La figura tenía un rostro espigado, diría que casi picudo, unas orejas cetrinas y una tez mareante. En el Campo Santo había una espiga del mal, con la Garduña y un cuadro demoníaco, de ritual eslávico. Lo explico, esos ritos, esas mujeres embozadas con palos responden a una primigenia que está desde la antigua Mesopotomia, con los chamanes de Siberia o los seguidores de la antigua Babilonia. Queridos amigos, es un sulfuro conocer esos cuadros bien perpetrados, de logia masonería en pleno centro de Albacete si, en una antigua casa de patio, con un gato humanizado al fondo que exudaba gallina de piel.