El príncipe de Asturias, heredero de la Corona española, prometió ayer durante la clausura de unas jornadas sobre “El clavel reventón y los daños colaterales de su onda expansiva” que hará todo lo posible por perpetuar la proverbial torpeza de su padre el Rey Juan Carlos. “Intentaré fracturarme algún hueso de mediana importancia al menos dos veces al año”, dijo el príncipe. En este sentido, el primogénito del Rey podría estar entrenándose con un comando israelí en el aprendizaje de caídas con estilo, fracturas inoportunas y luxaciones imbéciles. Según ha sabido esta redacción, el príncipe de Asturias estaría demostrando una habilidad especial en la pista de bordillos y en el simulador de safaris.
“Su Alteza estará perfectamente preparada para romperse una cadera antes de que acabe el próximo curso académico”, han dicho desde la Casa Real.
Al parecer, el propio príncipe ha diseñado sus propios accidentes junto con los monitores de la base de entrenamiento israelí. Fracturarse la cuarta y la quinta falange de la mano derecha al llamar de mala gana al mayordomo, provocarse una luxación de codo al parpadear de manera brusca o desencajar la mandíbula a consecuencia de efectuar una reflexión prolongada son algunos de los percances que podrían sucederle a su Alteza en cuanto fuera necesario.
La Casa Real también añade en su comunicado que el príncipe Felipe terminará este mismo otoño un máster, paralelo a su entrenamiento en fracturas y luxaciones, que le permitirá ser tan imprescindible y decorativo como su Majestad el Rey.