Película que llega como diez años tarde, siguiendo la estela de Crank, Wanted, Kick-Ass y tantas otras comedias de acción pretendidamente subversivas y gamberras, aunque también tiene su parecido con la aborrecible Deadpool y su obsesión por intentar ser graciosilla todo el rato para acabar resultando irritante en cada uno de sus pretendidos chistes. El protagonista es un perdedor treintañero, le ha dejado la novia (super-especial y con el pelo de colores), le putean en el trabajo y nos cuenta sus cosas en off… nunca habíamos visto nada parecido. El Radcliffe sale arrastrándose y haciendo el payaso, parece que con este pobre hombre se repite una vez más la tragedia de los niños actores.
El dire mete colores agresivos, música de videojuego (y alguna escena epatante de acción que simula serlo) y movimientos rebuscados de cámara. Alguien tuvo una idea chorra (a un tipo le grapan dos pistolas en las manos) y decidieron convertirla en una película cuyo guión ocupará a lo sumo cuatro páginas, pues todo el rato es la misma y cansina persecución del prota y la tipa rara… incluso gags como el de la farlopa como power up suenan a algo ya visto (¿no aparecía ésto en un cómic del Millar?). Ya es el colmo cuando el malo malísimo se pone a impartir lecciones morales… y es que la peli no se conforma con ser un disparate sin más, sino que pretende colar un mensaje sobre el morbo y la violencia en nuestro mundo de redes sociales, que no cuela ni por asomo.
Pa’ los perros.