Me ha gustado bastante, mantiene un tono intimista muy agradable y las localizaciones son preciosas, retratando ese pueblecito costero (y austero) en la Irlanda de principios del Siglo XX. Los dos protas se sacan la chorra con sus magníficas interpretaciones, como era de esperar, y eso que el amigo Colin no es santo de mi devoción.
La historia a priori es simple pero invita a revisar el subtexto (la depresión, las relaciones, las consecuencias de la guerra...) Si te quedas en la superfície, pues tienes a un tontico del pueblo (Farrell), cuyo amigo del alma y de borracheras (Gleason) deja de hablarle porque se ha cansado de él. Y es que en esta vida se puede ser de todo menos pesao. Una peli muy maja, ya lo creo.