Harkness_666
Son cuatro
Esta sería una de esas películas que tienen “algo especial”, como suele decirse vagamente de aquellas que no destacan por lo insólito de su trama o por su novedad, pero que de algún modo se quedan dentro de uno.
La mínima historia podría ser la de un relato corto, con sólo tres personajes, aunque con una dilatación temporal que abarca desde la infancia hasta cierta crisis de los cuarenta; cuidada, eso sí, y pulida al extremo en un ejercicio de sutileza y control de cada plano, cada elipsis, del color. Adquiere cierto tono “meta” en su abordaje del género romántico, está la profesión de escritor, la reflexión consciente sobre roles, clichés, pero también una secuencia inicial desde un observador externo que se pregunta por lo que hay tras una escena cotidiana de unas personas en la barra de un bar y qué parentescos les unen. La respuesta no es del todo sencilla, incluso para ellos, y de esto precisamente trata la peli; de las experiencias, decisiones, actos, a veces fruto del azar, a veces por elección, de una gente que en parte podríamos ser cualquiera y que más o menos de manera imperfecta les definen. Cuestiones de enorme sencillez que, finalmente, y como suele pasar, acaban por ser las más insondables de nuestras vidas, pasadas o presentes, donde la nostalgia, la tristeza, pero también la esperanza y las formas del amor se superponen y se mezclan.
Estos tres caminan un poco a la deriva y dudando, como todo hijo de vecino, se cuestionan; la vida nunca es exactamente como uno querría, cabe preguntarse por el tan socorrido “qué hubiera pasado si…”, pero lo que hay es lo que hay y así está bien. Aún así, están esas conexiones misteriosas e ingobernables a través del tiempo como eje de la narración, la trama tenue que nos une de algún modo y no deja de aportar algo mágico. A lo mejor esa noción coreana del destino no consiste en un romance idílico y eterno, pero sí en un instante que aún consigue resonar años después. Amor idealista, callado, frente a un amor pragmático y del día a día, el de escritor y el del ingeniero.
Si bien la cosa trata de la identidad, las fronteras del lenguaje, la inmigración y las diferencias culturales (entornos de clase alta de la burguesía intelectualizada con pretensiones frente al convencional anonimato de la sociedad coreana, con esas reuniones etílicas de amigos en el bar como refugio) o la re-conexión humana por medio de lo digital… aquí uno se queda con los dos hombres del film; ese respeto que demuestran el uno por el otro cuando no tienen nada en común. Pues si de algo trata esto es de la aceptación, de que hay una parte del otro a la que no podemos acceder, que pertenece a su ser más íntimo. De igual modo, el pasado ya no existe, hay que aceptar la separación, el paso del tiempo, aunque ese pasado sigue vivo y es real a su manera. Algo hay, por tanto, en torno a las inseguridades y vulnerabilidad del macho, felizmente superadas y superables.
Importancia de espacios físicos, y una vez más, Nueva York como inagotable escenario romántico y cinematográfico en general, trasfondo de las almas solitarias, aunque aquí al servicio de una historia corriente, bastante alejada de grandes y desbordadas pasiones cinéfilas. Motivos: cortinas, ventanas que reencuadran, espejos, uso de planos laterales, flashbacks limpiamente trazados que muestran esa fluidez temporal, cómo el tiempo apenas parece haber pasado con el reencuentro… imágenes tan elocuentes como la de las calles que parten en direcciones y alturas opuestas. La de una niña aislada en el patio del colegio, o las de una travesía urbana en solitario, con frío, sombras, humedad. La sigilosa secuencia final, con todo, sigue siendo ese clímax catártico del cine clásico-romántico, pero aquí los gestos, las palabras, sobran o han dejado de tener sentido.
(Un aviso, en este sentido, sobre la cuestión idiomática y el juego con el lenguaje que hacen imprescindible, creo yo, el visionado en versión original; en la versión doblada se lo han cargado completamente doblando todo los diálogos, hasta el punto de que muchas situaciones no se entienden o incluso carecen de sentido… Una completa chapuza).