Esa película es un invento que se sacó de la manga por todo el morro Augusto Caminito, avispado productor italiano muy activo en los 80, el hombre por ejemplo que produjo "Murderock" de Lucio Fulci o "Los burdeles de Paprika" de Tinto Brass. Aprovechando que a mediados de década estaba en contacto con Klaus Kinski para otros proyectos (de hecho terminó por pagarle su única incursión en el mundo de la dirección: una biografía de Paganini que por alguna razón al actor alemán le parecía importantísimo hacer), pensó en lo lucrativo que podría ser plantear una secuela de uno de los éxitos de aquel: el Nosferatu de Werner Herzog.
Y eso es: una pseudo-secuela que en realidad no tiene en común con el original más que el tema (vampiro) y el actor (Kinski), pero en el que ni la estética del vampiro es la misma (aquí el Nosferatu luce melena) ni se le llama igual (en la película de Herzog no recuerdo que en ningún momento se llamase Nosferatu, y aquí siempre).
Incluso pasando de eso y viendola como un film de vampiros independiente, fue una película complicada con un rodaje muy azaroso. Habían contratado al veterano Mario Caiano ("Los amantes de ultratumba", "El ojo del laberinto", etc) para llevarla a cabo, por lo menos con ajustado oficio como todo lo suyo; pero durante el rodaje se cuenta que el temperamental e insufrible Kinski insultó al director (me imagino que incluso más de una vez, o que incluso sería la gota que colmase un vaso), y éste dimitió. Entrando así una cadena interminable de manos a rodar escenas sueltas, con tal de no parar un rodaje que ya de por sí tenía un presupuesto irrisorio. Figura en los papeles que dirigió alguna jornada Luigi Cozzi (el colaborador de Dario Argento, y director por su cuenta de clásicos del trash italiano como "Starcrash" o "Contaminación: Alien invade la Tierra"), que incluso el propio Kinski dirigió varias escenas, y que ahí eso era algo así como "¡eh, tú, sí, tú, el del fondo! ¿Quieres dirigir una escena?" Vamos, un desmadre. Al final el resto del metraje, el montaje y el responsable de darle una cierta unidad al material, fue el propio productor, de ahí que figure como co-director con todos los honores.
La película es objetivamente mala, pero no carece de varias de esas raras cualidades en bruto, más intuitivas (espontaneas) que producto de un plan, que suelen adornar tantas veces las películas de terror italianas. Y que por eso a algunos, como yo, nos gustan tanto. Por ejemplo, consigue crear de alguna manera rara (llamalo carambola o lo que quieras) una atmósfera extraña y onírica. También posee varios momentos de fuerza visual e incluso (sí) de belleza, producto del magnetismo que siempre emana en la pantalla Klaus Kinski y de las localizaciones auténticamente venecianas. Es como cuando a Jesús Franco a principios de los 70 le dio por explotar los estupendos paisajes de Madeira para crear ambientes en "Al otro lado del espejo" o "Les avaleuses".
En definitiva, y como siempre: una película a esquivar a toda costa o una auténtica curiosidad que no te puedes perder, según de qué palo vayas, y si sin ir más lejos te interesan los nombres propios que he nombrado aquí excluyendo a Herzog (Fulci, Brass, Cozzi, las italianadas en las que salía Kinski, Franco, etc). Si eres de este último grupo ¡corre a por ella!
