He decidido salir del armario. Con Miguelitos.

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Buenas tardes. Ya de puente. Siguen sin llamarme de la vacuna colando a la gente de menos edad que yo, PERO ¿y que? ¿MERECE LA PENA ENFADARSE? ¿Y las emociones? ¿Y todo lo que hemos pasado juntos? ¿Y las intrigas?

Que bonito es ir ahora por el paseo de la Feria e irnos a cenar juntos.

Hasta dios sabe cuando amigos. No es un adiós es un hasta luego.

Pasen linda noche.
 
Buenas tardes. Es que se me olvidó ponerles esto. Estudienlo, analizenlo, y abrazen esta lección de vida.
Ante vuestras cerderías ❌...........................✅AMOR.
Ante vuestros anales......................................✅ YO VOY COGIDO DE LA MANO.
Ante vuestros viernes de comedoritos y amenazas macafasjdianas de irse ❌....................................✅ABRAZOS, PASEOS Y CORAZÓN.
 
Ayer tuve otro sueño lúcido. Espontáneo, no buscado, yo estaba en una especie de desfile, y me daba cuenta de que había mucha gente disfrazada de personajes del cine, lo cual me extrañaba, sobre todo cuando vi a uno disfrazado de Vincent Price como Doctor Phibes. ¿Un desfile cinéfilo en mi pueblo? ¿Y yo que hago aquí, como me he enterado, que es lo que pasa? ¡Es demasiado bueno para ser verdad!

Efectivamente. Hice un test de realidad, quitándome las gafas. Sin ellas en mi vida diaria, podría confundir a mi padre con mi madre, o a Loles León con Liz Hurley, a más de 25 centímetros de distancia. Pero, quitándome las gafas, veía perfectamente.

Nunca he tomado más drogas que unos cuantos litros de cerveza o bourbon, pero sospecho que la sensación de darte cuenta de que estás soñando, debe ser parecida a que te claven una inyección de adrenalina en pleno corazón. Es como un subidón salvaje, muy difícil explicarlo con palabras.

Me gustaría recalcar la importancia de los test de realidad. Convertirlos en un hábito, acostumbrarte a hacerlos como parte de tu rutina, es esencial para tener sueños lúcidos.

Esta vez, decidí aprovecharlo para hacer algo útil y no relacionado con follar. Primero, di un giro sobre mí mismo, y desaparecieron la calle, el desfile, y la gente. Aparecí en una calle antigua de mi ciudad, donde había un videoclub que siempre he querido visitar en sueños, pero me dio el venazo. A veces, pasa. En los sueños lúcidos, quieres y puedes hacer tantas cosas, que debes mantenerte muy constante. En vez de entrar en el videoclub, di una patada sobre el asfalto y eché a volar.

Deseo ahora recalcar que las sensaciones en un sueño, son tal y como en la realidad. Sentí los trocitos de asfalto reventando y salpicando mi pantorrilla, incluso me pareció oler a alquitrán durante un segundo.

Volé sobre la ciudad. Volar es una actividad que a mi me centra, me ayuda a calmarme y a disfrutar de la experiencia sin la angustia de querer hacerlo TODO. Volando me relajo, y puedo seleccionar con total serenidad que voy a hacer a continuación. Decidí entonces que iría descendiendo, y al llegar al suelo no estaría en "mi" ciudad, una ciudad moderna, sino que estaría en una ciudad de tipo medieval.

No lo conseguí del todo. Descendí, y estaba en una playa, pero una playa absolutamente solitaria, de cielo encapotado y sin rastro de la mano del hombre. Aparte de mí, solo había un caballo, que respondió a mis intentos de convertirme en su jinete. Me dejé llevar y no tardó en aparecer en el horizonte el perfil de una ciudad medieval, con sus murallas y su castillo en la montaña más alta.

Debo decir que muchas veces escribo lo que llamo "escenas preparadas". Escribo una situación y procuro entrar en el sueño y vivirla. Aquí, no. El sueño no fue planeado y yo únicamente había decidido aparecer en una ciudad medieval, por lo demás iba sin guión, y muy perdido en mirar como bobo cada gota de rocío sobre cada hojita, cada rama, cada piedra del camino, sabiendo que nada era real, pero que todo estaba ahí.

Al entrar en la ciudad, me paró un guardia, que me reconoció y me dijo "Se le espera en el castillo para comer". Yo no tenía ni idea de nada, allá que me fui, el castillo en todo lo alto era fácil. El ruido de los cascos contra el empedrado era tan real como el ruido de las teclas que aporreo en estos momentos, lo mismo que el humo, la gente dando voces o el olor de las calles.

Llegué al castillo, donde un paje me explicó que mi mujer ya había llegado y que me esperaba en mis aposentos. Yo, sin tener ni idea de lo que estaba pasando o de quien era esa mujer, seguí al paje hasta un dormitorio rústico, donde me esperaba una Sean Young ochentera vestida con una especie de primitivo abrigo de pieles.

Aquí me temo que, lejos de ser fiel a mi mismo, me perdí en los avatares sexuales de costumbre, y en el post coito me "quedé dormido" y se terminó el sueño.

He escrito una breve escena para intentar continuar la "película" una noche de estas. Ya os contaré.
 
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