¿Cómo es que se ha hablado tan poco por aquí de uno de los mejores directores norteamericanos en activo?
Metropolitan, Barcelona, The Last Days of Disco, Damsels in Distress y Love and Friendship. Stillman ha realizado muy pocas películas a lo largo de veintiséis años pero todas de una enorme valía (a falta de ver la última). Pocos guionistas en América tienen sus dotes para la observación con la dosis exacta de distanciamiento e intromisión. La labor de Stillman no reside en juzgar a sus personajes hasta el punto de satirizarlos o intentar encontrarles las costuras. Más bien se posiciona en forma de brillante observador de grupos, generalmente pertenecientes a la burguesía más acomodada, un sector social que le apasiona pero que comprende perfectamente, con sus defectos y virtudes, de ahí la poca necesidad de Stillman de implantar una moral justiciera o de darles a los personajes su merecido. Stillman no se dedica a la sátira, aunque haya ligeros apuntes de ello en algunos filmes. Es también uno de los mejores dialoguistas vivos, prestando especial atención al ritmo y a la modulación de cada actor que trabaja bajo su dirección. La declamación de los diálogos de Stillman es siempre apasionante.
También es uno de los grandes creadores de espacios en el cine norteamericano reciente. Espacios habitados por grupos en constante movimiento. Sus obras son, en cierto modo, constantes danzas grupales donde en el mero hecho observacional de examinar cómo se integran y desintegran en parejas o tríos y en cómo ciertos personajes pueden desaparecer del mapa encontramos un gran gozo. Hay un enorme trabajo de silenciosa puesta en escena en estos bailes de parejas, quizá cristalizado mejor que nunca en una de las mejores comedias americanas de los 90, esa maravilla llamada The Last Days of Disco. Cuando hablamos de espacios también nos referimos a los colores y características precisas que estos poseen, a las que Stillman presta especial atención. Es un cineasta que trabaja espléndidamente la luz y el tempo interno de cada escena.
Muy pocas películas, la mayoría teniendo lugar en cierto tipo de declive o decadencia. Aspecto explicitado en las propias obras: estas tienen lugar al final de cierto ciclo vital o en los últimos estertores de momentos y etapas hundiéndose sin remedio. Quizá en Metropolitan, su debut, se encuentre toda su obra resumida, pero todas a mi parecer son imprescindibles. Las influencias en su cine habría que buscarlas en el mejor clasicismo hollywoodiense, del que él es rendido admirador (es un gran conocedor del cine de los años treinta, por ejemplo). Y no nos olvidemos de otra de sus mejores facetas, filma como pocos la música y el baile.
Si esto no se hunde, quizá comente en particular alguna película suya mientras voy revisando.
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