Mucha razón. La magia del sonido de esta película es creativa, no técnica. Pero, como en todas las Academias, poco académico sabe qué coño está votando.
Si en “El hijo de Saúl” se optaba por un subjetivismo radical, aquí tenemos un poco lo opuesto, una representación indirecta y con sus paradojas; una mirada que escamotea precisamente la mirada y se relaciona con ese “mirar para otro lado”, una belleza aparente que oculta el horror, a veces mediante recursos tan obvios como esos primerísimos planos de las flores. Pero es engañosa, porque si es imposible (o deseable, siquiera) un retrato limpio y objetivo de tamaña atrocidad, la película desde luego no es neutra, más bien es perversa o irónica. Se puede ver incluso como una gran comedia o suma de sketches sobre una familia feliz, con sus aventuras y tribulaciones cotidianas, sus sueños, decepciones; miembros orgullosos y diligentes de su sociedad, gente normal de su época y momento, a fin de cuentas... y aquí cabe preguntarse qué es esa normalidad de lo que todos damos por sentado, pero aquí teñida de extrañeza bajo la cámara de Glazer. Porque es él el primero que sabotea esa pretendida distancia de su propuesta mediante fugas visuales y sonoras un tanto caprichosas, con músicas, filtros visuales, rupturas en la propia ficción, estallidos de color que invaden la pantalla; este señor no es Akerman ni Haneke, más bien parece un investigador de la imagen, afín al videoarte y a la experimentación, que no se esconde ni se anula.
La película es ante todo un lugar, trazando con firmeza la geografía interior y exterior de esa casa, y quizá pierde algo de fuerza cuando lo abandona. Piensas en esos lugares a lo largo de la historia donde ha reinado el mal absoluto y quizá siempre ha habido una familia como los Hoss, que no se entera o no se quiere enterar, que ha pasado sus mejores días en el paraíso, beneficiándose del sufrimiento más intolerable, convencidos de defender el bien y la verdad, mientras al otro lado de un simple muro que adornar con plantas otros encontraban el infierno.
Relación directa entre fascismo y estilo de vida burgués, mentalidad materialista y vulgar, presuntuosa, de nuevos ricos; aspiracionismo, meritocracia, sujeta sin embargo a un poder arbitrario y superior que quita y pone. Alienación de la mercancía, productos que aparecen mágicamente en nuestras manos. Amor a los animales, deseo de una vida retirada donde criar a los niños en un ambiente bucólico; mi casa, mi castillo, fronteras bien trazadas… cosas que nos suenan demasiado y obligan a sacar conclusiones. Se resalta el aspecto puramente gris que está en la base del sistema, de estas personas que vemos como criminales, pero que no dejan de ser jefes de fábricas, oficinistas, gestores y planificadores en un engranaje bien engrasado que busca la eficiencia.
En cierto modo, la película es también una foto fija, una estampa rota de continuo por un paisaje sonoro, a veces más y a veces menos nítido, por elementos visuales de fondo o muy breves, conversaciones donde se cuelan alusiones. Objetos que anticipan: las botas, la copa de cristal, el charco de agua. El traje blanco del marido cual fantasma. Cada miembro tiene sus propios secretos: los juegos de los niños y su pureza no tan inocente, tratos sórdidos a escondidas, relaciones frágiles y egoístas en el fondo. La idea es repetitiva, muy limitada en cuanto a lo argumental, pero si seguimos con interés lo que ocurre es porque nunca se deja de estimular nuestra atención. Entre medias, un cuento de hadas oscuro, reverso nocturno y en negativo de lo que vemos durante el día; la única nota esperanzadora, una cancioncilla arrancada del abismo.
Final: nuestro hombre tiene una reacción física involuntaria debido al asco que en el fondo siente, incluso por sus propios líderes, y tal vez, debido a una culpa secreta. Tiene una visión del futuro (el museo y otro tipo de “normalidad” laboral), y pese a todo, decide continuar, descender hacia la oscuridad en una huida hacia adelante.
los niños son niños y hacen cosas de niños.... la escenita del jueguecito cruel es para que les veamos como proto nazis? para que digamos AY MIRA EEEEEH?
que el tipo resulte un violador es para que nos caiga peor?
