignorancia, de la incultura, sólo la introducción de vidilla, de cuerpo, en el lenguaje culto, intelectual, siguiendo la tradición de la picaresca literaria española. Impagable escuchar a Resines y a Silvia Munt soltando: ¡Vete a la mierda, coño!, o cabrón, imbécil. Los personajes de Cuerda se dejan llevar por sus instintos, por sus caprichos, cometen errores, torpezas, son humanos, demasiado humanos, inconformistas, quejicas, culos de mal asiento, no son hipócritas cristianos y de derechas, más bien treintañeros culturetas desencantados, que todavía no han perdido del todo la ilusión por la vida, que luchan a pesar de sus indecisiones, de sus excusas, por conseguir sus sueños, sus infantiles fantasías. No son derrotistas, conservadores, cobardes, como los tristones peterpanes del cine español actual, tienen sangre en las venas, empaque, casta. La generación de los 70 y 80, amaba el cine, y la vida, a partes iguales, la actual, la de los jóvenes viejos, sólo ama, se aferra, al cine, como válvula de escape, de huída, está vacía, muerta, es solo forma, apariencia, sin sustancia, sin chicha, sin duende.
-"Si las mujeres mandaran (o mandasen)" (1982) José María Palacio (BONUS)
O ser mujer, hombre, no es una cuestión biológica, genética, sino una imposición, limitación, social, cultural.
-"Bajo en nicotina" (1984) Raúl Artigot (BONUS)
La versión documental, naturalista, de “Arrebato”. El día a día de un triste, gris, cinéfilo, crítico, o como la abulia, la rutina, conducen a la neurosis, a la psicosis. La “¿Por qué corre el señor R. poseído de una furia homicida?” de Fassbinder del cine español. Casticismo cínico. A la comedia madrileña le sale un grano, en el culo.
-"Las bicicletas son para el verano" (1984) Jaime Chávarri (ampliación) (TOP 100)
Que se hayan hecho cientos de películas sobre la Guerra Civil es lo de menos, lo que realmente se recrimina es que la gran mayoría de ellas son rematadamente malas, profundamente sectarias, ideológicas. En lugar de centrarse en los sentimientos, en el sufrimiento, suelen ser vulgares vehículos de resentimiento, panfletos ideológicos. Todos sabemos quienes eran los malos, los golpistas, el problema es que esos malos no son indios americanos, que tras de cornudos apaleados, son vecinos, amigos, o miembros de la familia. Juzgarlos a la ligera, es juzgarnos a la ligera. Vencedores, beneficiados, fueron cuatro, con nombres y apellidos. Vencidos, víctimas, la práctica totalidad de los españoles, la masa anónima, de un bando y de otro, los civiles, que no fueron invitados ni a su propio entierro.
Todas las películas bélicas, centradas en los combates, en la vida castrense, carecen completamente de interés, son divertimentos para psicópatas, para nacionalistas. Las únicas películas centradas en la Guerra Civil que tienen algún sentido, valor, son las que ponen el foco en el día a día, en la cotidianeidad de los civiles sitiados, bombardeados, masacrados, los verdaderos sufridores de las guerras, los militares se limitan a hacer su sanguinario trabajo, me refiero a los mandos, los soldados son unos mandados. “Las bicicletas son para el verano”, y el genial libro “Celia en la Revolución” de Elena Fortún, se centran precisamente en eso, en el sufrimiento, en el hambre, en el miedo, que nada tienen de heroicos, ni de espectaculares. Lo único heroico, espectacular, consiste en sobrevivir, en sostener con estoicismo un gris presente sin mañana, ni alegrías, pero con sentido del humor.
Quien prefiera una sucesión de matanzas, de muertos sin rostro, de violentos y asépticos asesinatos militares, o valerosas operaciones resistentes, que se pase por cualquier basura americana, tanto clásica, como moderna, de Walsh a Tarantino pasando por Spielberg. Sin ética no hay estética, sin milicos no hay guerra.
"-¡La madre que los parió!
-¿A quién?
-¡Y yo que sé! "
-"Epílogo" (1984) Gonzalo Suarez (BONUS)
El proceso creativo en directo, la realización de una película en tiempo real, imaginario.
-"Soldados de plomo" (1984) José Sacristán (TOP 100)
Comencemos por lo anecdótico, por lo sentimental. Desconocía que la película había sido rodada en Valladolid. Encontrarte de repente, de sopetón, con la Plaza Mayor y sus soportales, la zona de la Antigua, el Portu, la desaparecida tienda de discos FOXY en el Pasaje Gutiérrez, la vieja Estación del Norte, lugares de mi infancia, es algo para lo que no estaba preparado. A lo que hay que sumar las calles llenas de R-8 blancos, y el nombre Dimas, un compañero del colegio. Lo curioso es que esta regresión al pasado, a la infancia, es similar a la que experimenta el protagonista de la película, una especie de nostalgia distanciada, sin saudade.
Que sea una ópera prima, el debut de Sacristán como oficiante, resulta increíble, todo en ella respira madurez, sabiduría, poso, cinematográfico, algo que no me esperaba de José Sacristán, un reconocido amante del teatro, y de Mankiewicz. Me esperaba más bien una aproximación al cine cercana a la del descomunal actor Fernando Fernán-Gómez, un gran ilustrador de obras de teatro sin apenas cine, con las excepciones de “Manicomio” y “El extraño viaje”.
Puede parecer exagerado, pero la película tiene la grandeza, el cuajo, del mejor Regueiro, del mejor Erice. Alcanza la misma altura de “Padre nuestro” y “El espíritu de la colmena”, e incluyo la genial fotografía, el montaje, la planificación, la dirección artística, no sólo la magistral dirección de actores de José Sacristán, que para colmo se auto-dirige en una soberbia actuación, en un alarde de chulería, de sobradez. Las tres fusionan, actualizan, el pasado, con idéntica brillantez, solvencia. Y si está algo más cercana a Regueiro, es porque comparten el mismo sentido del humor, de la ironía, la misma gravedad ligera. Ángel Fernández-Santos y Eduardo Mendoza son almas gemelas, dos castizos zorrillescos.
-"Stico" (1985) Jaime de Armiñán (ampliación) (TOP 100)
"No somos libres ni para decidir dejar de ser libres". Punto en boca.
Todas las contradicciones, bajezas, del capitalismo, de la democracia, del cristianismo, diseccionadas en clave de humor, negro betún. Con una mala leche, sorna, crueldad, bastante inéditas en el habitualmente campechano, buenista, Jaime de Armiñán. O más bien un inocente con doblez, con retranca, como las canciones de “Vainica Doble”.
La esclavitud como forma de tiranía, de dependencia, del verdugo sobre la víctima. La sumisión, la obediencia, como acto de rebeldía, de transgresión. El Capital, la Religión, humillados, vejados, por la Anarquía, la Libertad. Una inocentada de Armiñán contra la hipocresía, la doble moral, con regusto a atentado.
