Mensch Maschine
Santur
Cruise. Un chaval seguramente acomplejadísimo de crío (y de adulto también) que se armó de una ambición y competitividad sin límites para superar sus demonios personales (seguramente sin éxito), y que le ha llevado a ser la mayor estrella de cine de los últimos 40 años.
No es la única estrella que queda, Brad y Leo le pueden pisar perfectamente los talones, pero sí quizá es la más singular en su carrera.
Por un lado, un tipo sin excesivas cualidades interpretativas, pero deseado por los más grandes cineastas americanos de su tiempo por su gancho comercial, su extrema profesionalidad y su notable adaptabilidad (dentro de unos límites) para ciertos registros que les convenían.
Por el otro, un cineasta que nunca ha dirigido nada oficialmente, pero del que es vox pópuli que conoce a la perfección todos los entresijos del oficio cinematográfico y de la industria en general. Y los ha aplicado como productor para construirse una carrera a su medida excepcionalmente exitosa. Y probablemente, esa asunción del papel de productor de su propia carrera fue el inicio de su declive, con sus excepciones, como actor limitado pero resultón en proyectos de verdadero interés. Desde entonces, se ha dedicado simplemente a cultivar una imagen de estrella de cine de acción, con pocas incursiones en otro tipo de cintas.
Afortunadamente para él, la taquilla le ha sido fiel casi siempre hasta ahora, pero actualmente se halla en una encrucijada en la que debe de empezar a asumir que los años pasan y está a un pasito de que las aventuras de corte juvenil que nos ha venido sirviendo desde los 80 empiecen a tener el mismo aspecto risible que el Roger Moore casi sesentón de 'Panorama para matar', por mucho que empeñe en que todos nos enteremos de que su principal especialista de riesgo es él mismo.
En este sentido, debería de empezar a tomar como referencia las carreras de gente como Sean Connery o Clint Eastwood, que dieron algunos de sus mejores y más queridos trabajos sin tener que disimular su madurez, sino más bien al contrario.
Sobre sus pelis, mejores y peores, si tengo tiempo, quizá me extienda otro día.
Un saludete.
No es la única estrella que queda, Brad y Leo le pueden pisar perfectamente los talones, pero sí quizá es la más singular en su carrera.
Por un lado, un tipo sin excesivas cualidades interpretativas, pero deseado por los más grandes cineastas americanos de su tiempo por su gancho comercial, su extrema profesionalidad y su notable adaptabilidad (dentro de unos límites) para ciertos registros que les convenían.
Por el otro, un cineasta que nunca ha dirigido nada oficialmente, pero del que es vox pópuli que conoce a la perfección todos los entresijos del oficio cinematográfico y de la industria en general. Y los ha aplicado como productor para construirse una carrera a su medida excepcionalmente exitosa. Y probablemente, esa asunción del papel de productor de su propia carrera fue el inicio de su declive, con sus excepciones, como actor limitado pero resultón en proyectos de verdadero interés. Desde entonces, se ha dedicado simplemente a cultivar una imagen de estrella de cine de acción, con pocas incursiones en otro tipo de cintas.
Afortunadamente para él, la taquilla le ha sido fiel casi siempre hasta ahora, pero actualmente se halla en una encrucijada en la que debe de empezar a asumir que los años pasan y está a un pasito de que las aventuras de corte juvenil que nos ha venido sirviendo desde los 80 empiecen a tener el mismo aspecto risible que el Roger Moore casi sesentón de 'Panorama para matar', por mucho que empeñe en que todos nos enteremos de que su principal especialista de riesgo es él mismo.
En este sentido, debería de empezar a tomar como referencia las carreras de gente como Sean Connery o Clint Eastwood, que dieron algunos de sus mejores y más queridos trabajos sin tener que disimular su madurez, sino más bien al contrario.
Sobre sus pelis, mejores y peores, si tengo tiempo, quizá me extienda otro día.
Un saludete.
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