Lucky / Harry Dean Stanton

Joer, podría ser el "otro lado" de The straight story.

¡Y Stanton incombustible pasados los 90!
 
Debe haber poquísimos casos en la historia del cine con un protagonista de 90 años.
 
Hace pocas semanas lo vi en el nuevo 'Twin Peaks', y entonces dudaba de si aún vivía o no. Pero bueno, me alegro de que todavía esté entre nosotros y con ganas de guerra.

Un saludete.
 
la verdad es que tiene uno de los planos más bonitos que se han podido ver este 2017, cierta sonrisa repentina, hacia el final que convierte la ficción... en otra cosa, en algo muy grande.

y en el fondo es una peli muy pequeña, no destaca cinematograficamente y confía demasiado en su protagonista... con acierto, porque Stanton nos cae bien a todos y tiene un extraño carisma, además vista tras su muerte se convierte en una especie de Epílogo buscado y no muy involuntario, y es por éso por lo que esta película sin pretensiones acaba transformandose en algo importante, una dramedia reflexiva con un tipo de 90 y pico dándose cuenta, casi de repente, de que la vida se acaba.

una gozada, extrañamente triste y alegre, con otro momentazo, Stanton poniéndose a cantar en español.

por cierto, el plano tan bonito que comento es primo hermano de otro muy especial que ya puso ¿ @Atreus ? en el hilo de Twin Peaks, aquel de Stanton sentado en un banco sonriendo... me intriga en qué momento se rodaron ambos y si tienen alguna relación extraña o es simplemente el aura de Stanton :agradable
 
Totalmente de acuerdo. De una peli sencilla, para el lucimiento/reflexión sobre un actor/personaje como Dean Stanton, se trasciende a otra cosa gigantesca, una lección vital (con todo lo cursi que suena esto) de pura filosofía del desengaño. Como apunta Sik, no se hasta que punto forma parte del guión o de la actitud de este hombre ante el final. Leo en la wikipedia que parte de la bio del personaje en cuanto a la II Guerra Mundial resultan vivencias personales del propio Dean Stanton... Pero en cualquier caso y al margen de sus calidades, menuda maravilla de todo. Incluido Lynch que resulta divertidísimo...
 
por cierto, ¿alguien conoce la diferencia en inglés entre tortoise y turtle? Lynch matiza en la barra de bar.
 
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por cierto, ¿alguien conoce la diferencia en inglés entre tortoise y turtle? Lynch matiza en la barra de bar.

Una (tortoise) vive en tierra, la otra (turtle) casi toda su vida en el mar. En castellano siempre he visto a la primera especificada como tortuga de tierra (o tortuga simplemente) y la segunda tortuga de mar, pero no sé si tendrán nombre más específico todavía.

Bonita película de personajes pecualiares (es decir, como todo el mundo) y con un Lynch que si no ha escrito su propio dialogo ha cogido el que le dieron y transformado en suyo, pero también algo formulaica. Queda elevada por la majestad de su protagonista y algun momento verdaderamente trascendente y, sobre todo, por saberse que es la despedida de este gigante. El contexto a veces pinta todo.

Cuando nos mira a cámara al final se me saltaron las lágrimas.

We were lucky to have you in our lives, Harry.
 
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- Maravilloso saludo final de un gran actor ¿De qué va? de todo y de nada. Me ha recordado un poco en algunas secuencias a "El sueño de Arizona" de Emir Kusturika y es que hay algo mágico y surrealista en el desierto, en esas poblaciones apartadas a punto de desaparecer, pequeños oasis entre cactus gigantes, polvo y dunas donde confluyen el final de la cultura de Norteamérica y el principio de la latina. En ese espacio, una comunidad de lo más variopinta en la que sobresale el anciano Lucky. Asistimos a sus rutinas diarias, levantándose a ritmo de clásicos melódicos latinos, haciendo yoga, afeitándose, poniéndose su viejo traje de vaquero, lustrosas botas y raido sombrero incluido, caminando largas distancias para tomar su café matutino y al anochecer su Bloody Mary en el bar con los colegas, escuchando las mismas anécdotas una y otra vez. Entre los parroquianos, David Lynch, que muestra su talento como actor en uno de los papeles más entrañables de la película, el dueño de la centenaria tortuga... perdón galápago, "Presidente Roosevelt".

