Yo odio con toda mi alma ir a comprar ropa. Me gustaba a principios de los 2000, cuando ir a comprar ropa era una excusa para escaquearme a mirar DVDs, pero como hoy ya no hay películas física en casi ningún centro comercial, pues ya ni eso. La ropa interior la compro en el típico mercadillo que ponen en mi ciudad los martes. Cuando necesito, por ejemplo, calcetines, lo que hago es que compro 3 veces más de lo que necesito, y así me aseguro que no tendré que volver en mucho tiempo.
Estas cosas las llevo bastante a rajatabla. La única vez que he reutilizado gallumbos hasta la extinción, fue durante el confinamiento. Si alguno de aquellos trapos amarillos se hubiera puesto a andar por si mismo, no me hubiera sorprendido mucho.