Pues nada... la semana pasada se estrenó en salas la nueva película del director (sur)coreano Na Hong-jin: El extraño (Goksung es su título original... el nombre del pueblo en el que transcurre la acción); y casi al mismo tiempo (este pasado miércoles) salió a la venta en formatos domésticos (dvd y bd).
No he visto los dos anteriores trabajos de este fulano; ni The Chaser ni The Yellow Sea me llamaron la atención (algo me tiraba para atrás) pero el sugerente trasfondo religioso de esta nueva propuesta, su ambientación rural y la estupenda fotografía de Hong Kyung-pyo despertaron mi interés desde el primer momento. Mis expectativas no se han visto defraudadas (creo que es de lo mejor de este año) aunque entiendo que no es un título para todos los gustos: los espectadores que no conecten con su peculiar humor oriental lo tienen bien jodido (es una parte muy importante del cuerpo de la película, forma parte de su adn y va más allá del mero alivio); personalmente me he descojonado vivo en numerosas ocasiones... no digo sólo sonrisas, sino verdaderas carcajadas.
Lo cierto es que es complicado hablar de ella sin tratar de desmenuzarla (y me he propuesto seriamente no caer en ello en esta ocasión). De lo que no cabe ninguna duda es que, bajo su apariencia de típico mix genérico coreano (en este caso thriller/terror/comedia/drama familiar), se esconde una hermosa reflexión acerca de la fe (la cita bíblica inical es muy elocuente), la razón, la muerte, la existencia, la familia o la naturaleza del Mal. Precisamente respecto a las dificultades del ser humano para reconocer a este último (y también por su larguísimo, aunque sabiamente medido y ciertamente gozoso proceso de cocción) no he podido evitar acordarme de The Hateful Eight... aunque el tratamiento religioso es muy diferente en ambas cintas (Hong-jin es católico).
Además de los ecos de El exorcista que muchos han comentado, en lo que respecta al tema familiar no he podido evitar pensar también en Poltergeist... incluso en su segunda parte (el acojonante "duelo" de chamanes, una de las escenas estrella de la película, recuerda también al que sostiene el propio Will Sampson contra Sonny Landham en Firewalker. Es tramposo, pero lo es a conciencia por una poderosa razón... nunca mejor dicho), así como en el cine de Shyamalan o Nichols (aunque la puesta en escena no tiene nada que ver). Y en lo que respecta a la muy humana duda (y sobrecogimiento) ante sucesos sin respuesta y hechos que nos superan, tampoco puede uno evitar pensar en esos acercamientos aparentemente ligeros y cómicos en torno a la religión de los últimos Cohen (con A Serious Man a la cabeza); incluso el Uncle Boonmee de Apichatpong (el rural, esos ojos rojos, la cueva, el ¿qué significa estar vivo? y tantas otras preguntas de múltiples o ninguna respuesta).
En fin... que prefiero no decir nada más. Dos horas y media (largas) para gozar.
No he visto los dos anteriores trabajos de este fulano; ni The Chaser ni The Yellow Sea me llamaron la atención (algo me tiraba para atrás) pero el sugerente trasfondo religioso de esta nueva propuesta, su ambientación rural y la estupenda fotografía de Hong Kyung-pyo despertaron mi interés desde el primer momento. Mis expectativas no se han visto defraudadas (creo que es de lo mejor de este año) aunque entiendo que no es un título para todos los gustos: los espectadores que no conecten con su peculiar humor oriental lo tienen bien jodido (es una parte muy importante del cuerpo de la película, forma parte de su adn y va más allá del mero alivio); personalmente me he descojonado vivo en numerosas ocasiones... no digo sólo sonrisas, sino verdaderas carcajadas.
Lo cierto es que es complicado hablar de ella sin tratar de desmenuzarla (y me he propuesto seriamente no caer en ello en esta ocasión). De lo que no cabe ninguna duda es que, bajo su apariencia de típico mix genérico coreano (en este caso thriller/terror/comedia/drama familiar), se esconde una hermosa reflexión acerca de la fe (la cita bíblica inical es muy elocuente), la razón, la muerte, la existencia, la familia o la naturaleza del Mal. Precisamente respecto a las dificultades del ser humano para reconocer a este último (y también por su larguísimo, aunque sabiamente medido y ciertamente gozoso proceso de cocción) no he podido evitar acordarme de The Hateful Eight... aunque el tratamiento religioso es muy diferente en ambas cintas (Hong-jin es católico).
Además de los ecos de El exorcista que muchos han comentado, en lo que respecta al tema familiar no he podido evitar pensar también en Poltergeist... incluso en su segunda parte (el acojonante "duelo" de chamanes, una de las escenas estrella de la película, recuerda también al que sostiene el propio Will Sampson contra Sonny Landham en Firewalker. Es tramposo, pero lo es a conciencia por una poderosa razón... nunca mejor dicho), así como en el cine de Shyamalan o Nichols (aunque la puesta en escena no tiene nada que ver). Y en lo que respecta a la muy humana duda (y sobrecogimiento) ante sucesos sin respuesta y hechos que nos superan, tampoco puede uno evitar pensar en esos acercamientos aparentemente ligeros y cómicos en torno a la religión de los últimos Cohen (con A Serious Man a la cabeza); incluso el Uncle Boonmee de Apichatpong (el rural, esos ojos rojos, la cueva, el ¿qué significa estar vivo? y tantas otras preguntas de múltiples o ninguna respuesta).
En fin... que prefiero no decir nada más. Dos horas y media (largas) para gozar.