-"Espérame en el cielo" (1988) Antonio Mercero (ampliación) (TOP 100)
LA PELÍCULA sobre el franquismo, sobre Franco.
Hay dos tipos de transgresión, la superficial, burda, grosera, la acometida por Regueiro en "Madregilda", excrecencia directamente derivada, inspirada, en ésta, y la sutil, soterrada, profunda, de Mercero en "Espérame en el cielo". La primera es la que suele llegar con más facilidad al público masivo, y a la crítica, amantes de lo aparente, de lo artificioso, del esperpento. La mala ostia con gusto, elegancia, inteligencia, pasa más desapercibida, es incomprendida, menospreciada.
"Espérame en el cielo" es una genial colección de pequeñas transgresiones en segundo plano, o tan en primer plano, que ni se aprecian. El humor negro está disimulado, barnizado, por el humor blanco, inocente, de Mercero. La farsa, la parodia, es atemperada por su increíble capacidad para dotar de ternura, humanidad, a cualquiera de sus personajes. Mercero nunca se ceba, siempre trata de comprender, de darle la vuelta a las cosas, de hallar su contrapunto, su trastienda. Mercero le quita la máscara a Franco, al franquismo, y descubre que detrás no hay nada, ni tan siquiera un hombre, sólo Régimen, en su sentido frugal, frigidez, impotencia, lo que viene siendo un pelele.
La contenida, intensa, actuación de Chus Lampreave, tan desaprovechada por el inútil de Almodóvar, es de otro mundo, lo mismo que la del gran Saza, interpretando al Camarada Sinsoles ("Cara al Sol", que hay que explicarlo todo). La declaración de amor vía NO-DO, y la presencial con la retahíla de manías, de rutinas cotidianas, de las más bellas de la historia del cine. El cachondo video-clip a ritmo de la zarzuela Marina. El teatrillo, el guiñol, en cinco cuadros más un epílogo sobre Franco, con Wagner de fondo. El retrato más mordaz, afilado, sublime, que se ha hecho jamás sobre su personalidad, sobre su falta de ella, digno de Schroeter, Fassbinder o Syberberg.
En definitiva, una maravillosa película de amor, de humor, mudo, con homenajes a Tintín y Lubitsch incluidos, disfrazada de política, de sátira.
"El cine es la calamidad más grande que ha caído sobre el mundo desde Adán a acá. Más calamidad que el diluvio universal, que la Guerra Europea y que la bomba atómica" Padre Ayala, Compañía de Jesús
"Si no quiere tener quebraderos de cabeza, haga como yo, no se meta en política" Paquito Franco
-"Éramos pocos" (2005) Borja Cobeaga (BONUS)
El machismo, la mediocridad, de los españoles, hombres, sin hacer sangre, con humor vasco.
(continuará...)
Remontémonos casi a los orígenes. Las primeras revistas de cine de este entrañable país, eran simples vehículos publicitarios, una colección de fotos con un pequeño texto al pie, e insulsas entrevistas a las estrellonas de turno, en las que por supuesto el cine era lo de menos, lo importante eran las anécdotas de rodaje y la vida privada de los actores, a lo mejor os recuerda a algunas actuales. Si a algún lector de estas revistas le hubieran dicho que las películas se hacían con una cámara seguramente hubiera esbozado una carcajada, o una risa nerviosa. Pero no seamos masoquistas, esta situación de cándida inocencia, de virginidad contemplativa, era, por desgracia es, generalizada, universal. De hecho el cine clásico era, es, en su mayor parte, igual de ingenuo, de pueril, que los escapistas espectadores a los que iba dirigido, ya no digamos el cine posmodernista. El cine era un mero entretenimiento, y cumplía su función a la perfección, que no es poco. Como bien dice Duras, hay espectadores que no están dispuestos a crecer, a ver una película en profundidad, descendiendo a la sintaxis, así les maten. No quieren perder la ingenuidad, la ilusión, la magia, que les desvelen, revelen, el mecanismo interno del juguete. Actitud conformista, conservadora, superficial, ignorante, que llevan a todas las facetas de su vida, de un forzado, esforzado, nube rosa pastel.
Y desde luego si no les ayudan a hacerlo, no les dan las herramientas, menos todavía. Para valorar la gramática de una película, el paso previo es saber que existe. La gran mayoría de los espectadores cuando ven una película son incapaces de apreciar el encuadre, la composición del plano, el montaje. Lo que discurre ante sus ojos es un todo continuo, una excusa para desarrollar unos personajes, una historia, un argumento, un mal necesario. Se meten tan dentro de la película que no van más allá. Cosa que no está mal, incluso es deseable, en un primer visionado. El problema es cuando no existe un segundo visionado, lo más habitual, o cuando los posteriores visionados son igual de mecánicos, de automáticos. Repito que la culpa no es de ellos, no se puede echar de menos lo que no se conoce, nadie nace aprendido. La culpa era, es, de esas revistas, de esos críticos, que se quedaban, se quedan, en la mera superficie argumental de las películas sin descender al lenguaje, al cine. Con la reseña y una estúpida valoración, puntuación, van que chutan, y el espectador, el lector, encantado, cuanto menos esfuerzo tengan que hacer mejor para todos. Si el crítico sitúa el nivel de comprensión de una película en el 1, su trabajo también es mucho más sencillo, se puede realizar con plantilla.
Luego el principal responsable de la ignorancia del espectador, del lector, la tiene el crítico, que interesadamente, rebaja el nivel, y devalúa, conscientemente, la historia del cine. Se puede dar el caso de que no dé más de sí, de que sea su nivel real, y se niegue por indolencia a elevarlo, para que no le exijan de más. La típica advertencia al trabajador novato por parte de los veteranos cuando entra en un puesto nuevo, tómatelo con calma, no hay prisa. Cuanto más afilado esté el morro, la mirada, del espectador, más compleja, más exigente, más cuestionada, criticada, será la labor del crítico, generalmente muy inseguro de sus propios conocimientos. Algo que realmente les aterra, como a los políticos, que prefieren un público, un pueblo, ignorante, desinformado, sumiso, seguidista.
