Pues sería la millonésima versión que se hace de Tarantino y Ritchie por gente mucho más mindundi, con sus líos, tiros, personajes caricaturizados, deconstrucciones temporales, fetichismo estético pop y canciones, diálogos entre lo ingenioso y lo cotidiano para hacerse el molón…. Una partida de rol muy movida dentro de un tren bala cuyo destino final, no hace falta decirlo, es acabar como el rosario de la aurora, con un maletín-mcguffin de toda la vida como motor de la acción.
Lo mejor, un reparto entregado a la diversión, que es lo que levanta el tinglado aunque sólo sea a base de puro carisma y por mucho que la cosa se aproxime a una reunión de amiguetes, cameos fugaces incluidos, triturando a veces en exceso su concepto místico en torno al “destino” y las casualidades como motor tanto de lo trágico como de lo cómico… que por otra parte, ni mucho menos es nada nuevo y delata el espíritu incluso de noir clásico tras la propuesta. En general la película creo que logra su objetivo, y pese a la zarzuela tonta e inmensamente complicada para lo que es, disimula a base de gracejo sus torpezas, como ese Bad Bunny que no pinta un carajo y que sirve más que nada para colarnos por la patilla un videoclip de Alejandro Sanz que da bastante “cringe”.
Pero quien se lleva la palma para un servidor no es otro que un Brad Pitt que, como con los vinos, mejora con el tiempo, interpretando a una especie de Nota pasado por el rollo “coach” que actúa un poco por inercia y metido en el ajo un poco porque sí, memorable en cada una de sus frases e intervenciones; insuperable la mezcla de estilo, de gracia y de autoparodia de este hombre, que aquí compone al personaje tal vez más interesante y complejo, por cierto. También la pareja de hermanos “limón” y “mandarina”, el concepto del “diesel” y cómo se crea una simpatía por estos asesinos despiadados. Lo de la Peste Blanca, el rollito samurái-orientalista, la niña pija… como que da más pereza. Los flashbacks creo que son un peligro en estas propuestas de escenario único pero aquí el tren es un espacio vivo y móvil, con sorpresas que aguardan a cada esquina, con un imaginario de chiste (Tomás y sus amigos, la cancioncita que suena cerca del final…). La novedad, creo yo, es una parte de pura acción espectacular y de peleas que delatan la procedencia del director, así como un clímax final grandilocuente en cuanto a destrucción y fantasmadas varias que parece salido de una cinta de catástrofes, o de una de Marvel.