Respuesta: Zack Snyder. Opiniones.
La batalla de las Termópilas siempre ha sido una de las batallas más interesantes de la Historia Universal. Como un ejército de una ingente cantidad de soldados persas se encontró con la resistencia de un pequeño grupo de espartanos en una guerra que duró apenas 3 días. Símbolo de proeza épica y lucha encarnizada, el clamor popular hizo que Esparta (y sus guerreros) se convirtiesen en iconos en sí mismos deparando grandes gestas, loas, poemas y a su vez formó parte de una cantidad ingente de libros, comics, películas y demás que intentaron plasmar esa fantástica batalla. La más laureada y archiconocida fue la versión de Frank Miller y su novela gráfica "300" presentada en 1998 y que acabaría convirtiéndose en una pieza clave en el mundo del comic y proclamado obra de culto.
El género bélico histórico no fue sino hasta Gladiator que resurgió de sus cenizas y volvería a ser de interés popular. Sin ir más lejos a partir de ese título empezarían a surgir películas donde las batallas espectaculares, sangrientas y expositivamente adrenalíticas jugaban un papel importante mientras la política, sus tequemanejes, sus traiciones y sus matices poblaban los momentos menos activos. "300", la película le debe muchísimo a la película de Ridley Scott, al igual que a la trilogía de Peter Jackson (ESDLA) pero a su vez, se quiera o no, marcó un antes y un después. Se convirtió automáticamente en un punto y aparte, en todo un referente visual y volvió a crear una nueva moda/ola, un estilo muy marcado y conciso. Muchas series televisivas y muchas películas copiarían o intentarían imitar las formas empleadas en el título más famoso del director.
Zack Snyder no era un director muy conocido en el mundo del cine. Venía de ofrecer "El amanecer de los muertos" y aunque se granjeó alabanzas por su labor la reticencia y el escepticismo era más que evidente al tratarse de la traslación de la novela gráfica de culto a la gran pantalla. El éxito fue atronador y tanto el público como la crítica, por regla general, aplaudió la gesta y el esfuerzo del director, logrando además que cada nuevo título suyo consiga levantar las espectativas y captar el interés. Sin ir más lejos, a día de hoy, 300 es un ejercicio de estilo muy remarcado, un producto concebido para apabullar visualmente y dejar sin respiro a todo aquel que intente dejarse sorprender por productos de este calibre. No se puede negar que la película contó con un diseño de producción encomiable pero sobretodo con el acento marcado en el espectáculo de las grandes guerras en el campo de batalla. El problema principal reside en que Snyder abusa, en todo momento, de técnicas y efectos que llegan a saturar. Y si hay una sola palabra que pueda definir el filme en cuestión es exceso.
Exceso en todos y cada uno de sus apartados. Estaría mintiendo si dijese que la película, en lo visual, no me gusta. Todo lo contrario. En la gran mayoría de casos me fascina y me convence la forma en como Snyder transmite y plasma el mundo de la viñeta e intenta conseguir (otra cosa es que lo logre siempre) el punto de vista particular, el formato, la forma y el fondo de lo que el mundo del comic trata. Es innegable que la fuerza expositiva, narrativa y visual del mundo espartano y su idiosincrasia funciona bastante bien. Momentos, planos, situaciones y gestas muy concretas logran su objetivo que es apabullar, sorprender y conquistar a cuanto mayor número de espectadores se refiere gracias también a frases concretas que acabarían convirtiéndose en clamor popular. Escenas como la lucha del niño contra la bestia, una alegoría a la transformación de niño en hombre, el ejército empujado por el acantilado, los barcos hundidos en el mar, la primera batalla contra los persas mientras en un travelling casi sin apenas cortes o la pelea contra los Inmortales constan de un lenguaje cinematográfico propio muy conseguido, fascinante y logrando transmitir la épica, la acción y la aventura a partes iguales sin caer en el patetismo.
El esfuerzo en conseguir un producto convincente es más que loable pero encuentro que Snyder está en todo momento más interesado en conseguir que cada escena sea superior a la anterior y que todo el mundo quede anodadado sólo con lo visual mientras que lo que a guión se refiere sea el menos trabajado o el que menos interese por su parte. Cierto es que en sí, la esencia de este filme son las batallas y las escenas de acción pero es importante matizar que lo visual no siempre prevalece o se mantiene en el tiempo de la misma forma. Y aunque es innegable que 300 sigue funcionando como el primer día, donde el esfuerzo es palpable, Snyder se olvida de lo más importante: no cansar y provocar un estado excesivo. Y es que los espartanos de esta entrega no tienen freno, no hay punto y aparte, no hay tiempo para degustar o contemplar con pausa todos y cada uno de los momentos y escenas. Todo es demasiado concatenado y con el lema de "más difícil todavía".
Siempre es necesario un tiempo mínimo de reposo, un momento liviano ante tanta abultada colección de anabolizadas escenas de acción donde el acento en el músculo y la camaradería, el honor y el coraje frente a la barbarie y la sangre que salpica la pantalla sin un mínimo de control no encuentra un punto intermedio. Pero ya no sólo el problema está en el desenfreno. La forma por encima del fondo, lo expositivo por encima de lo elemental. Y es que el guión necesita perfilado, necesita menos autocomplacencia, menos simplificar la base y darle un poco más de color a los motivos, las razones, la exposición del porqué más allá de gritos guerreros, el dar la vida por un pueblo y convencer de que no todo está en el contraste de cualidades pues mientras que los buenos son varoniles, musculosos, perfectos, acentuando la hombría y la entrega los malos son feos, grotescos, ruines, rastreros, deformes y sin el más mínimo escrúpulo por la vida. Aparte de que convertir a Jerjes en una reina del baile y con cierto toque Drag Queen tampoco ayuda y da pie a la comedia involuntaria.
"300" es un ejercicio de estilo con un potencial enorme, más aún al contemplar hasta donde llega la imaginación, con el intento de convencer en un género trillado aún a costa de un exceso de ralentíes, una voz en off excesiva y muy subrayada y actuaciones que si bien es cierto no desentonan tampoco logran quedar en el recuerdo más allá de Gerald Butler consiguiendo su papel más laureado como un Leónidas entregado. Aparte de marcar tendencia (con fecha de caducidad) a la hora de plasmar una época, un estilo, una forma de exponer la fotografía, con ese tono terroso. Bebiendo también de productos anteriores para seguir la estirpe de títulos legendarios al respecto (campos de trigo mientras la mano del héroe los acaricia) y con una BSO extraña a la par que difícil de definir (la mezcla de coros épicos junto con guitarras eléctricas no es un producto al cual se acostumbre uno fácilmente) hacen que lograse su cometido que era conseguir el logro en la taquilla, impusiese un nuevo estilo y fuese una moda a seguir sin importar las consecuencias de sus actos. Lo cortés no quita lo valiente pero para mi lo visual tampoco es sinónimo de logro aunque le reconozca cierto logro en momentos muy puntuales. Sigue sin parecerme la panacea tan aplaudida aunque disfrute de ciertos episodios (contados con los dedos de las manos).