El Gobierno social-podemoide de Sánchez



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Joder y pensar que nada me podía sorprender ya. Si les gusto la adoración amarilla al bolardo, no se pierdan desde Euskadi “Adoremos la farola”.



Un abrazo!
 
¿los otros por qué no se manifiestan a favor del Gobierno? así acabamos antes, además sería una manifestación insólita en Occidente y después de un desastre como el que acabamos de pasar.

¿de verdad pretenden que la gente no se manifieste cuando acaban de arruinarnos por su incompetencia esta puta basura de gobierno de MIERDA de PSOE / Podemos?

¿cuando encima intentan aprovechar esta pandemia para ponernos un bozal? ¿esta puta gentuza? venga hombre, a ver si acaban huyendo del país por la azotea de una embajada.
 
En Beasain,al parecer,la que se sube a la farola era una concejala bildutarra que a dimitido.Y esas gentes con nulo instinto de supervivencia han emitido un comunicado pidiendo disculpas.Montas algo asi hace 6 meses y acaba apareciendo alguna patrulla en cuestion de minutos,supongo que ahora los tendran ocupados vigilando las viviendas de gentes que vivian en barrios humildes y ahora en chalets.
En otro orden de cosas,el doctor dice que vayais planificando las vacaciones que todo el mundo va a pegarse por venir aqui ya que somos potencia mundial en ecologismo y covid free.Acto seguido a defendido las bondades del estado de alarma y que pedira otra prorroga seguramente.El valor de los muertos van a ser 10 dias de luto oficial y un homenaje que servira para que el pueda hacerse muchas fotos.
 
Joder y pensar que nada me podía sorprender ya. Si les gusto la adoración amarilla al bolardo, no se pierdan desde Euskadi “Adoremos la farola”.



Un abrazo!


A ver... que no tiene motivación política. Parece ser que es una tradición del pueblo para inicio de las fiestas. Pero teniendo en cuenta que el COVD allí ha pegado fuerte y que no llevan ningún tipo de precaución ni medida de seguridad... es para multarlas a todas y a casita.
 
Si llega a ser Ayuso la que comunica 600 muertos por coronavirus después de recibir el cambio de fase, estaría ardiendo en una hoguera en la Plaza Mayor.

Eso es otro desaire más a sumar a este gobierno. Basicamente es tomarles el pelo y tomarse el cambio de fase a chufla, vamos que es todo política. El que diga que las fases responden a motivos sanitarios a estas alturas es que está completamente ciego.
 

Dicen que los gritos de Pedro Sánchez se podían escuchar en Somontes sin necesidad de trompetilla, que los cuchillos no eran los únicos que sobrevolaban en los pasillos de La Moncloa por el 'totum revolutum' de la última semana, que también estaban las amenazas de dimisión del equipo económico del Gobierno. Dicen que no se sabe si va o viene, que al único que se le ve con las ideas claras en el Ejecutivo es a Pablo Iglesias, con sus mallas moradas y su escudo social, que desde el inicio del covid-19 está grogui, como sobrepasado, que no aguantará.

No se engañen. Sánchez les sobrevivirá a todos ustedes. Sobrevivirá a las cacerolas de Núñez de Balboa, a los coches de Vox en plaza de la Independencia y al editorial de 'El Mundo'. También al editorial de 'El País'. Sobrevivirá incluso a Iglesias. Antes le veremos gobernando con el apoyo de Pablo Casado que fuera de La Moncloa.

El último sondeo de Metroscopia señala que casi la mitad de los votantes del PSOE, el 48%, se inclina por un gobierno con alianzas de centro, esto es, con Cs de muletilla, y hasta un 10% desearía un gran coalición con el PP, mientras que solo uno de cada tres, un 33%, se decanta por acuerdos orientados hacia la izquierda, con formaciones como ERC y Bildu.

Hagan juego. Apuesten por el croupier. Con Bildu, ERC, Cs y hasta con el PP. Aguantar como sea, incluso arrastrándose, hasta finales de 2023, cuando han de celebrarse las próximas elecciones generales y, se supone, habremos salido, o estaremos a punto, de la recesión.

