Ropit
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Como si de una trama de una película de Rivette se tratara, @Trelkovsky, después de haber podido acceder al imposible de una copia en 35mm de L'amour fou, me introdujo otro elemento misterioso y me puso sobre la pista de una especie de búsqueda de un Santo Grial, "¿conoces a Jacques Rozier?" ... Me pensé haber visto algo suyo, un corto quizás, pero no fue cierto, sólo me sonaba de oídas ... He investigado un poco y dudo que haya algo ahora mismo que me genere unas expectativas más altas ...
Director de la Nouvelle Vague, con similitudes con el Rivette más afable, retratista de la juventud, con una obra escasísima pero que se antoja fundamental. Aquí un texto de Miguel Marías del año 1970 sobre su obra de los 60, Adieu Philipine (1962)
Adieu Philippine (Jacques Rozier, 1962)
Aquí una crítica de la que parece que es su gran obra maestra, Du côté d’Orouët (1973), 3 muchachas de vacaciones libérrimas en la costa.
Crítica de Du côté d'Orouët, dirigida por Jacques Rozier | Cine maldito
O esta otra película, Les naufragés de l'île de la Tortue (1976), que ya sólo con la sinopsis se antoja irresistible. El problema es que parece inencontrable.
Director de la Nouvelle Vague, con similitudes con el Rivette más afable, retratista de la juventud, con una obra escasísima pero que se antoja fundamental. Aquí un texto de Miguel Marías del año 1970 sobre su obra de los 60, Adieu Philipine (1962)
1. Una vez, al preguntársele por qué era tan grande la pantalla de la Cinématheque Française en el Palais de de Chaillot, Henri Langlois dijo que era para poder proyectar las películas de Rossellini, que continuaban más allá de los encuadres. Este es el primer punto de contacto entre el maestro italiano y el primer film de Jacques Rozier, Adieu Philippine (1962), que podrán ver si prestan un poco de atención a los programas de los cine-clubs, y si las juntas directivas de éstos se la prestan a su programación. Por tanto, nada de encuadres rígidos, delimitados y exactos: el encuadre es un margen que debe ser flexible para abarcar los signos de vida -los gestos, las miradas- allá donde los haya.
2. Pocos de los intérpretes de Adieu Philippine son actores profesionales. Todos se mueven con libertad, casi todos improvisan. Rozier ha rodado con varias cámaras, como si hiciera un reportaje en directo para la TV. Su punto de vista es , ante todo, documental (de nuevo Rossellini). Sin embargo, esta película no se presenta como un documental, ni pretende ser cinéma-verité. Simplemente, unas personas que no son actores dan cuerpo y vida a unos personajes con los que, sin duda, tienen bastante que ver. Por consiguiente, tras dar un rodeo por la ficción, volvemos a lo real: Rozier filma la verdad de sus intérpretes.
3. Adieu Philippine es una de las películas menos “construidas” y predeterminadas que se han hecho. No cuenta una historia, muestra estados de ánimo, relaciones, movimientos. No tiene un desarrollo claramente estructurado en escenas y secuencias: como la vida, se percibe como algo continuo en lo que siempre pasa algo, hasta cuando aparentemente no ocurre nada. En consecuencia, su motor es el tiempo, y la película es un gotear de instantes que se acumulan, segundo a segundo, en nuestras sensaciones (y en las vidas de sus personajes). Pocas películas han sabido recrear con tal exactitud el fluir del tiempo. Ni siquiera La commare secca (1962), de Bernardo Bertolucci.
4. Adieu Philippine es un film sobre la juventud. Pudo haber sido alegre, brillante, artificial, pero Rozier supo no interponerse entre el espectador y la realidad, devolviendo al objetivo su función originaria – como Chaplin, Renoir, Rossellini, Hawks, Rohmer-, y filmando con sencilez y claridad. El orden y la libertad, en el cine, no son incompatibles. Por ello, Adieu Philippine derriba la barrera que separa al cine de la vida, a la ficción de la realidad, y rasga la pantalla que se interpone entre el film y sus -escasos, por desgracia- espectadores. Como Hatari! (1962), Adieu Philippine es un fragmento de vida, y no una película. Godard dijo: “la vida llena la pantalla como un grifo una bañera que se vacía de la misma cantidad al mismo tiempo”. Adieu Philippine es la película que mejor cumple esta definición del cine, pues “(la vida) pasa, y el recuerdo que nos deja es una imagen” (Godard).
5. Adieu Philippine es anterior a Forman, Passer, Mészáros y otros cineastas del comportamiento. Godard aprendió mucho de ella -como Rozier de A bout de souffle– y, vampirizándola, la enriqueció en Maculin, féminin (1966). También Maurice Pialat, autor de la capital L’enfance nue (1968) debió sacar un buen provecho. En España, lo único que se acerca a ella es un mediometraje de Antonio Drove: ¿Qué se puede hacer una chica? (1969).
6. Con Adieu Philippine, Jacques Rozier paga su deuda a los creadores del realismo cinematográfico: Lumière, Griffith, Chaplin, Stroheim, Renoir, Rossellini, sin olvidar al polifacético Vigo, lo sabrían. Adieu Philippine es la quintaesencia de la “Nouvelle Vague”, su película más representativa. Dificultades de producción, de rodaje y, sobre todo, de sonorización, elevaron su presupuesto de tal manera que Rozier no ha conseguido desde entonces volver a hacer una película, pese a sus esfuerzos. Mal estrenada, Adieu Philippine fue un fracaso comercial. Muchas personas desconocen esta obra maestra; si puede, deje de ser una de ellas.
(Nuestro cine, nº 97, mayo de 1970, pp. 9-10)
Adieu Philippine (Jacques Rozier, 1962)
Aquí una crítica de la que parece que es su gran obra maestra, Du côté d’Orouët (1973), 3 muchachas de vacaciones libérrimas en la costa.
Crítica de Du côté d'Orouët, dirigida por Jacques Rozier | Cine maldito
O esta otra película, Les naufragés de l'île de la Tortue (1976), que ya sólo con la sinopsis se antoja irresistible. El problema es que parece inencontrable.
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