Mejor rebajar el nivel, sin demasiadas resistencias, reticencias, ser condescendiente, paternalista, sentirse superior, una elite, que ayudar a crecer al espectador, a situarse al mismo nivel, incluso superior, que la del crítico, que la del creador. A ver si a lo tonto estamos alimentando al futuro monstruo que nos va a quitar el pan, cuanta menos competencia mejor. Eso de la selección natural, del continuo aprendizaje, actualización, lucha, es para los ateos. Ser crítico es una elección divina, un título, de por vida, y heredable, si te apellidas Trueba. El cine para ellos es un medio, de sustento, de supervivencia, no un fin en sí mismo. Internet les ha puesto en su sitio, un asiento más en el Fondo Norte de la cinefilia. Su capacidad de influencia está bajo mínimos, y por mucho que se aferren a sus puestos designados a dedo, cada vez peor remunerados, el momento del fin está llegando. Las revistas y periódicos en papel, el periodismo supuestamente profesional, especializado, tiene los días contados. Hay demasiado amateur, en el buen sentido, con talento, medios y tiempo libre, dispuesto a dinamitar el sistema de privilegios, de castas, de enchufismos, de amiguismos, y por la cara, sin necesidad de palmaditas en la espalda.
Fruto de todos estos años, décadas, de desinformación interesada, deliberada, hay que alimentar el negocio de las Escuelas de Cine, de los Másters, Seminarios y Talleres universitarios, habitual sobresueldo de los críticos, y de los directores frustrados, el nivel del espectador español medio, y su número, de la crítica española, tanto amateur como profesional, no ha variado apenas desde los albores del cine. Incluyo casi todas las revistas independientes que han habido, hay, y habrán, que lejos de ofrecer una alternativa al sistema, de erigirse en enseñantes, en ayudantes, se han limitado a ofrecer un limitado, sectario, surtido de nombres alternativos, generalmente de la misma cuerda y/o amigos, con un lenguaje si cabe más rebuscado, y completamente alejado del común de los mortales, que no tienen porque ser semióticos ni haber estudiado ninguna filología. Han ampliado el foco, temporalmente, la constancia, longevidad, no es una de sus virtudes, pero no han conseguido que la luz sea más intensa, ni permanente, que llegue a más gente, que se asiente. Han servido a los intereses de los directores, y no al cine, a las películas, ni a los espectadores. Han convertido la crítica en una estúpida, enloquecida, carrera por encontrar nuevas vetas, nuevos filones, en una mina ya casi exhausta, que se va derrumbando a cada nuevo paso, enterrando todo lo encontrado anteriormente. En lugar de afianzar, apuntalar, cada nuevo túnel, hasta conseguir el suficiente número de espectadores para que se sostengan solos sin necesidad de ayuda. Una desesperada apuesta por el todo vale, por la cantidad. Un disparar en todas las direcciones con la esperanza de concitar alguna atención, reconocimiento, o su contrario, igual de pernicioso, apostar por la forzada diferenciación, por un reducido número de directores, en lugar de apostar por un determinado número de películas, que reflejen una personal forma de ver, entender, el cine, la vida.
Es preferible enseñar una sola, y maniquea idea, meridianamente clara, como hizo Bresson con sus “Notas para el cinematógrafo”, que defender una cosa y la contraria para tratar de contentar a todo el mundo. La crítica funciona por acumulación, por indefinición, por personalización, reivindicando, mezclando, lo valioso y lo mediocre de un mismo director sin discriminar, sin seleccionar, como si fueran vulgares historiadores que se limitan a coleccionar datos, con la secreta esperanza de que sea al propio espectador, lector, el que encuentre un sentido, el hilo, las pepitas, que ellos no han sabido encontrar, reconocer.
Leyendo cualquier historia del cine español, tanto actual como antigua (las franquistas por seguir a pies juntillas la consigna del una y grande, aunque fueran muchas y pequeñas, ningún crítico de la época es fiable, ninguno, las democráticas porque fusilan, obvian, todo lo anterior, por motivos ideológicos, salvo Berlanga y Bardem, y desconocen todo el cine marginal y el realizado en el exilio), te queda la sensación de que todo es lo mismo, que las miles de películas que se han hecho en España tienen todas idéntico valor, importancia. En lugar de fomentar el amor por el cine español, ser una guía de iniciación, un estímulo, solo provocan pereza. Hasta las antologías críticas siguen criterios matemáticos, autorales, si eres un mediocre hiperactivo como Ozores o Jess Franco, tienes aseguradas varias entradas, lo excepcional no tiene cabida, espacio, cuando esa es la principal grandeza de una cinematografía, sus películas diferentes, únicas, radicales. Son mucho más valiosos, interesantes, libros como “Directores españoles malditos”, a pesar de los superficiales, prejuiciosos, indocumentados, comentarios de Augusto M. Torres, o la atinada selección que hizo Fotogramas en los 90 de películas de culto del cine español (no he parado hasta conseguir verlas casi todas, labor que me ha llevado años de rastreo, de dar el coñazo por la red, ya que para variar, eran invisibles, ya no) que me hicieron descubrir cientos de películas desconocidas, que otros como “Antología crítica del cine español”, coordinado por Julio Pérez Perucha, que es una auténtica colección de desmanes, de películas mediocres, infumables, o que listas como la de “Las 50 mejores películas españolas del siglo XX” según Rock de Lux, que al ser un refrito, fundición, de listas de varias personas, la mayoría con un conocimiento del cine español bastante reducido, estándar, convencional, se acaban cayendo las excepcionales, las más libres, quedando las mismas de siempre, las que los críticos repiten como loritos desde el franquismo sin tan siquiera haber visto, la única explicación racional que le encuentro a que figuren películas mediocres como “A tiro limpio”, “Atraco a las 3”, “Los tarantos”, “El otro barrio” o “Vacas”, de hecho me sobran 25, y me faltan 75.
El cine español es una cinematografía bastante extensa, y de las más grandes a nivel mundial en términos de valor, en el grupo de las TOP 5, y por la parte alta (Italia, Japón, Francia, EE.UU), pero cualquier selección mayor de 100 películas reduce irremediablemente la calidad del conjunto, mejor que falten, que no que sobren. Si hace unos años me llegan a decir que sería capaz de elaborar una lista de las 100 mejores películas del cine español no me lo hubiera creído, me habría costado mencionar mis 10 favoritas, gracias al milagro de los programas de intercambio, y a los generosos ripeadores, la situación se ha dado la vuelta, y realmente lo que me cuesta es introducir nuevas películas sin ser injusto con las descartadas. Porque por extraño que parezca a estas alturas del invento, de internet, todavía siguen apareciendo bastantes obras maestras ocultas, eslabones perdidos completamente silenciados, sepultados, por los críticos, y por sus compañeros de profesión. La sectaria Pilar Miró, el esquirol Trueba y el empleado de banca Garci son los más canallas, cabrones, a este respecto, despreciando, ninguneando, deliberadamente, para evitar que les quitaran parte de la tarta, merienda de negros, de las subvenciones, el cine español más arriesgado, más radical. De hecho los inútiles de Trueba, Colomo, Saura y Garci, siguen rodando todavía sus mierdas, y verdaderos genios como Picazo, Regueiro o Erice, hace años que están calentando banquillo, viendo como juegan los paquetes. Y no hablo de cine mudo precisamente, el cine español de los 60, 70 y 80, sobretodo el más marginal, e incluyo a los exiliados, es una continua fuente de sorpresas, de deslumbramientos.
