Este pérfido turco (o griego, no importa) nos trae su propia versión de Pulp Fiction. Y puede que no lo parezca, pero toda la película es una alegoría contra el cristianismo. Ya desde los créditos iniciales, cuando empieza a sonar Sweet Dreams, Lanthimos enfatiza: Everybody's looking for something, Some of them want to use you, Some of them want to be used by you, Some of them want to abuse you, Some of them want to be abused... Bueno, ya sabéis lo que os espera, la canción es básicamente un resumen de la película y también hay asesinatos, sectas, abusos sexuales, canibalismo, juegos de poder y crueldad animal. Pero a pesar de todo esto, la película es extremadamente aburrida.
Lo único bueno que se puede decir de ella es que no es tan manierista como Poor things, es una vuelta al cine del pasado, copiando el minimalismo cínico de Haneke, el cine provocador, violento y perturbador de Lars Von Trier y, por último, las ambiciones de Kubrick. El Turco dice que sus directores favoritos son Bresson y Tarkovski (típico de un estudiante de cine filisteo), pero imagínense si un señor católico (Bresson) y otro señor ortodoxo (Tarkovski) vieran esta inmundicia tan simplistamente blasfema y políticamente correcta... escupirían sobre su creador.
Leí por ahí que las historias también son una crítica a la dominación masculina y al cristianismo patriarcal (¡GUAU! Este hombre se puso de pie con valentía), cada historia es una alegoría satírica sobre El Padre (el dios demiurgo del gnosticismo, más que del cristianismo), el Hijo y el Espíritu Santo. La trinidad que es Dios Padre (Defoe en la primera historia), el ser superior que vela por nosotros (aquí un psicópata), el hijo que se sacrificó para salvar a la humanidad (Emma en la segunda, una mujer estúpida que lo da todo por su marido loco), y el espíritu que prevalece.
El director cree ser el nuevo Buñuel: Lanthimos se imagina a sí mismo como un cristiano no practicante, muy versado (ja!) pero crítico de la religión organizada, sus prácticas, creencias y aptitud para la sumisión y el control. Cree ser un outsider cuando sus creencias no son mas que las creencias del vulgo. La blasfemia anticristiana no es atrevida ni valiente. Este es el tipo de “gesto transgresor” completamente hueco que define el arte contemporáneo. Antes, si hacías un gesto vanguardista, había que pagar un precio por ello… Desde los años 80, ¿Cuál es el precio que se paga? Si tomas algo de la iconografía católica (siempre católica, ¿no? Nunca judía, nunca musulmana) y haces algo escandaloso con ello, te escribirán y alabarán en medios de comunicación, recibirás una beca en universidades y tus proyectos serán financiados y todo el mundo dirá que eres atrevido y transgresor. La anarquía vende.
El cristianismo es el blanco perfecto para los pseudoprovocadores, que consiguen parecer provocadores sin sufrir ninguna de las consecuencias que suelen acompañar al arte verdaderamente contracultural. Para Lanthimos y sus semejantes, el cristianismo es al mismo tiempo tan tiránico que burlarse de él es un acto de valentía heroica, pero en realidad es tan impotente y Lanthimos tan cobarde que se puede burlar de él con impunidad. No puede ser ambas cosas a la vez.
Es difícil encontrar un director vivo más convencido de ser un Enfant Terrible. Langosta me hizo reír mucho en su momento, pero ahora me doy cuenta de que necesito volver a verla...