Cielo rojo sangre
Me cuesta pensar que director, guionista y demás participantes en este pedazo de bodrio se sientan orgullosos o satisfechos con lo que han perpetrado. Esta enorme castaña germánica solamente es comparable a un episodio extralargo de
Alerta Cobra con vampiros de por medio y pretendidamente de terror (vampiros en un avión es una ocurrencia que daba para una serie B apañada pero no es el caso, me temo). Las comparaciones van en la línea de
Train to Busan, pero es que no llega ni a
30 días de oscuridad, que era mala con avaricia. Cine terrorífico, desde luego, pero en cuanto a la colección de clichés espantosos y sin gracia que nos escupen a la cara, o en cuanto a la absoluta incompetencia con la cámara de quien está tras ella; un individuo que invierte dos horas interminables en contar una completa tontada (no es que ayuden unos flashbacks que pretenden aportar trasfondo) y que además va con pretensiones sociológicas o algo, dejándonos una reflexión sobre la importancia de respetar a los niños y a la gente de otras razas… que no va a ningún lado. El manejo de los espacios y la planificación, que suelen ser la mejor baza en películas de escenario mínimo, también brillan por su ausencia, pues no llega uno a orientarse ni a hacerse la idea del entorno.
La factura técnica pobretona hasta puede obviarse si hubiera ideas o cierto riesgo. Más o menos por la mitad, la peli se convierte en un completo “sálvese quien pueda” donde no sabes qué ocurre, quién vive o muere, quién viene o va. El guionista se fue a comprar tabaco y no volvió, dejando incoherencias (un tipo quemado vivo que, en el plano siguiente, ya no lo está), desopilantes vueltas de tuerca (el osito como recurso barato de última hora)... pero cuidado, porque aunque la peli ofrece vampirismo del salvaje y monstruoso, tan reivindicado, también intenta tener corazón y nos cuenta la dramática historia de una madre soltera y chupasangres que se intenta abrir paso en la vida y sacar adelante a su hijo.
El niño ñoño acaba siendo el prota, pero tan intensos conflictos se saldan con una comedia involuntaria, y la supuesta transformación de la mamá en una bestia a medida que sucumbe a sus instintos es algo que ocurre en los minutos finales, en lugar de desarrollarse paulatinamente. Al menos en cuanto a la labor de maquillaje, la cosa no anda nada mal, todo sea dicho. Hasta el mismísimo nabo acabas de unos villanos de mierda, con un malo malosísimo jokeresco que es la puta pena y la pereza máxima (ni se molestan en aclararnos sus motivaciones, son malos y ya está).