En punto muerto, acomodada desde mi alto bastión, sin ganas ni de bajar, ni de no hacerlo. El corazón sin pulso, la mente sin voz, los pulmones sin aire, el alma sin movimiento. Quieta, parada, tranquila. Fría y a la par cálida. Distante y a la par accesible. Sin esperar nada pero dispuesta a sonreír a lo que venga. Sin más.
Por una vez sin lucha, sin batalla, sin afrenta, sin pesimismo, sin ilusiones, sin lágrimas, sin risas, sin pecados, sin lunas, sin nada... Sin más.
Neutra, totalmente neutra, sin sentimientos pero llena de ellos. Sin más.