The Faroe Islands - the Legend. Kópakonan, a bronze statue and stainless steel statue of the Seal Women was raised in Mikladagur on the Island of Kalsoy in 2014
- Pasaron nueve días desde que Edward tuvo que contenerse y evitar así una masacre en el instituto. Hacía tiempo que no había estado tan alejado del pequeño y lluvioso pueblo. Pero tuvo que volver. Por él, pensaba. Aún no sabría que volvió por ella... la vulnerable hija del jefe de policía.
Su segundo encuentro en clase de biología no fué la tormenta bíblica del primero. En la misma mesa, desde el mismo sitio pudo observarla mejor. La chica era en cierto modo guapa para ser humana, de una belleza inusual, desapercibida, rara, de la que el noventa y nueve por ciento de los chicos no le presta atención alguna. Era imperfecta: la barbilla estrecha y picuda quedaba desequilibrada con esos pómulos tan anchos; el contraste de una piel tan clara con el cabello oscuro; y después estaban esos ojos, achocolatados, marrores, demasiado grandes para su cara. Eran ojos rebosantes de secretos acallados y de cierta tristeza, de silencios que otorgan, de fragilidad. Todo en ella era tan tímido que cualquier mirada o postura corporal la delataba. Pero seguía sin poder leerla. ¿Por qué? Edward seguía sin entender que le pasaba a pesar de su lucha por el autocontrol. "Todo es... muy extraño", se repetía constantemente.
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