Pues no está nada mal. El comienzo es estupendo (con la cámara acercándose lenta y misteriosamente a ese coche aparcado en una callejuela en plena noche... como atraída por la conversación que sale de él). Es cierto (como habéis comentado) que el exceso de música puede llamar negativamente la atención (aunque la cosa se va atenuando -y, en cierta medida, justificando- según transcurre el metraje) pero también lo es que ese recurso ayuda mucho a unificar las diferentes tramas bajo un mismo tempo, mood, feeling, estado de ánimo... Consigue que, en todo momento, seamos conscientes de que los tres están indefectiblemente supeditados a un destino común que no pueden evitar; algo muy del gusto del cristianismo protestante. Por eso no me extraña nada que la parte más cogida con alfileres, desajustada y poco verídica sea la del policía católico.
La película está rodada con bastante gusto y cierto aroma seventies (sobre todo a Fleischer... la trama del policía suicida) pero sin ese fatalismo tan característico; más bien está planteada como un cuento moral. Y es ahí donde cobran sentido las "casualidades", la visión omnisciente de los espectadores, la música que hilvana todo y el final de Gere avanzando hacia la cámara. Precisamente su parte es interesantísima, amén de poseer varios momentos estelares (que otro actor tal vez hubiera aprovechado mejor... aunque nos quedaríamos sin los guiños meta a algunos de sus papeles más conocidos) como la dolorosa experiencia del policía maduro enfrentándose a su yo más joven (el idealista novato -y exmarine como él- ); la escena con la prostituta y el reloj (y ese fatídico "me llega con lo que eres" como punto de inflexión para que ella lo mande finalmente a la mierda); y, sobre todo, el posterior intento de suicidio interrumpido por la intervención divina.
En ese sentido resulta destacable la forma de utilizar la luz para formalizar la presencia de Dios; la mano del destino (en sintonía con el rollo luterano). El personaje de Gere va a matarse seguro, pero es entonces cuando un halo de claridad le deslumbra y empiezan esas presuntas "casualidades" (que, en verdad, no lo son). Nada de libre albedrío... Dios saca a este pecador sin fe (a este Dante suicida y putero) de la selva oscura en la que se encuentra perdido... y le ilumina el camino de la salvación, que pasa por descender al infierno en busca de su particular Beatriz. Es un escogido.
Por su parte, la trama de Hawke plantea la trascendental cuestión del silencio de Dios y está enfocada como una lección moral: por mucho que hagas el bien y creas que te lo mereces, al final la última palabra es suya. Es algo muy del gusto del cristianismo evangélico americano darle este tipo de lecciones a los católicos... pero el resultado es bastante grotesco, demasiado exagerado y pasado de vueltas para resultar mínimamente creíble. Finalmente está la estupenda trama de Cheadle (Snipes y él están geniales, no así Barkin...) que a base de combatir monstruos acaba empatizando con ellos y convirtiéndose en uno. Pero Dios es comprensivo; sabe que los seres humanos somos criaturas imperfectas (en el fondo todos actúan por amor) y de ahí su presencia en las muertes de ambos entre significativas luces (la de Cheadle, con la cámara girando, es especialmente hermosa).
Sin duda lo mejor que he visto de Fuqua... con mucha diferencia.