Henry Morrison
Supongo que los que no frecuentáis Cinefilia os perdéis a este salvaje de la nostalgia bien entendida.
Con Morrison tuve varios encontronazos (por su parte, siempre educados y constructivos) en mi temible etapa hater para llamar la atención. Eso me hizo disfrutarle mucho menos de lo que yo quisiera en aquella época.
Soldado del VHS, capitán del videoclub y sargento del rebobinado, pocas personas tienen tanta pasión y cariño por esto que nos ocupa. Mimo, amor, atención y largos textos preciosos que justifican sus obsesiones y nos hacen leerle en bicicleta y con sudaderas con capucha.
Esto seria suficiente para adorarle, pero no se queda ahí.
Como Phoebe en Gremlins contándonos que Papá Noel son los padres, a veces Morrison se desmarca y nos cuenta anécdotas suyas personales que nos dejan ver la gran persona que es y lo muy bien que ha entendido la educación cinematográfica para ser mejor persona. Hubo una de su padre que me hizo empañar ojos.
Morrison, por favor, sigue rebobinando. Te quedan estanterías aquí para rato.