Carl Theodor DREYER

Respuesta: Carl Theodor DREYER

He vuelto a ver Dies Irae y es espectacular el uso del espacio de este hombre, como mueve muy sutilmente la cámara en larguísimos planos secuencia y cada encuadre es un cuadro. Por lo demás, interpretación apoteósica de la bruja acusada y un tono general de pesimismo (absolutamente asfixiante la atmósfera de la Europa más tenebrosa) y relativa ambigüedad (los ojos de la joven!!!) en lo concerniente a los actos de Dios.

Paso previo y coherente a la que, para mí, es su obra maestra, Ordet, similar en temática y aspecto formal, pero con una historia más rica en detalles, en descripción de personajes y con un poderosísimo clímax. Gertrud también es enorme y la hizo con 75 añazos.
 
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Ordet es magia pura. Yo creo que no hay peli que logre lo que esta, presentar un milagro como si fuera lo más lógico del mundo. La película lo hace y todo encaja.

¿Dreyer era autodidacta, no?
 
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Sí, era autodidacta.

Ordet tiene esa capacidad de, mediante silencios y movimientos de cámara imperceptibles, crear la necesidad emocional al espectador más ateo de rellenar el vacío que se ha creado por la muerte de Mikkel con un "consecuente" milagro. Increíble.
 
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Hoy he visto Vampyr y me confirma (la otra que he visto es Juana) que este hombre era un visionario, se trata de nuevo de una película modernísima, con ese movimiento de cámara tan actual y que muestra lo que quiere siempre con acierto, travellings, barridos, en una época donde todo estaba empezando, de hecho es practicamente cine mudo.

Constituye además un referente en su género, creando una atmosfera sobrenatural muy impactante, en parte gracias a la fotografía con esas sombras, esas luces, etc..., pero en otra parte muy importante gracias al guión que deja a un lado toda la parte romántica que rodea a los vampiros y se centra en la parte más oscura y siniestra, en su condición de muertos vivientes.

Coincido que la pega es ese protagonista con cara de panoli, pero es una nimiedad excusable.
 
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Modernísima pero con 80 años encima. De locos.
 
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Ayer vi Dies Irae AKA Todas p*t*s

Y nuevamente me encuentro fascinado por lo visto, en un relato que combina brujería, romanticismo y religión de forma fascinante, la puesta en escena es limpísima, sobretodo la disposición de personajes en escena y el trabajo fotográfico de nuevo resulta fundamental, esa niebla, esa luz en las escenas más bucólicas.

Resulta fácil emparentarla con La cinta blanca por la ruralidad de la historia y sobretodo con Bergman (¿no?) y tanto en sus formas como en obsesiones propias (ese sonido de reloj incesante) el fatídico destino se haya espectante en todo momento.

A nivel de actores, mucho mejor que Vampyr, sobretodo la protagonista con esa mirada y esa sombra de la duda constante, y su madre que sólo aparece unos minutos, un personaje lleno de ternura a la que cuesta ver como acusada de actos tan impíos.

Por lo que os leo, encima me faltan las mejores.
 
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Solo he visto Vampyr y coincido más o menos con lo que habeis dicho, me impactó la sensación constante de "nebulosa" que acentua aun más lo sobrenatural del relato. Tengo que revisionarla porque no terminó de convencerme pero creo que fue más bien porque no le pude coger el ritmo (tuve problemas con el dvd durante el visionado, un asco)

Me interesa la filmografía de este hombre, por cual sigo?
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Respuesta: Carl Theodor DREYER

pues sin duda Ordet, Dies Irae o Juana..
y después Gertrud y el documental de Rohmer y aquel de Mi oficio.


también, a la manera de Franju o Resnais, tiene una obra documental en corto muy interesante; y de los largos menos conocidos recomiendo sobre todo Los estigmatizados y algo menos, aunque también, la de Satán.
 
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Después de Vampyr, yo he visto Dies Irae, y veo cierta evolución y perfeccionamiento dentro de que tienen muchas cositas en común.

Yo las voy grabando de TNT autor, ya podían seguir dando alguna otra :mutriste
 
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Tomo nota, de las tres primeras que cita Sikander no he oído más que maravillas
 
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La pasión de Juana de Arco

La apoteosis del cine. El arte de la imagen alcanzando la plenitud de sus posibilidades a finales de la época muda. Película absolutamente austera en algunos aspectos, que transcurre en unas pocas localizaciones, maneja un argumento anecdótico (las actas del juicio contra Juana de Arco, acusada de herejía y condenada por la iglesia) y se basa en el primer plano como principal recurso expresivo, captando el alma de los personajes a través de sus rostros. Contrapone, de ésta forma, la corrupción de los jueces y la pureza de Juana, la religión y la fe verdadera, con una de esas grandes interpretaciones femeninas que revela la espiritualidad interior y la convicción ciega que mueve a Juana, por la que llega a sacrificar su propia vida (esa mirada… lleva a pensar si estará loca). Pero si durante la primera parte está presente esa austeridad, el montaje lo veo mucho más próximo al del cine soviético, y la dirección alterna encuadres audaces y travellings imposibles (la cámara poniéndose del revés), alcanzando cerca del final una dimensión casi operística.

