Bueno eso que no quería...las hostias que se metió en los blockbusters qué hizo desde luego no ayudan..me temo que solo él sabe lo que querría hace 20 años...
Cuando hicimos el libro, vimos las cifras de lo que costó After Earth y Airbender y su recaudación total de todas las ventanas y entonces nos encontramos con una sorpresa .No fueron un fracaso y sí bastante éxito. Cosas de la prensa rosa.
Dejó los blockbusters porque quería el cien por cien del control de sus pelis.
Vista. La he disfrutado muchísimo. Si esto es una mala película, no me importaría que hubiesen más "malas películas" como esta.
Josh Hartnett está inmenso. Quiero pensar que elecciones de casting como Mark Whalberg ¡MARK WHALBERG! o Zoey Deschanel (es guapísima pero su acting no podía encajar menos en The Happening), venían impuestas. Quizá sea todo tema de dinero, como el hecho de ya no poder tener al maestro James Newton Howard.
Está claro que lo de los gustos es un tema, pero trato de entender por qué a muchos conocidos les ha parecido horrible.
Vista. La he disfrutado muchísimo. Si esto es una mala película, no me importaría que hubiesen más "malas películas" como esta.
Josh Hartnett está inmenso. Quiero pensar que elecciones de casting como Mark Whalberg ¡MARK WHALBERG! o Zoey Deschanel (es guapísima pero su acting no podía encajar menos en The Happening), venían impuestas. Quizá sea todo tema de dinero, como el hecho de ya no poder tener al maestro James Newton Howard.
Está claro que lo de los gustos es un tema, pero trato de entender por qué a muchos conocidos les ha parecido horrible.
El reputado director ya está trabajando en la que será la 17ª película de su carrera.
as.com
“Como ritual para cada película, elijo un cuaderno que me hable y escribo en él notas, ideas para la nueva película. Cuando está rebosante de ideas, paso al esquema y luego al guion. Este es el cuaderno para la película 17. Este rojo brillante me sentó de maravilla. Ahora que ‘La trampa’ supera los 80 millones de espectadores en los cines, estoy muy agradecido y empiezo la nueva película inspirado por todo el apoyo que me habéis dado a lo largo de los años”.
En Madrid no saben ni lo que es tener una feria conocida (solo conocen la taurina y gracias) ni tener un recinto Ferial espectacular único en toda España que ni la de Abril tiene.
Yo contra estos urbanitas me los follo como y cuando quiero.
Es un juguete curioso y una pura excusa de este hombre para demostrar, una vez más, lo que siempre hemos sabido; sus facultades como maestro del artificio y de la manipulación un tanto perversa de la mirada, como tantos otros antes que él (Hitchcock, De Palma, que tanto salen a la palestra en estos casos) y continuando esa tradición, tan asentada, del ejercicio de suspense virtuosamente realizado en el plano técnico.
Con una base propia de un serial tipo “La dimensión desconocida”, escenario único y una situación a contrarreloj de la que el protagonista, el típico hombre atrapado, tendrá que escapar mientras se estrecha el cerco en torno a él (esa “criminóloga” que le pisa los talones, más una figura abstracta o el recuerdo de la infaltable madre autoritaria que otra cosa…), solo que aquí de inocente tiene poco y se plantea una incómoda identificación y complicidad.
El hecho de que la película sea en esencia un tráiler de un concierto de la hijísima es la primera “trampa” que nos cuelan con todo descaro, y el caso es que queda bien integrado y justificado en la narración y nos lo comemos con patatas. Pedirle realismo o verosimilitud al argumento que nos estampa el indio en la cara es como pedírselo a un episodio del Coyote y el Correcaminos, así pues, tal vez no molesta tanto esto como un tercio final donde se acumulan los aparentes clímax finales uno tras otro, por lo que a la propuesta le cuesta rematar en condiciones. Donde, eso sí, se deja de lado toda credibilidad y se apuesta al límite por ese absurdo que desde el inicio ha ido in crescendo.
Pantallas, teléfonos, redes sociales, la civilización del espectáculo que somos y que tiene su ejemplo más visible en la niña; ese mundo tan alienado por sus propios fuegos artificiales que no reconoce a un monstruo ni teniéndole delante... aunque también pudiera ser el único sujeto inocente del asunto. La puesta en escena, tan meticulosa como de costumbre (cómo maneja los planos frontales, el movimiento de la multitud, el color y la luz, los planos-detalle que delatan esos actos furtivos...), por mucho que este tipo nunca haya sido de caer en grandes exhibicionismos, está al servicio de una idea de duplicidad. La de un ser indeseable que pasa desapercibido sirviéndose del engaño, que es el perfecto esposo, padre de familia americana y hombre entregado a la comunidad, pero que también es el puro mal en sí mismo, sin justificación para sus crímenes (más allá, al menos, del tan manido trauma psicológico de infancia).
El carnicero y Lady Raven, icono inalcanzable, máscaras que van cediendo ante nuestros ojos y quedando en evidencia, pues de igual modo ella se va humanizando y adquiriendo protagonismo hasta el punto de enfrentarse a ese mal en un duelo de voluntades, hasta concluir en un plano final donde queda en evidencia la bestia y que remite sin disimulo al final de “Psicosis”. Entonces, tiene lugar el encuentro con la esposa y por primera vez en mucho tiempo, uno se acuerda de ese Shyamalan dramático, sus interpretaciones susurradas y el giro; aquí, la traición, más mentiras… el cazador cazado, y por fin, al desnudo (literalmente), vulnerable, incluso humano.