La nueva generación de críticos, tanto amateurs como profesionales, con contadísimas excepciones, Luis E. Parés, poco han hecho por cambiar esta triste situación, primeramente porque realmente no les interesa el cine español, como mucho hacer amigos dentro del cine español, que son cosas muy distintas. Si hay que reivindicar a un amigo, o a un colega, como buenos corporativistas, arrastrados, vocacionales, lo hacen de inmediato sin que se les caigan los anillos, o tengan escrúpulos morales, profesionales, cinematográficos. Hoy por ti mañana por mí, hay que engrosar la agenda de contactos que la cosa está muy malita.
Eso sí, si ya les pides que investiguen, que se quemen las pestañas viendo películas españolas, que rastreen cielo y tierra para encontrar nuevos valores, nuevas películas, al margen de la industria y de la feria de vanidades de los festivales, ya no les apetece tanto. La contrapartida es más escasa, no hay nada de lo que fardar, no te los vas a encontrar en los saraos, en las alfombras rojas, ni en los suplementos dominicales, y encima no son extranjeros, y a lo peor hasta compañeros de generación, lo que faltaba, resaltar el talento ajeno para que por comparación, yo triste, amargado, frustrado, crítico, parezca más pequeño, insignificante. ¡No hija no!, un filipino de mi edad no deja de ser eso, un puto filipino, un extraterrestre tercermundista que ni habla español, a los españoles que los reivindiquen fuera, ¿no son tan buenos?, siempre habrá algún argentino despistado que los apoye, que los adopte. El falso prestigio, resplandor, de lo europeo, como si los españoles lo fuéramos, tira mucho, tener amigos gallegos da carta de naturaleza, es cool.
Si están muertos ya ni te digo, ¿qué sentido tiene reivindicar una obra maestra del pleistoceno si puedo inflar el globo de un mediocre que me contesta a las llamadas, me pasa los guiones, me deja acudir a los rodajes, me agrega en Facebook y twitter, y me reconoce por la calle cuando me ve? No hay color, todo lo que no sea cine español actual que se encarguen los blogueros, los foreros, que son unos aburridos, unos desaboríos. Hay que estar en el ajo, donde se cuece la posmodernidad , los canapés. El cine español pasado es para nostálgicos, para ñoños. El cine es un invento del mañana, una constante tabula rasa.
Conclusión, que como el cine español anterior no genera beneficios, ya está amortizado, pues que le vayan dando, no vaya a ser que al espectador español le dé por exigir calidad, se nos joda el negocio, y no acudan a ver la ultima mierda subvencionada. A los mediocres críticos, directores, productores, actuales, no hay ningún Guarner, Ángel Fernández-Santos, Val del Omar, Buñuel, Matas ni Querejeta en el horizonte, les interesa que la basura del cine español actual, se compare con la basura del cine americano actual, y no con el grandioso, genial, cine español anterior. Que el incauto espectador pagano español, vaya al cine a ciegas, sin memoria cinéfila. No vaya a suceder que la gente se aficione de verdad al cine de calidad, y empiece a soltar que es el cine español actual el que es una mierda, con contadísimas excepciones, y no el cine español en general.
¡Qué viva el cine español, coño!, el bueno, al resto, ya sea actual o clásico, que le vayan dando. El cine español no es una denominación de origen, es una summa informe, ecléctica, de películas excepcionales, valiosas, sublimes, que le dan cuerpo, prestancia, grandeza, especificidad.
P.D-1: Antolejía del cine español (mayo-2012) (https://hotfile.com/dl/155949000/1055b4c/Antoleja_del_cine_espaol.pdf.html)
P.D-2: Futura actualización de "Antolejía del cine español"
-"España" (1905) Alice Guy (BONUS)
La sucesión de panorámicas más bellas de la historia del cine. Si te olvidas de la fecha, puede pasar por un trabajo de Marguerite Duras, Akerman o Loznitsa. Impagables los bailes flamencos, dignos de salir en “Duende y misterio del flamenco” de Neville.
Para quien no sepa quien es Alice Guy Blaché, hablamos de la primera directora, director, de la historia del cine. La primera en utilizar el cine como narración, y no como un simple tomavistas.
-"Danzas españolas" (1928) Germaine Dulac (BONUS)
Reconozco que la primera vez que lo vi, fui incapaz de verle la grandeza, y la culpa no fue mía, sino de la pachanguera banda sonora añadida. Es como ver el anuncio de un Mercedes con la música de fondo del organillo de la cabra. Esta segunda vez el corto lo he visto sin sonido, como fue gestado, y se ha hecho la luz. Sobretodo en su primera parte "Córdoba" de Albéniz, la genial deconstrucción de un baile flamenco de la salerosa Carmencita García. Un conjunto de fogonazos, de fragmentos, que en la mente se transforman en un plano general. Dulac aisla todos los componentes de una juerga flamenca para dotarlos de mayor intensidad, alegría, duende.
-"La aldea maldita" (1930) Florián Rey (ampliación) (TOP 100)
Honor, o amor.
Una película que comienza con el intertítulo: "Sobre las ruinas de Castilla", no puede ser mala, y por supuesto no lo es, todo lo contrario, la mejor, la única, película importante que se realizó en España durante el periodo mudo, equiparable a las grandes obras maestras del cine mudo mundial. Y que no puede considerarse sonora solo porque no tiene sonido, aunque no haga falta, porque las imágenes se oyen, tal es su fuerza expresiva, vocativa, haciendo completamente innecesarios los intertítulos. De hecho Florián Rey hizo una segunda versión sonora doce años después, sustituyendo los molestos intertítulos por palabras audibles y le quedó una película muda, teatral, sin cine.
Por mucho que se trate de reivindicar al diseñador de trucajes, o aprendiz de mago, de Meliès, Segundo de Chomón, el cine mudo español es, y será siempre, "La aldea maldita", la "Surcos" silente. El perpetuo éxodo, éxtasis, castellano, reflejado con grandeza, sobriedad, austeridad, imaginera.
-"Entierro de un funcionario en primavera" (1958) José María Zabalza (BONUS)
El eslabón perdido, junto con la maldita “Manicomio”, que anticipa, justifica, “El cochecito”, “El verdugo”, “Corral de muertos” (también la surrealista “La garbanza negra que en paz descanse”). Una grotesca, tosca, amateur, sátira sobre la muerte, contra el matrimonio, llena de mala ostia, de bilis. La “Prima comunione” (Blasetti) del cine español. Mihura + De la Serna + Valle Inclán + Jarry + Ionesco, cine mudo sonoro, cine del absurdo.