Lo de "violador" es real. Es dato histórico. E hilarlo con la actualidad es perfecto porque nos hace cómplices. Desfilamos por los museos con nuestras cámaras y pantalones cortos mirando pelos de asesinados.
Pero la película redunda y subraya, sí. Y tiene desplantes, pese a quedarse en la cabeza. Sería un excepcional trabajo de 60 minutos.
los niños son niños y hacen cosas de niños.... la escenita del jueguecito cruel es para que les veamos como proto nazis? para que digamos AY MIRA EEEEEH?
que el tipo resulte un violador es para que nos caiga peor?
¿Lo de que le encierra en el invernadero, dices? No lo creo, a mí me pareció la típica gamberrada entre hermanos, sin importar el ambiente nazi en el que se han criado. En cambio, lo del niño oyendo por la ventana lo que oye mientras juega sí que lo veo más en esa dirección, de alguien que se está acostumbrando a la violencia y a la sumisión que intuye al otro lado.
En lo del padre con la "señorita" vi que era cosa rutinaria, no se la ve a ella aterrada sino más bien aburrida. Como mucho da a entender eso, la deshumanización y la normalización de esta situación de abuso, porque él en sí ya es lo bastante despreciable a nuestros ojos como líder de un campo de concentración.
El epílogo no tiene ninguna necesidad y por supuesto que él no tiene ninguna visión del futuro como he leído por ahí. Con que le diera la arcada y siguiera caminando era más que suficiente.
Yo lo veo más en clave de dejar claro lo horrible que fue aquello no vaya ser que la película la idolatren los nazis de hoy en día.
Es problemático por partida doble, qué significa la escena en sí y qué aporta en ese preciso momento del montaje de la película, cuando el tipo se detiene en las escaleras, y no al final, por ejemplo.
Entiendo que juega con la misma idea que el resto de la película, lo cotidiano e inofensivo (las empleadas limpiando ese lugar como si fueran simplemente unas oficinas, o cualquier otro lugar de trabajo) en contraste con lo que no se ve (las huellas del pasado terrible que se exhiben y que el propio lugar representa)... pero en la actualidad.
Vista entera. No cambia mucho más. Es que incluso el ruido de fondo, exceptuando un par de veces, parece el mismo.
Si es destacable o te mete más cuando hay unos cortes bruscos y la pantalla se pone en blanco y luego rojo. Ahí se acentúa más el horror.
Lo que se ve. Gente totalmente aceptando lo que ocurre y le importa cero. Es más hasta lo justifica (la abuela por ejemplo). Aunque más adelante, creo que cambia de opinión al ver la chimenea a pleno rendimiento. Algo dejará escrito y que no interesa, cuando acaba igualmente quemada la nota.
El protagonista, se mete tanto en su papel de militar y exterminador, que hasta no le importaría hacer lo mismo con alguno de los suyos, por el simple hecho de no verse aceptado en la fiesta.
Entiendo el final, como habéis dicho de quedarse en esa soledad y bajar a sus propios infiernos.
Lo del museo y ver cómo se limpia. Al fin y al cabo hacen lo mismo, que cuando estaba operativo. Mantenerlo en condiciones. Quizá el director quiera decir que se debería haber borrado todo rastro del horror? Sirve a dia de hoy para mucha gente que al fin y al cabo siguen negando el suceso o las cantidades? Sirve para hacerse el tipico selfie o foto con el móvil de recuerdo?.
Voy por el té que estoy desvariando.
Fantástica idea llevada a la práctica como el culo. Película absolutamente monótona que no despierta ningún interés en el espectador. A pesar de mis intentos, me fue imposible permanecer despierto y no la conseguí finalizar. No creo que, ni siquiera, le dé una segunda oportunidad.
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