A todo esto se le suma la preciosa fotografía de Rudolph Maté y la banda sonora compuesta por Richard Einhorn, que inspirada por la propia película hace de contrapunto inmejorable a las imágenes, música con coros y orquesta de un estilo “antiguo” pero moderno a la vez.

Cine atemporal, lleno de emoción y de maestría. Un puto milagro.
 
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Respuesta: Carl Theodor DREYER

Tiene un tono de espiritualidad solemne, trágica, como pocas veces he visto; Dreyer se las arregla para que la vida o la muerte de Juana (y el agarre interno a su propia fe, o a la confianza en esa misma fe) sea de pronto lo más importante del universo y todo se supedita a ello.

Además de lo escandalosamente moderna que luce, y con una historia detrás fascinante.
 
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Niños, ¿alguien tiene el libro de Cátedra de Manuel Vidal, qué tal? En español no hay nada más, ¿no?
 
Hay un libro que está muy bien sobre la construcción espacial y temporal del cine de Dreyer, Hitchcock, Ford y Ozu. El libro se llama "La arquitectura del cine. Estudios sobre Dreyer, Hitchcock, Ford y Ozu". En la biblioteca de la Fcom está, yo lo leí de allí.


Enviado desde mi iPad con Tapatalk HD
 
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Sí, ese me suena verlo por allí, y también de aspectos concretos está el de Schrader sobre el estilo transcendental en el cine (Bresson, Ozu, Dreyer) que también quiero hincarle el diente desde hace tiempo, pero ahora busco algo más retrospectivo y amplio sobre su obra.

Veo también que hay uno llamado "Máquinas de presa : la cámara vampira de Carl Th. Dreyer" de Pilar Pedraza y otro de Fundamentos escrito por un tal Juan Antonio Gómez García. Habrá que ir a echarles un vistazo.
 
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Os dejo un enlace a un articulillo que acabo de escribir en mi blog sobre Ordet. Está en inglés, para captar público de fuera :juas
 
Respuesta: Carl Theodor DREYER

un articulo sobre ORDET... y en ingles... tu eres nuevo en el foro, verdad?


bueno, si lo compensas rajando de Bay o Nolan en castellano, todo OK
 
Respuesta: Carl Theodor DREYER

Sí, soy nuevo :juas el tema es que empecé el blog en inglés y ahora hay que seguir así... Va bien, así me acostumbro al idioma escrito y me ayuda a buscar trabajo.

De Nolan rajo todo lo que queráis, pero a estas alturas ponerse a hablar de Dark Knight Rises como que no. Pero tela.
 
Dies irae

En pleno siglo XVII, una bruja es condenada a la hoguera por un viejo sacerdote. En el pasado, éste intercedió para salvar a su actual y joven esposa, descendiente también de una bruja.

A nivel “terrenal”, un drama sobre las pasiones prohibidas en una época de miedo y oscurantismo, que recorre cuestiones como la culpa, la envidia, los prejuicios sociales intolerantes... mientras que bajo un prisma más “metafísico”, la película se convierte en una tragedia donde el amor y la fe son sentimientos tan opuestos como la vida y la muerte, en un mundo donde la religión y la superstición se encuentran a un paso de ser tan reales como la vida misma. Los personajes se enfrentan a dudas y a contradicciones ¿es el despiadado tribunal el que destruye unas vidas inocentes y libres? ¿son éstas quienes conducen a los hombres a la perdición? Ya se haga una lectura mágica o realista de la historia, nada es definitivo, salvo en la oposición hacia la ceguera hipócrita de la autoridad.

El estilo ascético y profundamente espiritual de Dreyer se asienta en el plano secuencia y en el movimiento lateral de la cámara, siguiendo a los actores o recorriendo el espacio, la impresión es de estatismo y de asistir a una sucesión de cuadros o de imagenes religiosas, a veces con un gran sentimiento pictórico en su composición. Por otro lado, está la importancia concedida a los rostros y a la expresión del alma por medio de ellos, aunque los diálogos y la declamación actoral causan una sensación almibarada, no sé si por ser la película de principios de los cuarenta... en cualquier caso, la puesta en escena parece marcada también por una dualidad; interiores tenebristas, sombras pronunciadas, frente a lo bucólico y lo luminoso de la naturaleza (la sombra de los barrotes sobre la vieja, el paseo en barca frente a la agonía del moribundo... incluso el tiempo parece acompañar a los estados de ánimo).