“La productora no tiene nada que agradecer a las embajadas de China y Afganistán ya que no han intervenido para nada en la realización de la misma”
-"Rapsodia de sangre" (1959) Antonio Isasi-Isasmendi (TOP 100)
Los españoles somos tan inconscientes, tan impulsivos, que creyendo hacer una cosa, realizamos exáctamente la contraria. Isasi está convencido de servir a los intereses del franquismo con ciega, cerril, vocación, y le sale una película anti-franquista, libertaria.
Isasi, y la censura, eran tan cortitos, tan literales, que ni tan siquiera consideraban la posibilidad de que el espectador español pudiera tener la capacidad para desarrollar metáforas, pensamiento abstracto. Que una película sobre la resistencia húngara contra la ocupación rusa pudiera ser interpretada como una condena de los totalitarismos, de las dictaduras, del franquismo. El azul mahón combina demasiado bien con el rojo sangre.
Isasi se marca una ingenua, maniquea, película soviética, puro Kalatozov, pura potencia visual, para denunciar el comunismo, un auténtico contrasentido. Un intento de despreciar, difamar, al enemigo, que se da la vuelta convirtiéndose en un ditirambo, en un elogio. Que grandes, que tolones, somos los españoles. "Rapsodia de sangre" es la película política, de resistencia, de maquis, formalmente más poderosa, deslumbrante, de la historia del cine español, su "Cuando pasan las cigüeñas", su "Soy Cuba".
-"Cena de matrimonios" (1962) Alfonso Balcázar (BONUS)
España siempre ha sido muy taurina, la sombra de los cuernos gravita en demasiados espejos, sobretodo en el de los infieles. Al cornudo del infiel solo le separa, une, una cremallera. La única diferencia entre “La ruleta china” y “Cena de matrimonios” es que la de Fassbinder es en color, ambos salvan el escollo de la teatralidad, del escenario único, a base de talento, de suspense, cinematográfico, como Buñuel en “El ángel exterminador”. Las dos películas llevan el juego de la verdad, de la amoralidad, de la hipocresía, hasta las últimas consecuencias, dejando desnuditos, sin justificaciones, coartadas, a todos los protagonistas. Incluido el detonante, el borracho lúcido, el artista amargado, resentido, sujeto esencial en cualquier fiesta burguesa, colectivo masoquista donde los haya, es lo que tiene la mala conciencia, la ausencia de conciencia de clase. Como la película está realizada durante la dictadura, el pegote moralista final es mejor obviarlo, no empaña la genial destilación hacia el abismo anterior, la precisa progresión de la frivolidad, de la alta comedia, al juicio sumario, a la tragedia.
-"Cristo en la ciudad" (1962) Marcel Hanoun (BONUS)
Es difícil hacer un corto en blanco y negro sobre una Procesión de Semana Santa, y que no te salga algo apañado, vistoso, las tres cuartas partes del trabajo te las dan hechas, y si las Imágenes, los Pasos, proceden de la de Valladolid, basta con encender la cámara. Más o menos lo que hace Hanoun, dejarse empapar por el patetismo del ambiente, sin demasiadas interferencias, sólo una banda de sonido con vocación de experimental, que ejerce de extrañamiento, y que inevitablemente, remite a Val del Omar, como todo lo que concierne a España. Como buen francés, Hanoun es más correcto, equilibrado, y por lo tanto, menos potente, sublime. Para los vallisoletanos, tiene a mayores el aliciente de tratar de rastrear lugares conocidos y/o desaparecidos, como el Teatro Pradera, el primer cinematógrafo de la ciudad, situado a la entrada del Campo Grande y que es la primera vez que lo veo en vivo, en pie.
-"El arte de vivir" (1965) Julio Diamante (TOP 100)
Del idealismo, la juventud, la izquierda, al cinismo, la "madurez", la derecha, en apenas ochenta minutos de cine español con mayúsculas, del fuera de categoría, "La tía Tula", "Calle Mayor", "El buen amor".
Incomprensible que tengamos que comernos la mierda de Almodóvar a paladas, un director que no podría entrar ni en una hipotética lista de los diez mejores realizadores españoles, un minuto de "Arrebato" vale por toda su filmografía, exceptuando "Mujeres al borde de un ataque de nervios", y que el verdadero, valioso, cine español, permanezca en la sombra, oculto. Una sombra que podría ser si cabe más alargada si no llega a ser por la edición de una Caja de 6 DVDs por parte de la Junta de Andalucía, que no tuvo continuidad con otros directores andaluces, y que por supuesto ha tenido nula repercusión crítica, tanto profesional como amateur, ni tan siquiera entre los críticos andaluces, que por lo visto pican más alto, más fuera, y Val del Omar, Picazo, Summers, Escamilla, Josefina Molina, García-Pelayo, Bollaín, y el gaditano Julio Diamante, les vienen pequeños, cercanos.
Quien considere "La vida sigue" de Fernando Fernán-Gómez una obra maestra, no es mi caso, va a tener que inventar un concepto nuevo para definir "El arte de vivir". La culpa del estado comatoso del cine español actual la tienen única y exclusivamente los críticos. Cine español de calidad, sublime, lo hay a paletadas. La gran putada es que hay que remover varias capas de tierra, de mierda, para poder encontrarlo, porque los indolentes, cortoplacistas, críticos, y sus recurrentes, ignorantes, listas, se han encargado de enterrarlo, de sepultarlo, muy profundo, en oscuras Filmotecas.
"No hay más verdad que la muerte. No hay quien me lo contradiga" (escupido por el genial cantaor jiennense Rafael Romero "El Gallina")
-"Juego peligroso" (1966) (episodio de Luis Alcoriza) (BONUS)
Alcoriza llevando el concepto “amor loco” de los surrealistas al límite de la moralidad, de lo verosímil. “A pleno sol” de Clément, Hitchcock, son unos inofensivos juguetes en comparación.
Alcoriza jugando a niño malo, con un puñal en la espalda, con una sonrisa fúnebre.
-"El juego criminal" (1969) Adolfo Arrieta (TOP 100)
Un ejercicio formal anarrativo tan fascinante, misterioso, hipnótico, como el Portabella primerizo de “Nocturno 29” o “Un uomo a meta” de Seta. Imágenes y sonidos, vaciados de significado, de lógica, que sostienen por sí solos el andamiaje dramático, la atención, interés, del espectador. Un juguete cinematográfico sin instrucciones, para cinéfilos sin orejeras, ni casco.
-"Petete y Trapito" (1975) Manuel García Ferré (ampliación) (TOP 100)
¡SALAPÍN! ¡SALAPÓN! ¡SALAPIRI PIRI PIRI PÓN!
Si hay un género incompatible con la idiosincrasia, esencia, del español, ese es el cine de animación. Una categoría cinematográfica que exige de tres virtudes bastante ajenas al común de los españoles: laboriosidad, constancia, y paciencia.
