"Pero oh, hermosa mía, te quise tanto querida madre. Ysabel, la Reina de las Españas fuiste, dulce amargura fuiste en esta vida tan frágil y mortal para ti. Ya estás vestida de seda en tan prodigioso final defendiendo tus tierras y tu gente de los malvados. Allá donde estés en los confines de la eternidad, éste es tu Reino. ¡Quien ose penetrarlo, probará mil espadas por cada hombre, mujer y niño asesinado por el enemigo!" - gritó el hijo de la Reina ante aquella inmensa masa corpórea de soldados a su vera. Seis mil lanceros, diez mil infantes que cabalgaban ya hacia la libertad.