Respuesta: Mary and Max; claymation para adultos
Que verdad es que no toda la animación es para críos y esto es claro ejemplo de ello.
Obra de arte que es un puñetazo con puño de hierro al estómago, a la conciencia y a la sensiblería. No apta para espectadores que se perturben con cualquier cosa y desde luego no apta para críos (abstenganse si se llegase a estrenar llevar a sus hijos a verla, no creo que lo soportasen - o quizás sí, quien sabe).
Como si se tratase de Mafalda viviendo en el Bronx o la versión animada, realista y carente de escrúpulos de cualquier callejeros en cuatro. La película plasma la realidad aplastante sin defenderse y sobre todo sin una luz al final del túnel: esto es parte de la vida, amigos, no esperen aplaudir de felicidad porque en esta película, en todo su metraje, no hay nada que te pueda reconfortar o como mínimo que te pueda hacer sentir bien.
Enumerar todas las desgracias, todas las tristezas, todos los sinsabores de las tristes vidas anónimas de estos dos personajes sería harto extenuante, algo difícil de condensar en una simple crítica (es más, hacerlo sería ahorraros las penurias y no, el viaje, si se quiere hacer, se debe hacer con la mente en blanco y sin prejuicios, que cada uno juzge según vaya viendo). Pero os diré que sobrecoge, porque si creemos que la vida de Max es difícil, carente de rosas, esperad a descubrir la vida de Mary.
Quizás, y sólo quizás, me ha sorprendido ante tal cantidad de pesimismo, ante tal cantidad de desgracia para un metraje y aunque lo iba asimilando, poco a poco, son tantas desgracias juntas, una tras otra, sin poder esquivarlas todas que es como si te diesen con un bate de beisbol simbólico y cuando logras levantarte te cayese un yunke encima para luego seguirle un piano de cola. Pero no os alarméis... se puede llegar a disfrutar con ella. Por una sencilla razón... es realmente real. Sí, compañeros, es creíble, por la sencilla razón del haber estado hecha en stop-motion. De ser en imagen real sería un telefilme marchito de A3.
Aquí nos convencen las penurias casi sin solución de los dos protagonistas absolutos. Esa pobre Mary, que ya desde pequeña sufre lo que todos conocemos como ese abandono perceptible por parte de unos padres enfrascados y encerrados en sí mismos (un padre que le dedica más tiempo a la taxidermia que a su propia familia o una madre pegada al Jerez). A eso le añadimos que su físico no es del todo agraciado (gafas de pasta, una marca de nacimiento en medio de la frente y presa del bulling más feroz) verá en un anónimo absoluto al otro lado del mundo su tabla de salvación y su vía de escape a eso que se llama realidad.
Esa tabla de salvación es Max. Un enfermo psicológico que aún sabiendo que lo es (y que cree medio disfrutar de serlo) verá en Mary su otra tabla de salvación. La necesidad de tener una amiga, aún siendo una niña, será lo que él necesitaba y lo que le servirá a poder seguir adelante. Es tan hermoso a la vez que triste que cuesta asimilarlo en una simple pasada. Lo mejor de todo es que el director recurre a los colores (monocromáticos para la vida de Max, gris, como la vida que le envuelve - marrón ténue para Mary, donde aún se puede disfrutar algo más). Si a eso le añadimos lo real que puede llegar a ser ver el porqué de la enfermedad y sus diferentes fases... esto es canela en rama.
Adam Elliot plasma con todo lujo de detalles (el stop-motion es el mejor medio para ello) esas vidas tristes y vacías, carentes de vida emocional, recurriendo a un humor mordaz, muy irónico a veces y que recurre a una comicidad casi cartoon para la fisonomía de todos y cada uno de los personajes que hace más redonda y completa el conjunto de la historia. Cítese por ejemplo el personaje de la vecina, de los padres de ella o el mendigo de la esquina.
A eso le añadimos momentos realmente tristes (incluso fuertes, muy fuertes) como esa decisión "final" por parte de ella al verse sola en el mini universo que le rodea que hay que tener el estómago de hierro para asimilarlo (¡y son muñecos, maldita sea!). Con una BSO perfectamente sincronizada, recurriendo a temas conocidos pero que nunca fueron mejor empleados, unas voces excelentemente orquestradas hacen de este título algo que deberían analizar en cualquier clase de psiquiatría. Si a ello le añadimos diálogos repletos de mala baba y palabras malsonantes en la boca de un niño pues la cosa más seria no puede ser.
Quizás el único pero es en el que todos coincidimos: una voz en off excesiva. Me encanta la técnica pero emplearla en toda la película hace que haya momentos que se hagan no tediosos per se pero si algo reiterativos. Pero aún y así no desmerece en absoluto el conjunto de la trama. Es toda una experiencia. Angustiosa, de trago difícil pero desde luego, comprendo perfectamente que no todo va a ser de color de rosa en el campo de la animación. No todo es Disney.