Si en el género de la ficción vamos tirando, con la idea y un par de apaños te puede salir algo presentable, en la animación con eso no tienes ni para empezar. De ahí que la mayoría de películas de animación españolas parezcan eso, simples esbozos, ideas resultonas sin desarrollo, un corta y pega de dibujos, de ilustraciones, que no dibujos animados. Algo que no ha cambiado ni con las nuevas tecnologías, ahora ya ni tan siquiera se necesitan dibujos, el ordenador se encarga de todo, eso que nos ahorramos de trabajo.
Lo único parecido a un estudio profesional, a un director de animación, fueron los estudios Moro, que apenas fueron más allá de lo publicitario, del puro marketing animado, y García Ferré, el único director de animación español con un estilo propio, único, que tuvo la suficiente personalidad, ambición, perseverancia, para labrarse una carrera, un futuro, en el campo de los largometrajes animados. Vamos que el almeriense García Ferré fue nuestro Disney, también posible almeriense, nuestro Miyazaki, nuestro Hnos. Pagot. Que desarrollara enteramente su carrera en la Argentina es lo de menos, los españoles somos así de generosos, de universales.
Antes de que se popularizaran los antidepresivos, los psicoanalistas, ya existía nuestro placebo favorito, Trapito, para despertar las ilusiones perdidas, las conciencias dormidas. Demostrando que la animación adulta para niños, o de niños para adultos, no es incompatible con la profundidad, con la oscuridad. Que se puede hacer una película entretenida, divertida, emocionante, trepidante, de aventuras, idealista, sin descuidar el contenido, el mensaje, la ética, la épica, como sucede con la aterradora "Pinocho".
"Petete y Trapito" es una película tristemente alegre, alegremente triste. Existencialismo conductista, valga la paradoja.
-"Cristofagia" (Cocinar un Cristo) (1976) Javier Krahe (BONUS)
En España la blasfemia religiosa tiene un profundo sentido litúrgico, confesional. Cagarse varias veces al día en Dios es nuestra particular forma de rezar, de invocar lo sagrado. Krahe realiza una devota, sentida, ofrenda cristiana, logrando el milagro de que Cristo se haga carne, cinematográfica.
-"La Vraie Histoire de Gérard Lechômeur" (1980) Joaquín Lledó (TOP 100)
Nos han capado. Nos han cortado las alas. Nos han engañado. Nos han impedido sentirnos orgullosos del cine español, de nuestro pasado. Nos han hurtado la línea diáfana que va de Val del Omar a “El sol del membrillo”. Nos han lavado el cerebro, borrado la memoria. Nos han impedido crecer, aprender, con referentes propios, cercanos. Nos han querido vender, fraudulentamente, que el cine español es Almodóvar, Trueba, Garci, y no son ni la punta del iceberg, son la clase media, las medianías. El cine español fue otra cosa, mucho más libre, arriesgada, radical. Lledó, Arrieta, García-Pelayo, Bollaín, no eran su excrecencia, su margen, eran, es, su centro, su savia, tradición. Un cine en comunión directa con el presente, con la vida, sin caer en el realismo, en el ombliguismo, en el escapismo, sin olvidar al espectador, ni dejar de jugar con el lenguaje. Un cine joven, moderno, actual, que automáticamente hace envejecer 50 años a Serra, Lacuesta, Rosales, Guerín. “El desdichado” es un sobre sorpresa, un Eustache perdido en un Keuken, o al revés, reflejado en Schroeter.
-"Apaga... y vámonos" (1981) Antonio Hernández (BONUS)
Corto y pego el texto que la protagonista, y lo más destacable, brillante, con diferencia, de la película, la gran actriz y escritora Virginia Mataix, ha escrito, generosamente, a petición mía, en su blog (http://desdemirefugiovirginiamataix.blogspot.com.es/) sobre la película.
"Este es un artículo-memorias dedicado a aquellas personas que aún me recuerdan, me escriben y quieren que cuente un poco de historia de las películas en las que intervine y en que condiciones se realizaron.Gracias a los que me escribís.Me habéis dado ánimo para ir escribiendo algunas anécdotas
Corrían tiempos aciagos en España. UCD con Adolfo Suarez, ahora con la enfermedad de Alzheimer, iba próximo a ser resquebrajado por los socialistas de Alfonso Guerra y Felipe González. Había una crisis tremenda y un desempleo juvenil para recién licenciados en carreras tanto de letras como de ciencias. El cine , en Madrid era una salida a borbotones de todo el color reprimido durante tantos años de franquismo y películas que llamábamos españoladas.Frente a producciones de Vicente Escrivá de capa caída empezó a florecer Pedro Almodóvar , Fernando Trueba, Fernando Colomo y un chaval que tenía una imaginación prodigiosa , Antonio Hernández que había obtenido un premio en el Festival de Valladolid en 1980 por su película "F.E.N.", sobre la represión de los curas en un colegio religioso. Había sido reseñada por la crítica de entonces como una brillante cinta.Pero a Antonio Hernández, los que lideraban el grupo de "comedia madrileña", aún le ninguneaban.
Un día de agosto conocí a Antonio en el pequeño estudio que tenía el entonces mi novio, actor del T.E.I, Jose María Muñoz y uno de los protagonistas de F.E.N. junto a Jose Luis López Vázquez y Héctor Alterio y Luis Politi, este último muy callado siempre y observador, excepto cuando se desataba a cantar tangos. Acababa yo de terminar "Siete días de enero" y "La mano negra" y mi carrera prometía.
Fuímos a cenar esa misma noche a una tasca, creo que al Bocho o al Comunista y Antonio parecía un chico recién llegado de provincias (de un pueblo de Salamanca) con más agudeza visual y emocional que uno de la capital. Era un chico de 26 años, sanote, seguro, con un sentido del humor disparatado, sin ser cáustico ni malintencionado con nadie.No juzgaba a nadie. No bebía, ni consumía drogas y tenía una imaginación desbordante que se aproximaba al surrealismo de Fernando Fernán Gómez, Edgar Neville....muy distante de comprometerse políticamente. Era un artista y tenía un compromiso con el arte. No le importaba arriesgar su casa, hipotecarla para fabricar una historia en la que creía de forma segura. Infundía confianza y bondad.
Me embarcó al poco tiempo en un proyecto que sonaba marciano.Una cantautora con su guitarra que no triunfa, un inventor de naves espaciales que ha descubierto un planeta llamado Vesta y que es mejor que la Tierra y un licenciado en económicas en paro contínuo que roba a la cantante y que desea robar el Banco de España.
