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[url]http://www.elmundo.es/elmundo/2011/08/23/espana/1314089107.html[/URL]
[url]http://politica.elpais.com/politica/2011/08/23/actualidad/1314091224_171057.html[/URL]
Rara vez abro un hilo en política, pero lo de ahora pasa de castaño oscuro.
El Gobierno de ZP (por una vez en consenso con el PP) se dispone a aprobar, por la vía de máxima urgencia, una reforma a la constitución.
En efecto, después de años de no ponerse de acuerdo en reformarla en lo relativo al papel del Senado, a la igualdad de hombre y mujer en la sucesión a la Corona o a la consolidación del estado de las autonomías, los dos partidos mayoritarios van a poner la superdirecta para sacar adelante en el mes escaso que queda de legislatura una reforma que no figuraba en ningún programa electoral y para la que no hay demanda popular alguna.
El límite al déficit público.
Siguiendo el ejemplo alemán, y en un nuevo y desesperado intento por apaciguar a “los mercados” (y van…), el Gobierno va a incluir una regla de equilibrio presupuestario. Todavía no se sabe la redacción exacta, pero pronto la conoceremos: el presidente del Congreso ya advertido que la propuesta tiene que llegar al Parlamento esta misma semana si quieren que se apruebe antes de que se disuelva para convocar elecciones.
¿Era necesario? Hasta hace poco, la ministra Salgado decía que no, que era suficiente con tener un límite de déficit en la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Pero claro, una simple ley no convence a los grandes poderes.
Así pues, de aquí a un mes se cambiará la máxima ley española por decisión de un país extranjero, y lo que es quizás más gordo: negando a los ciudadanos el derecho a opinar.
En efecto: para reforma de capítulos “menos vitales” de la Constitución, no es obligatorio el referéndum. Sólo se celebra si lo pide un 10% de los parlamentarios. Y como PSOE y PP suman más del 90% del Congreso, pueden hacer lo que les salga de los mismísimos.
Compárese por ejemplo con el último referéndum nacional que hemos tenido: el de la Constitución Europea. Aunque no estaba obligado a ello, el Gobierno español lo celebró antes que nadie para dar ejemplo e implicar a la ciudadanía. Ahora, por el contrario, la ciudadanía da igual. Lo importante es seguir los dictados de Merkel & Moody’s.
Peor momento no podían escoger. Cuando entre la población hay un hartazgo creciente ante el despotismo ilustrado de sus gobernantes y se pide una democracia más participativa, se cambia la ley principal del país por la puerta de atrás, por vía sumarísima y sin consultar a nadie.
Como ha dicho Ignacio Escolar en twitter: “¿Tan intocable que era la Constitución, y ahora se puede reformar en dos semanas, sin referéndum y sin apenas debate público?”
No me considero un genio de la política, pero si tan importante es esta reforma, y sabiendo que estamos en vísperas de elecciones, se puede poner una tercera urna al lado de las otras dos; muchos países celebran plebiscitos a la vez que las elecciones legislativas y no pasa nada.
O en su defecto, que todos los partidos defensores de esa reforma se retraten y la incluyan en su programa electoral y celebren el referéndum a principios del año que viene. Porque que yo sepa, no es cuestión de vida o muerte.
En mi opinión esto es muy gordo y va más allá de las adscripciones ideológicas de cada cual.
[url]http://politica.elpais.com/politica/2011/08/23/actualidad/1314091224_171057.html[/URL]
Rara vez abro un hilo en política, pero lo de ahora pasa de castaño oscuro.
El Gobierno de ZP (por una vez en consenso con el PP) se dispone a aprobar, por la vía de máxima urgencia, una reforma a la constitución.
En efecto, después de años de no ponerse de acuerdo en reformarla en lo relativo al papel del Senado, a la igualdad de hombre y mujer en la sucesión a la Corona o a la consolidación del estado de las autonomías, los dos partidos mayoritarios van a poner la superdirecta para sacar adelante en el mes escaso que queda de legislatura una reforma que no figuraba en ningún programa electoral y para la que no hay demanda popular alguna.
El límite al déficit público.
Siguiendo el ejemplo alemán, y en un nuevo y desesperado intento por apaciguar a “los mercados” (y van…), el Gobierno va a incluir una regla de equilibrio presupuestario. Todavía no se sabe la redacción exacta, pero pronto la conoceremos: el presidente del Congreso ya advertido que la propuesta tiene que llegar al Parlamento esta misma semana si quieren que se apruebe antes de que se disuelva para convocar elecciones.
¿Era necesario? Hasta hace poco, la ministra Salgado decía que no, que era suficiente con tener un límite de déficit en la Ley de Estabilidad Presupuestaria. Pero claro, una simple ley no convence a los grandes poderes.
Así pues, de aquí a un mes se cambiará la máxima ley española por decisión de un país extranjero, y lo que es quizás más gordo: negando a los ciudadanos el derecho a opinar.
En efecto: para reforma de capítulos “menos vitales” de la Constitución, no es obligatorio el referéndum. Sólo se celebra si lo pide un 10% de los parlamentarios. Y como PSOE y PP suman más del 90% del Congreso, pueden hacer lo que les salga de los mismísimos.
Compárese por ejemplo con el último referéndum nacional que hemos tenido: el de la Constitución Europea. Aunque no estaba obligado a ello, el Gobierno español lo celebró antes que nadie para dar ejemplo e implicar a la ciudadanía. Ahora, por el contrario, la ciudadanía da igual. Lo importante es seguir los dictados de Merkel & Moody’s.
Peor momento no podían escoger. Cuando entre la población hay un hartazgo creciente ante el despotismo ilustrado de sus gobernantes y se pide una democracia más participativa, se cambia la ley principal del país por la puerta de atrás, por vía sumarísima y sin consultar a nadie.
Como ha dicho Ignacio Escolar en twitter: “¿Tan intocable que era la Constitución, y ahora se puede reformar en dos semanas, sin referéndum y sin apenas debate público?”
No me considero un genio de la política, pero si tan importante es esta reforma, y sabiendo que estamos en vísperas de elecciones, se puede poner una tercera urna al lado de las otras dos; muchos países celebran plebiscitos a la vez que las elecciones legislativas y no pasa nada.
O en su defecto, que todos los partidos defensores de esa reforma se retraten y la incluyan en su programa electoral y celebren el referéndum a principios del año que viene. Porque que yo sepa, no es cuestión de vida o muerte.
En mi opinión esto es muy gordo y va más allá de las adscripciones ideológicas de cada cual.