Es un juguete curioso y una pura excusa de este hombre para demostrar, una vez más, lo que siempre hemos sabido; sus facultades como maestro del artificio y de la manipulación un tanto perversa de la mirada, como tantos otros antes que él (Hitchcock, De Palma, que tanto salen a la palestra en estos casos) y continuando esa tradición, tan asentada, del ejercicio de suspense virtuosamente realizado en el plano técnico.
Con una base propia de un serial tipo “La dimensión desconocida”, escenario único y una situación a contrarreloj de la que el protagonista, el típico hombre atrapado, tendrá que escapar mientras se estrecha el cerco en torno a él (esa “criminóloga” que le pisa los talones, más una figura abstracta o el recuerdo de la infaltable madre autoritaria que otra cosa…), solo que aquí de inocente tiene poco y se plantea una incómoda identificación y complicidad.
El hecho de que la película sea en esencia un tráiler de un concierto de la hijísima es la primera “trampa” que nos cuelan con todo descaro, y el caso es que queda bien integrado y justificado en la narración y nos lo comemos con patatas. Pedirle realismo o verosimilitud al argumento que nos estampa el indio en la cara es como pedírselo a un episodio del Coyote y el Correcaminos, así pues, tal vez no molesta tanto esto como un tercio final donde se acumulan los aparentes clímax finales uno tras otro, por lo que a la propuesta le cuesta rematar en condiciones. Donde, eso sí, se deja de lado toda credibilidad y se apuesta al límite por ese absurdo que desde el inicio ha ido in crescendo.
Pantallas, teléfonos, redes sociales, la civilización del espectáculo que somos y que tiene su ejemplo más visible en la niña; ese mundo tan alienado por sus propios fuegos artificiales que no reconoce a un monstruo ni teniéndole delante... aunque también pudiera ser el único sujeto inocente del asunto. La puesta en escena, tan meticulosa como de costumbre (cómo maneja los planos frontales, el movimiento de la multitud, el color y la luz, los planos-detalle que delatan esos actos furtivos...), por mucho que este tipo nunca haya sido de caer en grandes exhibicionismos, está al servicio de una idea de duplicidad. La de un ser indeseable que pasa desapercibido sirviéndose del engaño, que es el perfecto esposo, padre de familia americana y hombre entregado a la comunidad, pero que también es el puro mal en sí mismo, sin justificación para sus crímenes (más allá, al menos, del tan manido trauma psicológico de infancia).
El carnicero y Lady Raven, icono inalcanzable, máscaras que van cediendo ante nuestros ojos y quedando en evidencia, pues de igual modo ella se va humanizando y adquiriendo protagonismo hasta el punto de enfrentarse a ese mal en un duelo de voluntades, hasta concluir en un plano final donde queda en evidencia la bestia y que remite sin disimulo al final de “Psicosis”. Entonces, tiene lugar el encuentro con la esposa y por primera vez en mucho tiempo, uno se acuerda de ese Shyamalan dramático, sus interpretaciones susurradas y el giro; aquí, la traición, más mentiras… el cazador cazado, y por fin, al desnudo (literalmente), vulnerable, incluso humano.
Hombre exigir un mínimo, y recalcó lo de mínimo, de verosimilitud a una película que no es ciencia ficción, ni fantasía,...no me parece descabellado.
Compararlo con el coyote y el correcaminos creo que es mear fuera del tiesto, por esa regla de tres que todos los directores hagan lo que le salga del nardo mientras que planifiquen y muevan la cámara bien.
Y yo que creí que el mérito de esto de contar historias es que un grupo de gente comandados por su director consigan meterte dentro de una historia sin que rasques la cabeza cada dos por tres porque lo que te ponen delante insulta a la inteligencia de un babuino...
De tema técnico no voy a hablar, ha quedado claro que el tío es mucho más que solvente y aquí le sale muy bien y Josh Hartnett está soberbio, (que carrera más desaprovechada).
En cuanto al tema de "discusión", el guión/trama...
Coincido en mucho con lo que vais contanto por aquí (los que la defendéis claro). Es una trama de suspense/intriga, pero juguetona, muy juguetona y tiene mucho mérito como se va desarrollando, más aun porque desde el principio las cartas están boca arriba, es un poker descubierto.
Es un puzzle, sudoku o crucigrama, algunas piezas/palabras encajan a la primera y otras son mas rebuscadas, pero luego llega de nuevo Harnett y con una soberbia actuación a la que le mete una sorna de esas que te ponen nervioso en una situación normal y el tío va haciendo lo que le viene en gana y manipulando a todo el mundo (que sí, que el tío tiene una flor en el culo, pero yo creo que es más que intencionado y de vez en cuando te saca una sonrisilla y piensas HDP, ya se ha salido otra vez con la suya).
Luego te queda ese poso, de angustia de como un tío normal, con familia, miembro activo de la comunidad (hasta es bombero), puede llevar una doble identidad y apreciar por una parte tanto la vida (su familia/hijos) y luego despreciarla d ela peor forma. Un tipo roto, defectuoso, sin remedio.
Los monstruos existen.
No me gusta poner notas, pero para mi en su conjunto es una pelicula notable.
Shyamalan se lo ha debido pasar bien escribiendo el guión y dirigiéndola.
Este sitio utiliza cookies para ayudar a personalizar el contenido, adaptar tu experiencia y mantenerte conectado si te has registrado.
Para continuar utilizando este sitio, debe aceptarse nuestro uso de cookies.