Un cine más elemental e intuitivo de lo que aparenta en su gravedad, me parece a mí, por un artista (eso sí) comprometido consigo mismo hasta el final.
 
Ordet

La película que más claramente define la ética y la estética de Dreyer, o al menos eso dice la gente, ambas firmemente unidas. Lo cierto es que si la comparamos con “Dies irae”, aquella parece (aún con sus virtudes) un ensayo de ésta en algunos aspectos, la historia de las brujas era más esquemática y menos elaborada. Aquí nos metemos enseguida en el ambiente de una familia religiosa, en la cotidianeidad de sus vidas. Por un lado, el tema de la fe y la manera de enfocarlo, con las posibilidades de debate posterior (las conclusiones* no parecen tan sencillas...). Por otro lado, el componente poético y emocional del asunto, capaz de hacer aflorar unas pasiones que se sienten puramente humanas, universales, incluso pudiendo uno ser ateo. Me quedo con ésto último, al menos en un primer visionado. En cualquier caso, el final de la película es totalmente lo que debería ser un milagro, es decir, un misterio, tanto para los protagonistas del drama como para el propio espectador. Un milagro “cinematográfico”, y perdón por el tópico.

Cada uno de los personajes (inmejorable presentación y evolución) parece corresponder a una manera diferente de entender la fe. La historia es la de un viaje doloroso que cada uno vive a su manera, al final del cual quedan transformados. El loco es el más memorable con diferencia (y el más enigmático, pareciendo personificar esa creencia ciega e irracional tan próxima a la locura). En consonancia con lo que retrata, la puesta en escena es pausada, envolvente, una coreografía de largos planos circulares donde cada elemento parece muy meditado; pese a lo cual, no hay sensación de rigidez y sí de naturalismo (la máxima de ser “complejo” sin que se note). Tan sólo hay que echarle un vistazo a los minutos finales, puro cine y prácticamente mudo.

Una película tan humilde como inabarcable, según como lo mires. Como siempre, el estilo de Dreyer te entra o no te entra, pero desde luego es único.



*SPOILER - Si admitimos que la causa del milagro es la fé inocente y pura de la niña (no la derivada del interés personal, de la herencia social o de la simple demencia) estaríamos peligrosamente cerca del panfleto ¿no? ¿Y si él se cura, por qué sigue insistiendo en la idea de la resurrección? ¿significa que nunca ha estado loco, o que ahora sí que está “iluminado” de verdad? ¿La conversión del marido no es demasiado “interesada”? Otra lectura menos evidente; cuando los personajes solucionan sus diferencias y conflictos, cuando aprenden a vivir de verdad, es cuando lo imposible se hace posible de forma espontánea e incluso (a su manera) lógica, dando paso a una nueva esperanza.

P. D. Decididamente, la película me transmite eso último. Va sobre aprender, no a creer en dios ni a alcanzar una fé "pura" o auténtica, sino sobre aprender a vivir. A escuchar, a amar, a vivir desinteresadamente. A creer en lo "invisible", como hace la mujer, como reta el loco a los demás a creer que él es Jesucristo. No a creer en un dogma, en el fondo, estéril (los viejos han perdido el contacto con ese sentimiento original). Es entonces cuando no hace falta ser religioso ni pactar con Dios para creer en los milagros. Cuando aprendemos a vivir, vencemos incluso a la muerte. Ni siquiera hablamos de fe, hablamos de humanismo puro y duro.

Me parece una idea absolutamente conmovedora.
 
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Ordet es un tratado sobre la espiritualidad. Sobre la pureza y el bien, antes de que estas ideas fueran encapsuladas en dogmas y la religión -entendida como algo normativo y jerarquizado- se apropiara de ellas. Esta es la cinta que habría que grabar en el ADN de cada ser humano en el útero materno, porque efectivamente en ella está la clave como señala Harkness para vencer a la muerte; o lo que es lo mismo, a todas las religiones del mundo...
 
Seguramente conoceréis al pintor Hammershoi, el artista danés cuyos misteriosos cuadros de interiores se consideran la principal inspiración de Dreyer.