Decidímos rodarla en cooperativa, tanto técnicos como actores. Con excepción del Director de Fotografía, Teo Escamilla, uno de los grandes entonces, que bebía como una cuba y nos dio muchos disgustos durante el rodaje. Además era misógino y cizañoso. Antonio Hernández tuvo un gran aguante con él, no se de donde sacaba ese talante optimista. Sacaba lo mejor de tod@s nosotr@s.
Antonio me permitió ser más yo, componer letras de las canciones, volver a cantar, tocar la guitarra, sacar mi parte borde sin sonrisa, decía que estaba harto de verme sonreir tanto en las otras películas y de aparentar tanta ingenuidad. Y bueno, le di un poco de guerra, porque me cogí una de mis bronquitis habituales y cada día de rodaje se me hacía eterno.La diseñadora del vestuario fue Agata Ruíz de la Prada, que era una niña divertida y muy trabajadora.
Antonio y yo mantuvímos una amistad muy cercana y comprometida, pero nunca volvió a llamarme para hacer otra película con él. La película quedó como una película que denominan "de culto" y no pasó de cuatro semanas en cartelera. La élite de directores y productores elogiaron mi trabajo y ese año solo participé en una película también "política" "La fuga de Segovia" de Imanol Uribe, con el cual no pude repetir por estar yo comprometida en una serie de TVE1 durante dos años "Para Elisa".
Nunca entendí muy bien porqué ni siquiera me llamó para hacer un papel, incluso más secundario, en alguna de sus películas o series posteriores. Los directores son como cualquier profesional de las artes, unas veces son muy fieles con su equipo y otras nada.
Pero es una de las interpretaciones que elaboré con él. Me dirigió , me puso límites e incluso me obligó a sacar la voz de pito que me trabajé con Antonio.
Sigo viendo sus películas y me parece uno de los mejores directores de este país. Nunca cobramos una peseta de la película. Mereció la pena."
-"Pares y Nones" (1982) José Luis Cuerda (BONUS)
Si sale pares, follas, si sale nones, te follan.
Hubo un tiempo en este país, muy parecido al actual, los años 70 y 80, en el que a falta de dinero, había talento, ideas, alegría. Estos jóvenes directores, en gran parte debutantes, en lugar de hacer películas escapistas, ensimismadas, formalistas, autoristas, cogieron el toro por los cuernos, el mundo por montera, y realizaron una serie de películas en las que reflejaban espontáneamente sus vivencias diarias, cotidianas, adobadas por un saludable, desprejuiciado, sentido del humor, del amor. Un espíritu libertario, un elogio del cachondeo, una inocencia, ingenuidad, falta de vergüenza, de sentido del ridículo, de distancia, hace tiempo ausentes del cine español.
“Pares y Nones”, con sus virtudes y sus defectos, que los tiene, no hablamos de una obra maestra en el sentido académico, perfeccionista, del término, aquí prima, vence, el contenido sobre la forma, como tiene que ser, no es cine, cocina, posmoderna, impostora, para alopécicos, para anoréxicos, podría servir como ejemplo para ilustrar esta época gloriosa, cercana, del cine español. Un conjunto de amigos que se juntan para realizar una película casi con lo puesto, la gran mayoría de las comedias madrileñas fueron realizadas en cooperativa, y que sin apenas pretenderlo, realizaron un ajustado retrato generacional, que por supuesto bebe del cine de Rohmer, Truffaut o Eustache, más unos toques de Woody Allen, reinterpretándolos de forma despendolada, llevándolos a una dimensión más carnívora, más real, las pajas mentales se transforman en pajas a secas. En la actualidad se juntarían para realizar un corto cortito, o una estúpida película de terror, de extraterrestres, o de superhéroes. Hemos pasado de la benefactora influencia de las comedias de la nouvelle vague al infantilismo americano.
Al contrario que las películas de Rohmer, los personajes de “Pares y Nones” utilizan un lenguaje vivo, no teatral, lleno de expresiones vulgares y/o callejeras, de uso diario, ordinario, sin caer en la zafiedad del torrentismo, del aidismo. Aquí no hay una apología, glorificación, de la ignorancia, de la incultura, sólo la introducción de vidilla, de cuerpo, en el lenguaje culto, intelectual, siguiendo la tradición de la picaresca literaria española. Impagable escuchar a Resines y a Silvia Munt soltando: ¡Vete a la mierda, coño!, o cabrón, imbécil. Los personajes de Cuerda se dejan llevar por sus instintos, por sus caprichos, cometen errores, torpezas, son humanos, demasiado humanos, inconformistas, quejicas, culos de mal asiento, no son hipócritas cristianos y de derechas, más bien treintañeros culturetas desencantados, que todavía no han perdido del todo la ilusión por la vida, que luchan a pesar de sus indecisiones, de sus excusas, por conseguir sus sueños, sus infantiles fantasías. No son derrotistas, conservadores, cobardes, como los tristones peterpanes del cine español actual, tienen sangre en las venas, empaque, casta. La generación de los 70 y 80, amaba el cine, y la vida, a partes iguales, la actual, la de los jóvenes viejos, sólo ama, se aferra, al cine, como válvula de escape, de huída, está vacía, muerta, es solo forma, apariencia, sin sustancia, sin chicha, sin duende.
-"Si las mujeres mandaran (o mandasen)" (1982) José María Palacio (BONUS)
O ser mujer, hombre, no es una cuestión biológica, genética, sino una imposición, limitación, social, cultural.
-"Bajo en nicotina" (1984) Raúl Artigot (BONUS)
La versión documental, naturalista, de “Arrebato”. El día a día de un triste, gris, cinéfilo, crítico, o como la abulia, la rutina, conducen a la neurosis, a la psicosis. La “¿Por qué corre el señor R. poseído de una furia homicida?” de Fassbinder del cine español. Casticismo cínico. A la comedia madrileña le sale un grano, en el culo.
-"Las bicicletas son para el verano" (1984) Jaime Chávarri (ampliación) (TOP 100)
Que se hayan hecho cientos de películas sobre la Guerra Civil es lo de menos, lo que realmente se recrimina es que la gran mayoría de ellas son rematadamente malas, profundamente sectarias, ideológicas. En lugar de centrarse en los sentimientos, en el sufrimiento, suelen ser vulgares vehículos de resentimiento, panfletos ideológicos. Todos sabemos quienes eran los malos, los golpistas, el problema es que esos malos no son indios americanos, que tras de cornudos apaleados, son vecinos, amigos, o miembros de la familia. Juzgarlos a la ligera, es juzgarnos a la ligera. Vencedores, beneficiados, fueron cuatro, con nombres y apellidos. Vencidos, víctimas, la práctica totalidad de los españoles, la masa anónima, de un bando y de otro, los civiles, que no fueron invitados ni a su propio entierro.
