Si tuviera que elegir una palabra para definir esto, así mal y rápido, sería la siguiente: vergüenza.
Es una serie tan espantosa, tan endiabladamente pésima en todos los aspectos imaginables, que el tema de los “negros sí, negros no” y la ausencia de fidelidad acaban por ser cuestiones muy menores al lado de cosas tan básicas como la coherencia del argumento, la evolución de los personajes y sus motivaciones, las propias bases de la trama (es decir, de qué va esto, de qué nos están hablando), que jamás llegan a funcionar. Porque las dos mentes pensantes (es un decir) que están tras el proyecto resultan ser unos completos incompetentes, cuya obra alcanza por momentos unos niveles de costrosidad sólo comparables a los del peor fanfiction escrito por la quinceañera más petarda de Wattpad.
Un desastre de escritura que no es ni de 1º de escuela de guion. Diálogos altisonantes de bochorno, cursiladas a manos llenas, regodeo en el cliché más burdo, absoluto convencionalismo y ausencia de personalidad visual… ni siquiera la producción, tan cacareada por ser la serie más cara de la historia, luce especialmente, con efectos y criaturas que cantan por soleares. Está tan estirada que, lógicamente, da tiempo a que los enigmas de cuchufleta que se plantean sobre la identidad de unos y de otros sean fáciles de adivinar por cualquiera que preste una mínima atención; que esa es otra, porque a veces no sabemos si estamos viendo un producto adulto, con sangre, muertes y batallas, uno infantil, o uno dirigido por y para auténticos idiotas, pues cualquier espectador va siempre por delante de los pasos, o más bien tumbos, con que avanza la historia; por cierto, con una lentitud exasperante, entre situaciones reiterativas y conversaciones de besugos que no conducen a nada.
El meollo, que son los anillos y los orígenes de su forja, era lo bastante interesante como para fabular sobre ello, explorar una época excesivamente esquemática del universo tolkieniano... pues bien, nos lo dejan ya no para el final de la serie, sino para el último capítulo (con aderezo de fan service de última hora calzado a la desesperada, además), contado deprisa y como el orto cuando debió de ser el alma de esto. Las tramas múltiples son de por sí una decisión cuestionable y un afán de complicar y dispersar, y la de los pelosos es un mal remake de “Raíces profundas”. Los personajes en generales o son idiotas o son esquizofrénicos, como la reina de la función, que no es otra que Galadriel, reciclada en forma de guerrillera psicópata cuya inteligencia es ligeramente superior a la de un orco y cuya actriz sólo es creíble cuando hace de lo que tiene aspecto; de lunática.
El origen de Mordor, concebido con un plan compuesto por items absurdos y digno de Mortadelo y Filemón. El origen del mithril, o una rebuscadísima paja mental. Intentos de emotividad con la muerte de un elfo sin nombre que conoces de hace cinco minutos. El anciano rey enano y su tozudez repentina, o recursos concebidos para encajar la trama a martillazos (nunca mejor dicho). Galadriel cabalgando a cámara lenta porque ella lo vale, o encerrando a unos mataos en una celda, que ni en un episodio de Aguila Roja, o peor aún, de Xena, la princesa guerrera.
Y los discursos ¿Por qué en los primeros episodios hay hasta tres personajes que ensayan y dan un discurso? Misterios que solo intuimos en las mentes privilegiadas de quienes concibieron esto. Y así hasta el infinito, porque falla hasta el marketing, con un Balrog por ahí que sale lo mismo que en el trailer (un plano) y sólo sirve para especulaciones gratuitas de la gente. ¡Y qué imaginación más desbordante! “El extraño del meteorito”, “Las tierras del sur”… se dejaron las neuronas.
Creo que además hace falta ser muy bueno y tener una mínima idea si lo que quieres es nada menos que alterar la filosofía sobre el bien y el mal de Tolkien e introducir conceptos de relativismo moral, cosa que la alteraría por completo; ole sus huevos, pero el problema es que dudo que los responsables sean precisamente los más indicados para meterse en semejante jardín. Pero si la trama del elfo negro amenazaba con algo chungo, ni de lejos llega al nivel de la que, para colmo, es casi la principal; la de Númenor, con sus mil personajes como pollos sin cabeza, que no saben ni qué hacen allí. Sus frases y escenas como de familia americana de clase media, sus irritantes secundarios, con un amago de ¿comedia romántica juvenil? Y todo confuso, inconexo y gratuito al máximo nivel.
Lo bueno, o debería decir lo menos malo:
-no vamos a negar algún momento e idea visual potente, en forma de planos (paisajes, sobre todo) o detalles aislados. La canción de la amiga gorda no la vi tan mal en este sentido e ilustra esa idea del viaje. Nos meteremos con Bayona pero sus episodios son dignos en este sentido, o al menos no es el manazas de las ralentizaciones para sacarse los ojos de las cuencas.
-el soundtrack me parece pero que muy bien y es de lo poco que contribuye a elevar y dar empaque al conjunto, por mucho que Howard Shore siga siendo el mejor.
-la parte de Elrond y los enanos. Me pareció que esa relación de desconfianza mutua entre las razas, por un lado, frente a la amistad sincera que se profesan el uno al otro… que se resisten a expresar, mintiéndose incluso, pero con afecto, esa ambivalencia es de lo poquísimo que respira y tiene algo de vida en medio del desaguisado
-la hechicera muda me ha puesto bastante palote; llámenme enfermo.