Es evidente que Sánchez pactará con unos u otros arbitrariamente. Eso es tan evidente como que seguirá gobernando hasta 2023. Lo hará aunque tenga que terminar la legislatura con los Presupuestos de Montoro. Lo logrará porque no hay alternativa en la oposición, porque no hay moción de censura posible para descabalgarle. Lo logrará por su propio carácter. A estas alturas ya hay pocos que desconozcan quién se oculta tras Pedro Sánchez, alguien al que eso de gobernar y tomar decisiones le aburre, como reconocen sus allegados, que lo único que le gusta es el poder, ostentarlo y ejercerlo, lo cual puede resultar hasta virtuoso.

El intento de arrancar un mes de prórroga de estado de alarma no obedece a razones estrictamente de salud pública, como ha tratado de aducir este sábado el presidente del Gobierno, sino a razones de poder, al hecho de poder mantener el mando único otros 30 días, cerrar el Congreso en julio y llegar con la excepcionalidad hasta septiembre.

Entiende la política como una partida de Monopoly. Ser un día más presidente, salvar la encuesta de hoy, salvar la votación de hoy sacándose de la manga la derogación total de la reforma laboral, la mesa de negociación con Cataluña o los plazos del estado de alarma. Si salían los 30 días, el Gobierno 'win'; si salían 15, también 'win'. Sánchez es socialista de carné pero peronista de corazón, lo que le conduce irrefrenablemente hacia el cesarismo. "Si a los argentinos nos dan un tiempito quizá logremos también destruir España: ya hemos conseguido, por lo pronto, filtrar en su gobierno a incontables idólatras de Perón y Evita", escribía el periodista argentino Jorge Fernández Díaz.

Analistas, periodistas y portavoces políticos han agotado las pocas reservas de neuronas que les quedan tras dos meses y medio de confinamiento tratando de interpretar el quilombo parlamentario del Gobierno para sacar adelante la quinta prórroga. Todos tratan de descifrar no sabemos qué oscuras y audaces estrategias políticas que manejan en La Moncloa y que al común de los mortales le parece un arcano. Igual que los mandamases de Washington se quedaban embelesados con los aforismos de Mr. Chance, tratando de buscar profundas reflexiones a lo que no eran sino consejos de jardinería.

No hay explicación lógica. De verdad, no la hay. Lo que ocurre en el Ejecutivo se entiende mejor desde un diván argentino que desde las encuestas de intención de voto, especialmente si salen del magín de Tezanos. No es lo mismo ganar unas elecciones que gobernar un país. Y menos aún, gobernarlo con una pandemia. El virus ha dejado desnudado al presidente. Tampoco parece que le importe. Pedro Sánchez siempre ha sido así, tan veleta como persistente y un tanto 'youtuber'. Claro está, antes no había decenas de miles de personas fallecidas, ni una depresión sanitaria, económica y social que planea cual buitre sobre el país y que va a dejar maltrecha a una generación de jóvenes, ni millones de españoles apuntados a los ERTE, ese acrónimo ahora popularizado que no es sino un añagaza para quien se encuentra sin trabajo.

Las artes de prestidigitador de este Ejecutivo pueden servir para el corto plazo, pero no para lo que está por venir, con un gobierno de coalición dividido, la alianza Frankenstein en llamas, el Parlamento abierto en julio y un escenario económico negro, pero que muy negro, como ya se ha encargado de recordar el gobernador del BdE. Algo se tendrá que sacar Sánchez de la chistera si no quiere que se le quede cara de Zapatero. Y se lo tendrá que sacar pronto.
 