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La verdad es que el espacio tiene mucha importancia para Dreyer, estos interiores de casas parecen casi un personaje más. Llama la atención que casi todas las películas más famosas de este hombre sean adaptaciones de obras de teatro, y a primera vista puede parecer que la puesta en escena es teatral. Sin embargo, la premisa estética y el sentido narrativo (aunque pausado) son intencionadamente muy visuales; la cámara se pone al servicio de los actores, se desplaza siguiéndoles a ellos y conectando sus miradas (en lugar del típico plano/contraplano), de ahí que no sea intrusiva. Esa manera de mantener el plano, de alargarlo sin cortar, con el montaje limitado a la conexión de distintas escenas (excepción; la búsqueda del loco entre cortinillas), crea una intensidad particular, que recuerda especialmente a Tarkovski (esos movimientos circulares y detenidos de la cámara).
 
Gertrud

Una película de las que suelen llamarse crepusculares, de madurez, testamentarias, etc. sobre gente que ha vivido mucho, que mira hacia atrás y ve que no todo ha sido como debería. Gertrud, la protagonista, es una mujer madura cuya idea del amor es absoluta, como una religión. El amor es lo que da sentido a nuestras vidas, un sentimiento efímero, una ilusión que vamos perdiendo conforme abandonamos la juventud y nos dedicamos a asuntos más mundanos, como perseguir un placer dionisíaco (el pianista), lograr la fama (el poeta), o mantener una reputación intachable (el marido). El amor es frágil, está oculto tras un detalle, un recuerdo, un gesto, pero es lo más importante. Un no-melodrama, pues, que supone una indagación casi filosófica sobre el paso del tiempo, sobre aquello que nos aleja de la auténtica felicidad... con un final de una belleza enorme, con esa puerta cerrándose sencillamente, la tranquila despedida de Dreyer del cine, de la vida; Gertrud queda en paz consigmo misma, pese a los errores cometidos.

Asimismo, estamos ante un manifiesto artístico de primer orden; música, artes plásticas, literatura, tienen un papel muy relevante. El discurso del poeta bien podría aplicarse al cine del danés. Y el propio relato es más anecdótico y discursivo que narrativo, sin apenas desviarse de los cuatro personajes importantes y sus interrelaciones. Y claro, encuadres estáticos, cámara moviéndose meticulosamente, interpretaciones y diálogos tan pausados como poco naturales... un lenguaje que nos aleja de lo cómodo para el espectador, y qué menos cuando estamos ante la representación de un vacío, el de una mujer y unos hombres que son como fantasmas, figuras, lejos de lo que un día fueron. Hacerlo todo muy material para acceder a lo que está fuera de la pura forma. Pues tras la gelidez aparente hay un romanticismo desbordado, idealista, renunciar a todo por una idea que muchos tacharían de insensata. El sueño hecho realidad en forma de tapiz, los recuerdos llenos de luz, el desmayo de ella en plena actuación. Y un poema ingenuo, escrito por una adolescente, pero cargado del significado de toda una existencia.

“Mírame
¿Soy bella?
No, pero he amado.

Mírame
¿Soy joven?
No, pero he amado.

Mírame
¿Estoy viva?
No, pero he amado.”


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Vampyr, la bruja vampiro

Rareza entre lo silente y lo sonoro, a medio camino de todo; una “isla” en la historia del cine, difícilmente clasificable, que confirma a Dreyer como genuino investigador de las posibilidades del lenguaje visual, artífice de propuestas incomprendidas y posteriormente recuperadas, difícilmente asimilables incluso hoy. Poco importa la trama, un mejunje de temática satánica, vampírica y brujeril, poco importan los personajes, meros elementos de atrezzo, empezando por el inexpresivo protagonista. Ejercicio de orfebrería estética antes que nada, que bebe tanto del expresionismo alemán y sus atmósferas sombrías como del surrealismo; hay desde sombras danzarinas hasta visiones oníricas de la propia muerte... o un impactante final para el villano.

Algo muy parecido, por lo tanto, a un sueño o pesadilla en imágenes. Si el cine de Dreyer consiste, en buena medida, en convocar presencias invisibles, ya sea la de la fé, ya sea el paso del tiempo, lo que interesa aquí es nada menos que el terror y la amenaza de lo desconocido. La película demanda, creo yo, un espectador-niño que olvide la lógica y esté dispuesto a subirse al tren de la bruja. Nos sentimos tan perdidos como nuestro héroe en un desarrollo poco coherente, sin unas expectativas a las cuales aferrarnos (ni temáticas, ni formales -de narración, montaje, sonido, etc.-)... son la cámara y sus movimientos, los símbolos (la veleta, la guadaña), los gestos (viciosos, de la víctima) lo que hace intuir el mal que aguarda tras un rincón.


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Creo que era Sikander el que lo emparentaba con Lynch, un antecesor director del pelos en convertir lo atmosférico en un todo; sigue teniendo mucho poder.
 
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