Respuesta: Muere Ivan Zulueta.
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Los tormentos de Iván Zulueta .
31.12.09 - 03:06 - OSKAR L. BELATEGUI
El autor de la mítica 'Arrebato' fallece a los 66 años en su San Sebastián natal
Sólo dirigió dos largometrajes en toda su carrera, pero uno de ellos le otorgó el estatus de director de culto
Hoy el término 'de culto' está tan devaluado que se adjudica gratis a cualquier cineasta que se se desvía mínimamente de los caminos trillados o se estrella con su película pese a complacer a la crítica. Iván Zulueta podía enorgullecerse de ostentar en solitario el título de director de culto por excelencia del cine español. Sólo dirigió dos largometrajes en toda su vida. El segundo de ellos, 'Arrebato' (1980), figura como la cinta maldita más alabada de nuestro cine. Nadie la fue a ver en su estreno, pero acabó definiendo la modernidad.
Iván Zulueta falleció ayer en su ciudad natal, San Sebastián, a los 66 años. Había ingresado hace dos días en el hospital Donostia de la capital guipuzcoana con una dolencia en una pierna que arrastraba en los últimos tiempos. Su funeral tendrá lugar el 4 de enero en el barrio de El Antiguo. Sus restos serán incinerados y las cenizas se quedarán en la familia.
Sus dos películas y su faceta como diseñador gráfico, cartelista y fotógrafo son indisociables de los demonios personales que, espoleados por su adicción a las drogas, truncaron la carrera de uno de los realizadores más personales de su tiempo. Su condición de símbolo perfecto de una generación ebria de libertad en plena Transición, el síndrome de Peter Pan y el efecto devastador de la heroína explican los últimos treinta años de reclusión voluntaria de Zulueta en su casa de Miraconcha con privilegiadas vistas sobre la bahía donostiarra.
Hace cuatro años concedió a EL CORREO una de sus contadas entrevistas. Se identificaba con los salmones que caen atrapados en charcos cuando remontan la corriente: «
Cuando intento salvar un obstáculo vuelvo a caer en otro. Está el problema de la droga, sigo con la metadona, de la que estoy colgado, lo que es básico para mi vida, quiera o no. Maldita la gracia, porque no me sirve para nada, y sin ella sería el horror. Es una catástrofe, lo pensaría así aunque nunca me hubiera metido nada. Yo, por desgracia, estoy enganchado a la idea de que esto lo podría arreglar si me dejasen».
El DVD de 'Arrebato' todavía obliga a mirar en la carátula su fecha de producción: 1979. Sin ir tan lejos como el crítico Jesús Palacios, que la tiene por «la mejor película de la historia del cine español», sorprende el reto argumental y formal que supuso en su día un título irrepetible que, lógicamente, se estrelló en taquilla. Pocas veces un filme ha sabido reflejar el malsano poder de fascinación del propio cine, su naturaleza caníbal y vampírica. Un director (Eusebio Poncela) desciende a los infiernos en plena crisis personal y creativa. Le ayudan en su autodestrucción la heroína -como le sucederá años después a Zulueta- y un misterioso personaje obsesionado por filmarlo todo (Will Moore). «No es que a mí me guste el cine, es que al cine le gusto yo», suelta uno de los personajes.
Borges, Bioy Casares, Robbe-Grillet, Peter Pan y Drácula se esconden en los pliegues de esta fascinante deconstrucción de los mitos y géneros del cine de terror. Poco después vendría la postmodernidad de Almodóvar, pero 'Arrebato' fue pionera en muchas cosas. En mezclar imagen televisiva con súper-8 y 35 mm; en asumir la sensibilidad pop; en mostrar relaciones homosexuales; en aceptar el caos como única salida a la imposibilidad de recuperar el pasado y vivir el presente.
«Quiera o no, todo está influido por 'Arrebato'», reconocía el director en 2005. «Desde su estreno han pasado veinticinco años hipotecados por medio. Me encanta porque en su momento pasó sin pena ni gloria. Yo no la rodé como una obra minoritaria ni para acabar un ciclo, porque después hice dos producciones para televisión con la intención de dejar claro que yo seguía trabajando, bien o mal, pero nadie se acuerda. La gente sigue sin verla, pero ya forma parte del acervo de todo el mundo».
Iván Zulueta nació como Juan Ricardo Miguel Zulueta Vergarajauregui en 1943. El responsable del registro se negó a inscribir al recién nacido como Iván «por ser un nombre ruso». Su padre, abogado e industrial, llegaría a ser director del Festival de San Sebastián; su madre era una pintora amateur. El joven Iván creció en contacto con el cine y las artes plásticas. En 1960 se trasladó a Madrid para estudiar decoración y cuatro años después viaja a Nueva York. En la ciudad de Andy Warhol y la Factory experimenta una epifanía con el arte pop.
Polaroids y carteles de cine
De regreso a España se matricula en la Escuela Oficial de Cinematografía. Se le niega el carnet sindical, imprescindible para hacer cine durante el franquismo, lo que le impide rodar y le obliga a buscar refugio en la televisión. En 1968 la incipiente segunda cadena de TVE, el UHF, buscaba dar cabida a jóvenes innovadores y crea un programa musical, 'Último grito', que dirige Zulueta y presenta José María Iñigo. Siguiendo el modelo de Richard Lester en sus películas para los Beatles, 'Qué noche la de aquel día' y '¡Help!', el cineasta vasco se inventa el videoclip ante la imposibilidad de contar con grabaciones originales de los grupos foráneos.
Su primer largo, 'Un, dos, tres, al escondite inglés' (1968), también resulta inequívocamente pop. Se presentó en Cannes y tardó dos años en llegar a España. 'Arrebato' se estrenó el 9 de junio de 1980 en el cine Azul de Madrid. Para celebrarlo, algunos de los participantes del evento acabaron en la Dirección General de Seguridad. Iván Zulueta ya no volvió a dirigir más que pequeñas piezas y cortos.
En su faceta como artista visual, igual que en la cinematográfica, apostó por la experimentación. Deja una colección de más de 10.000 polaroids en las que volcó su inventiva a partir de los años 80 sometiendo el papel a sobreimpresiones, pintando o rayando la imagen con una cuchilla de afeitar. También dibujó los carteles de películas como las de su amigo y admirador Pedro Almodóvar, que al recibir en 1996 la Orden de las Artes y las Letras francesas dedicó la medalla «a los francotiradores de nuestro cine, como Iván Zulueta».