Una semana difícil, poco más. El Gobierno de Pedro Sánchez quiere volver a la fase cero dejando atrás el polémico acuerdo con Bildu y su equipo se mantiene firme ante las presiones externas que le piden alejarse de Pablo Iglesias. "La relación entre ellos es fluida", aseguran fuentes gubernamentales a Vozpópuli, que hablan de contactos discretos que "se han mantenido intactos" en estos días de crisis. Es la prueba de que la coalición no peligra, aseguran. En plena tormenta, ese mismo día Sánchez e Iglesias se aclararon. Cada semana (normalmente los jueves) los dos líderes suelen celebrar una reunión y lo mismo ocurrió en el momento más duro para Sánchez desde el comienzo de la legislatura. Según las fuentes consultadas esa es la demostración que el protocolo de la coalición sigue intacto: "Es una prueba clara", afirman desde el Ejecutivo. El socialista, consciente del error de comunicación de su equipo (primero la firma del acuerdo con Bildu y luego la rectificación), envió mensajes a sus ministros de que el pacto con Podemos está blindado. Los ministerios de Unidas Podemos recibieron la misma información.

Los morados negaron en su momento que el acuerdo con Bildu fuera secreto (al menos entre sus filas, aunque la ministra de Trabajo lamentó el paso atrás en el diálogo social). El quid de la cuestión es que mientras Podemos trabajó para escenificar un acercamiento a los abertzales en clave electoral vasca, el PSOE se sumó, para rectificar pocas horas después.

Ese error alimentó a los sectores socialistas que en Podemos creen que quieren dinamitar el Gobierno de coalición. Entre ellos se incluiría, además de los barones, el expresidente Felipe González, que desde hace tiempo manifiesta en círculos privados su apuesta por un gobierno monocolor respaldado por el PP.

Sánchez de momento no hace caso a presiones externas, aseguran las fuentes gubernamentales consultadas. El equilibrio parlamentario es el que es y considera que Podemos, con sus 35 diputados, sigue siendo el aliado más sólido. Las relaciones entre Iglesias y Sánchez, además, son buenas. La comunicación es fluida y se ha mantenido intacta durante los últimos días. “Esta es una clave importante”, recalcan desde varios segmentos del Ejecutivo. Tampoco se aprecia en el Gobierno una ruptura de los puentes entre Iglesias e Iván Redondo, el jefe de estrategia de Sánchez. El hecho de que parte del equipo de Redondo trabaje en la búsqueda del apoyo de Ciudadanos no significa un cambio de pareja de baile.

En cuanto a Bildu, las fuentes consultadas señalan la clave electoral vasca, aunque en Podemos algunos se sorprendieron cuando el PSOE decidió sumarse al pacto. Para los socialistas ese acuerdo fue una “trampa” de Podemos y un “error” de Adriana Lastra, que no supo medir el coste político de un pacto que, en realidad, era una foto electoral. Una serie de errores que Sánchez espera resolver ya la próxima semana con la aprobación del salario mínimo vital.
 
Articulazo de vuestro gurú, SOTO IVARS.

Si las manifestaciones contra el Gobierno se hubieran mantenido en su cayetana apariencia de los primeros compases, el regalo para la izquierda hubiera valido su peso en oro. Yo mismo participé de la mofa. Parecía que sí, que eran los borjamaris quienes marchaban solos a las barricadas, o sea, con Taburete y Hombres G cantando el 'Bella Ciao'. Sí, lo parecía: señoras y doncellas se aventuraban más allá de los ajardinados límites del club Puerta de Hierro, “el cazo, ¿dónde lo guarda esta mujer?”. Y ese inolvidable patricio en el asiento trasero del descapotable diciéndole al chófer: “Ambrosio, a la manifa”. Desde el móvil, se hacía difícil distinguir la realidad de la invención.

Se podía fantasear, pero era evidente que la protesta no se mantendría pija y patriótica más allá de las primeras horas. Los espejos del callejón del gato son traicioneros. Primero resultó que no era un palo de golf lo que golpeaba la señal de tráfico sino una escoba, y se dio este momento tan quijotesco en el que se desbarataba la industria de los encantadores. No habían visto los ojos el artículo de lujo aporreando la señal sino los prejuicios, pero sorprendentemente hay quienes todavía se niegan a envainársela.