Todas las películas bélicas, centradas en los combates, en la vida castrense, carecen completamente de interés, son divertimentos para psicópatas, para nacionalistas. Las únicas películas centradas en la Guerra Civil que tienen algún sentido, valor, son las que ponen el foco en el día a día, en la cotidianeidad de los civiles sitiados, bombardeados, masacrados, los verdaderos sufridores de las guerras, los militares se limitan a hacer su sanguinario trabajo, me refiero a los mandos, los soldados son unos mandados. “Las bicicletas son para el verano”, y el genial libro “Celia en la Revolución” de Elena Fortún, se centran precisamente en eso, en el sufrimiento, en el hambre, en el miedo, que nada tienen de heroicos, ni de espectaculares. Lo único heroico, espectacular, consiste en sobrevivir, en sostener con estoicismo un gris presente sin mañana, ni alegrías, pero con sentido del humor.
Quien prefiera una sucesión de matanzas, de muertos sin rostro, de violentos y asépticos asesinatos militares, o valerosas operaciones resistentes, que se pase por cualquier basura americana, tanto clásica, como moderna, de Walsh a Tarantino pasando por Spielberg. Sin ética no hay estética, sin milicos no hay guerra.
"-¡La madre que los parió!
-¿A quién?
-¡Y yo que sé! "
-"Epílogo" (1984) Gonzalo Suarez (BONUS)
El proceso creativo en directo, la realización de una película en tiempo real, imaginario.
-"Soldados de plomo" (1984) José Sacristán (TOP 100)
Comencemos por lo anecdótico, por lo sentimental. Desconocía que la película había sido rodada en Valladolid. Encontrarte de repente, de sopetón, con la Plaza Mayor y sus soportales, la zona de la Antigua, el Portu, la desaparecida tienda de discos FOXY en el Pasaje Gutiérrez, la vieja Estación del Norte, lugares de mi infancia, es algo para lo que no estaba preparado. A lo que hay que sumar las calles llenas de R-8 blancos, y el nombre Dimas, un compañero del colegio. Lo curioso es que esta regresión al pasado, a la infancia, es similar a la que experimenta el protagonista de la película, una especie de nostalgia distanciada, sin saudade.
Que sea una ópera prima, el debut de Sacristán como oficiante, resulta increíble, todo en ella respira madurez, sabiduría, poso, cinematográfico, algo que no me esperaba de José Sacristán, un reconocido amante del teatro, y de Mankiewicz. Me esperaba más bien una aproximación al cine cercana a la del descomunal actor Fernando Fernán-Gómez, un gran ilustrador de obras de teatro sin apenas cine, con las excepciones de “Manicomio” y “El extraño viaje”.
Puede parecer exagerado, pero la película tiene la grandeza, el cuajo, del mejor Regueiro, del mejor Erice. Alcanza la misma altura de “Padre nuestro” y “El espíritu de la colmena”, e incluyo la genial fotografía, el montaje, la planificación, la dirección artística, no sólo la magistral dirección de actores de José Sacristán, que para colmo se auto-dirige en una soberbia actuación, en un alarde de chulería, de sobradez. Las tres fusionan, actualizan, el pasado, con idéntica brillantez, solvencia. Y si está algo más cercana a Regueiro, es porque comparten el mismo sentido del humor, de la ironía, la misma gravedad ligera. Ángel Fernández-Santos y Eduardo Mendoza son almas gemelas, dos castizos zorrillescos.
-"Stico" (1985) Jaime de Armiñán (ampliación) (TOP 100)
"No somos libres ni para decidir dejar de ser libres". Punto en boca.
Todas las contradicciones, bajezas, del capitalismo, de la democracia, del cristianismo, diseccionadas en clave de humor, negro betún. Con una mala leche, sorna, crueldad, bastante inéditas en el habitualmente campechano, buenista, Jaime de Armiñán. O más bien un inocente con doblez, con retranca, como las canciones de “Vainica Doble”.
La esclavitud como forma de tiranía, de dependencia, del verdugo sobre la víctima. La sumisión, la obediencia, como acto de rebeldía, de transgresión. El Capital, la Religión, humillados, vejados, por la Anarquía, la Libertad. Una inocentada de Armiñán contra la hipocresía, la doble moral, con regusto a atentado.
-"Espérame en el cielo" (1988) Antonio Mercero (ampliación) (TOP 100)
LA PELÍCULA sobre el franquismo, sobre Franco.
Hay dos tipos de transgresión, la superficial, burda, grosera, la acometida por Regueiro en "Madregilda", excrecencia directamente derivada, inspirada, en ésta, y la sutil, soterrada, profunda, de Mercero en "Espérame en el cielo". La primera es la que suele llegar con más facilidad al público masivo, y a la crítica, amantes de lo aparente, de lo artificioso, del esperpento. La mala ostia con gusto, elegancia, inteligencia, pasa más desapercibida, es incomprendida, menospreciada.
"Espérame en el cielo" es una genial colección de pequeñas transgresiones en segundo plano, o tan en primer plano, que ni se aprecian. El humor negro está disimulado, barnizado, por el humor blanco, inocente, de Mercero. La farsa, la parodia, es atemperada por su increíble capacidad para dotar de ternura, humanidad, a cualquiera de sus personajes. Mercero nunca se ceba, siempre trata de comprender, de darle la vuelta a las cosas, de hallar su contrapunto, su trastienda. Mercero le quita la máscara a Franco, al franquismo, y descubre que detrás no hay nada, ni tan siquiera un hombre, sólo Régimen, en su sentido frugal, frigidez, impotencia, lo que viene siendo un pelele.
La contenida, intensa, actuación de Chus Lampreave, tan desaprovechada por el inútil de Almodóvar, es de otro mundo, lo mismo que la del gran Saza, interpretando al Camarada Sinsoles ("Cara al Sol", que hay que explicarlo todo). La declaración de amor vía NO-DO, y la presencial con la retahíla de manías, de rutinas cotidianas, de las más bellas de la historia del cine. El cachondo video-clip a ritmo de la zarzuela Marina. El teatrillo, el guiñol, en cinco cuadros más un epílogo sobre Franco, con Wagner de fondo. El retrato más mordaz, afilado, sublime, que se ha hecho jamás sobre su personalidad, sobre su falta de ella, digno de Schroeter, Fassbinder o Syberberg.
En definitiva, una maravillosa película de amor, de humor, mudo, con homenajes a Tintín y Lubitsch incluidos, disfrazada de política, de sátira.
"El cine es la calamidad más grande que ha caído sobre el mundo desde Adán a acá. Más calamidad que el diluvio universal, que la Guerra Europea y que la bomba atómica" Padre Ayala, Compañía de Jesús
"Si no quiere tener quebraderos de cabeza, haga como yo, no se meta en política" Paquito Franco
-"Éramos pocos" (2005) Borja Cobeaga (BONUS)
El machismo, la mediocridad, de los españoles, hombres, sin hacer sangre, con humor vasco.
(continuará...)
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