Estupendo regreso de Almodóvar al terreno que mejor conoce y domina, el del drama tras su estrepitoso gatillazo con la comedia
Se trata de una película muy digerida a nivel vital, no la puede hacer cualquiera que no haya vivido y sentido bastante. Vuelve a constatar su pericia para destilar emociones muy calibradas y medidas, a contarlo todo desde los primeros planos y a usar los diálogos como confesiones y constataciones de todo y lo que es el mayor logro del film, a construir desde ellas todo el suspense que vertebra el interés de la historia. No se trata de descubrir dónde está la hija desaparecida, sino de saber por qué ; no es tanto el discernir cuáles son las causas concretas como de asumir las decisiones tomadas y los defectos propios y heredados.
La protagonista del film sufre en su propia carne una de las peores taras que puede tener un ser humano, sentir la culpa como algo íntimo y crónico... y transmitirla. De ahí al abandono y la soledad, como etapas que transcurren como capítulos de un flasback narrado en primera persona a través de la confesión escrita.
Es por cierto, un tanto oscura en este aspecto la feminidad que ha vislumbrado; es el hombre el que despoja a Julieta de la culpa en el accidente del tren y su padre el que trata de aliviarla de la de su madre. Encima ella no acepta la infidelidad consentida de él con la criada cuando hace lo mismo !
El tono es admirable en todo momento, ascético ( salvo tal vez, un exceso en la secuencia del arrebato de rabia, un tanto tópico pero que por suerte es fugaz ) , minimalista y despojado ( el colorismo habitual se remite unicamente a los momentos del pasado feliz ) y la BSO de Alberto Iglesias es admirablemente funcional y eficaz: ni una nota de mas, ni un desliz melódico. El debutante como iluminador en el universo almodovariano es el francés Jean Claude Larrieu que cumple sin excesos.
En el capítulo actoral tenías mis dudas con Adriana Ugarte, y si bien arranca dubitativa con la etapa mas luminosa, luego se afianza en la tragedia y cumple con creces, eso si , a la sombra de una inconmensurable Emma Suárez que borda la desazón interna de la Julieta madura. La impresionante elipsis del secado lo es por lo que nos cuenta de la vivencia interior del personaje ; pasa de activa a pasiva, de cuidar a ser cuidada, de vivir a abandonarse, de hidratarse ( el agua y mas concretamente el mar es fundamental en Julieta ) a secarse.
Se consume, cambia y es otra persona: eso es envejecer.
Me ha llamado la atención lo bien que sincronizan ambas la sinergia de los movimientos corporales, cierto timbre verbal, su maternalidad ...
Rossy de Palma está mejor que nunca bordando su señora para todo gallega borde. La Jenner y la Cuesta pasaban por ahí , son guapas y salen mas guapas, dicen sus textos con convicción ( no me convence demasiado el maquillaje envejecido de ella, pero bueno )
En cuanto al resto, la sirena masculina que encarna Daniel Grao cuela como figurín y Darío Grandinetti está como siempre, extraordinario y sobrio. Creo que hay mucho en ese personaje del propio Almodóvar como creador fascinado por la Munro.