Yo nunca he podido con su Frankenstein, lo siento. De esta
@Raven me mata...
La vi por primera vez sacada del videoclub. La tuve que ver a trozos porque me resultó muy aburrida, de esas cintas que casi te da igual acabar.
Y sí, el diseño de producción era, por lo que recuerdo, acojonante.
Y sí, hay soluciones visuales extraordinarias (me quiero acordar de la creación entendida casi como un
parto, con los dos, creador y creado, cayendo por una especie de túnel de limo).
Pero que no. Me pareció pretenciosa, excesivamente pedante. Hacía crónicos y agravaba los fallos del Drácula de Coppola, careciendo de muchas de sus virtudes.
Hice un segundo intento a finales de los 90, la compré en una colección de quioscos de cine de terror, en VHS, y la volví a ver y me volvió a costar.
Haré un tercer intento en vuestro honor. Pero creo que esa película y yo no estamos en sintonía. Y no se trata de problemas con el estilo de Kenneth. Hace poco me vi Morir todavía y le casqué un 7. Pero es que Frankenstein me parece, aparte de aburrida (que peor pecado que ese) parte de la ola noventera de películas que vinieron, entre grandes alardes y pretensiones, presumiendo de grandes presupuestos y grandes directores, y grandes estrellas, a dignificar el género fantástico. Siento un gran desprecio por las intenciones de aquella corriente cinematográfica, aunque los resultados, a veces, sean arrebatadores (como ocurrió con Drácula).