Pese a que pronto fue evidente que la protesta brotaba lo mismo en barrios pijos que en barrios humildes, pese a que las caceroladas se multiplicaban con estruendo en Aluche, Carabanchel, Vallecas o Tetuán, pese a que Javier Negre hacía presumir a los manifestantes ante la cámara de sus currículos precarios, “yo soy un parado”, “yo soy una cajera”, la izquierda cultural sigue todavía con el raca-raca de las manifestaciones borjamaris. A la derecha nunca le ha costado esfuerzo levantarle el trofeo del apoyo de las clases populares a sus adversarios, y el nacionalpopulismo está demostrando ser todavía más hábil que el PP en su extracción de votantes de entre los más desfavorecidos de España. Pero es normal, si lo pensamos un poco, que muchos pobres se pongan contra la izquierda, puesto que la izquierda se ha pasado los últimos 15 años contra los pobres.

Han machacado al pobre con que la música que le gusta es ordinaria, que sus películas de acción y sus pachangas de fútbol son brutalizantes, que sus modales callejeros son intolerables y que separan las piernas demasiado cuando vuelven en el metro reventados del trabajo. Mientras idolatraban a un pobre irreal, le repetían al verdadero que sus pequeños lujos son un atentado contra el planeta, que su vocabulario y su léxico agreden el gusto de los ángeles, que ellos son unos pollaviejas y ellas unas alienadas, etc.

En esta tradición de pintar al trabajador como no es sino como debería ser, ahora parece que los ideólogos están incluso dispuestos a sostener que el pobre es rico con tal de no moverse de la primera impresión de esta protesta. Por más claros que sean los indicios de que este conflicto no es de clase sino de banderas y aspiraciones, la caricatura sigue dibujándose. Hasta donde alcanza la vista, no veo más que avestruces con la cabeza metida en un hoyo del suelo.

Ya he señalado aquí que las semejanzas entre el movimiento contra el Gobierno y el 'procés' catalán son enormes. Debajo de una bandera, puede marchar la vaca junto al que la ordeña sin que a nadie se le pongan los pelos de punta. Lo que se cuece en España es un 'procés' destinado no a la independencia de una república imaginaria sino al restablecimiento imaginario de una democracia contra una dictadura que no existe. De la misma forma que el 'procés' catalán arrancó con los estragos de la crisis económica, el 'procés' español se está anticipando a la debacle que se aproxima a la velocidad de un camión desbocado.

En fin: estamos a viernes, y el Ministerio de Interior ya ha deslizado que se valdrá de la ley mordaza para perseguir a los instigadores de la protesta. La misma ley mordaza que iban a derogar, y con la que han cosechado más de medio millón de avisos de multa. Me parece una idea tan fabulosa como apagar un incendio poniendo delante el culo y soltando ventosidades.

Entretanto, ya se han visto las primeras hostias en la calle entre manifestantes azules y rojos. Para mí, es la constatación de que la izquierda ha perdido definitivamente el control de la situación. La rabia con que unos vecinos de Aluche gritan fascistas a otros vecinos de Aluche es un síntoma claro de desesperación. Es un buen momento para recordar a los opinadores certificados de la izquierda verdadera que, en España, ese azul que llaman fascista es con frecuencia la tintura del mono de trabajo de un albañil.
 
Lo que se cuece en España es un 'procés' destinado no a la independencia de una república imaginaria sino al restablecimiento imaginario de una democracia contra una dictadura que no existe.
Esto es brillante, tendrás que reconocérselo. De todas maneras el asunto de las banderas se podría resolver rapidamente si no fueran mongolos. Basta con que los manifestantes de izquierda lleven la bandera española en vez de la tricolor, la lgbti o la comunista. Es decir, que cuando te da asco la bandera española y lucirías antes cualquier otro símbolo, no puedes pretender quejarte porque alguien SI se sienta representado por ella. Igual que para los indepes catalanes. Su bandera es la Señera, una bandera además histórica, pero prefieren llevar la jodida Estelada. ¿De qué coño te quejas entonces?

pd: mensaje 8000 del hilo woaaalaaa :birra
 
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