He decidido salir del armario. Con Miguelitos.

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Ayer, partidita a Dungeons & Dragons con dos amigos por videoconferencia, vuestro tito Henry llevaba a un semielfo nigromante de nivel 1 llamado Olaph.

La noche tuvo sus cosas... salvé la fiesta en una pelea de taberna echando mi ÚNICO conjuro disponible (el nivel 1 apesta): Proyectil mágico contra dos bandidos. Maté a una araña gigante asquerosa echándole una antorcha a la jeta, y mi daga +1 al daño solventó el problemilla de un mercader gnomo que no quería revelar el paradero de una cueva; le rehice (creativamente) las ingles con la daga hasta que habló.

Dicho esto, partimos mi socio y yo hasta la cueva donde unos goblins habían escondido un tesoro robado que incluía, sin ellos saberlo, un mapa por cuya recuperación nos pagarían 100 monedas de oro por cabeza. Allí, desgraciadamente, un ogro me dio una hostia y me desnucó contra las rocas. Ese bicho hace 1d8 puntos de daño y sacó un 6... con lo cual mis (exiguos) 4 puntos de golpe no soportaron la hostia. Mi socio, un guerrero, fue devorado poco después por unos guouls salvajes en una playa, fuera de la cueva.

La semana que viene igual me hago un druida, que son una especie de vegetarianos coñazo adoradores de dioses de la naturaleza. Ya os contaré, llorones.
 
Vendo peritas y mapas. Mapas de peritas. Peritas con forma de mapa y viceversa. Viva la pera. ARRIBA el mapa.

Mapaches... tengo mapaches. Al rico mapa al hornoooooooooooo

Sí, he vuelto a beber, medioconfinado en la puta fase 0 aún, tetes. Menuda tarde me (os) espera.
 
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