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Que un actor de 90 años como Harry Dean Stanton llegase a rodar esta película es ya de por sí un prodigio. La trama es invisible, como de hecho lo es la vida. No hay nada especial en ver al quebradizo Lucky prender cigarrillo tras cigarrillo al ritmo de un paquete diario, tocar la armónica, visitar a su médico (el rubio Ed Begley, Jr. treinta años después de vestir también la bata de médico como el simpático doctor de las camisas de colores con corbata Victor Ehrlich en la icónica serie "St. Elsewhere" ¡Ay! ¡Ay! cómo pasa el tiempo), completar sus crucigramas o disfrutar de los concursos en la televisión. Se trata de momentos, instantes de una vida que se apaga pero que se resiste a someterse y que todavía tiene tiempo de marcarse un momento precioso como es cantar la canción "Volver, volver" acompañado de mariachis en un español más que digno (después para mi sorpresa he encontrado que Stanton ya había interpretado temas en castellano con anterioridad y de manera más que competente) y un estupendo mano a mano con Tom Skerritt, ¡Ay! octogenario también... el tiempo pasa, recordando sus vivencias en la Segunda Guerra Mundial.

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Un pedazo del camino, las páginas finales de una vida, un tributo en menos de 90 minutos a la rutina diaria, a los anónimos, a los secundarios, a nuestros vecinos y colegas. Cuando ir a comprar tabaco a la tienda del barrio se convierte en el postrero viaje a Ítaca de un vaquero irreductible.

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Pues poco que aportar a lo ya dicho.

Película pequeña, insignificante, y al mismo tiempo inabarcable, como la vida, como la muerte, tema central, así como su nada fácil aceptación. La soledad definitiva, la realidad del vacío (esa mirada a un ¿infierno? de neón rojo), un misterio para todos, y al mismo tiempo, la única verdad indiscutible de la existencia. Una filosofía tan de barra de bar como atemporal. Harry Dean Stanton, razón de ser de ésto, es aquel tipo raro pero normal, siempre discreto, sin destacar en nada, sin querer molestar... dueño, también, de un careto enigmático, inquietante, como de haber vivido un millón de vidas. Hace un papel que no es papel, borrándose las fronteras de realidad y ficción (esa última mirada a cámara, una despedida en toda regla)... una reunión de amiguetes, próximos pero peculiares, más que un perro verde; realismo surrealista y costumbrista, humor amargo y drama donde lo cómico y entrañable hace acto de presencia, entre una actitud pesimista, resignada, y una cierta esperanza en las pequeñas cosas...

...y la cosa es un no acabar, porque frente al aparente ateísmo y descreimiento de Lucky, lo que acabamos teniendo es una película zen, imbuida de una cierta espiritualidad. Un contemplar la existencia pasar, cual sucesión de instantes, de rutinas (sumamente triviales y de viejo), de encuentros y anécdotas, con un Lynch (frikazo pero conmovedor) haciendo de las suyas, o un monólogo sobre una niña asiática, que contienen algo de la sabiduría de los cuentos. Siendo éste, eso sí, un cuento sin aparente moraleja. No deja de ser, una vez más, la historia de siempre, tan americana, en torno al cowboy solitario que llega al final de sus días, siendo el entorno desértico donde transcurre una suerte de limbo en ninguna parte. Un instante mágico y de ruptura, el de los mariachis y nuestro hombre arrancándose a cantar, pura sencillez y naturalidad... y que es puede parecer la típica propuesta que va de rarita y peculiar, pero en el fondo supone todo lo contrario, pura desnudez sin impostura.

La podría haber filmado cualquiera, es imperfecta, no es original... y sin embargo, es una cosa singular e irrepetible.
 
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