Nueva Ola Checoslovaca

Viva la República (Karel Kachyna. 1965)
la verdad es que a nivel cinematográfico es una cinta apabullante, un espectáculo íntimo de 2 largas horas, contando la IIGM y posteriores años a través de los ojos de un niño, hay cintas que para verlas hay que entender mucho el contexto.. y nosotros no lo tenemos, toda la locura de los años 40 en el centro de Europa y las alucinaciones y el filo de la vida al descubierto para los más inocentes, las imágenes de Kachyna atrapan y lleva muy bien la belleza dentro de la tragedia...

pero luego claro, el guión es una cosa mucho más abstracta y acaba siendo una especie de sueño real alucinado, repetición de escenas inconexas, sin separación realidad-ficción, sin un plano temporal, y la enorme sensación de lo que vemos baja un poco por lo que nos cuenta; con todo, esta cinta tiene mucho cine dentro, y, aunque conocida yo creo que está algo tapada por obras más menores de la cinematografía nacional, desde luego no es un título fácil (el cine checoslovaco no suele serlo) pero aquí hay muchas claves personales-históricas para no atraer a cualquiera; aunque sólo por su dirección y ambición visual ya merece mucho la pena.

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Iluminación íntima, de Ivan Passer

La visita de un chelista y su novia a la casa de un amigo en un pueblo, con la excusa de un concierto en el que va a tocar, sirve para que les veamos conviviendo durante un corto período de tiempo con la numerosa familia del anfitrión. Passer fue un colaborador de Forman que también emigró a Hollywood, pero sin tanta suerte. Su efímera trayectoria en su país natal se reduce a esta película que nos muestra la vida sin más, cuyo argumento se reduce a una sucesión de pequeñas anécdotas protagonizadas por unos personajes muy normales pero a la vez pintorescos. A una cotidianeidad empapada de cierta maravilla, entre lo agridulce y lo cómico, con algún arranque disparatado (una invasión de gallinas, una cena en la que faltan muslos de pollo). Conocemos de cerca a unos y a otros, ya sean jóvenes o viejos, hay algo de retorno a los orígenes (la novia capitalina, un ser primitivo y más próximo a los niños, a los idiotas y a los animales). Y sin darnos cuenta, se hace evidente una sensación como de desgaste vital, de frustración y nostalgia por lo que fue, o por lo que pudo haber sido, alguna que otra perla cargada de sabiduría (“la diversión es diferente en cada sitio, pero la tristeza es igual en todas partes”).

El carácter documental de unas secuencias que destilan naturalidad, a veces sin actores profesionales, la renuncia a una trama ordenada en favor de capturar el ambiente de una fiesta, de un entierro, son rasgos muy propios de aquel cine vanguardista y que acaban componiendo un film sin duda muy especial. La música, por ejemplo, tiene su importancia para estas gentes, su función social, de ahí una interpretación deliciosamente mala de Mozart a cargo de cuatro tipos un tanto amateurs, unos toques de trompeta desde la tapia de un cementerio… la “iluminación” del título se refiere quizá a esos momentos breves de lucidez a altas horas de la noche, en compañía de amigos y con cierto grado de alcohol en vena, en las que todo es posible (huir en mitad de la oscuridad, convertir los ronquidos ajenos en una sinfonía).

Nos hablan de estrategias de evasión, de sentarse y permanecer a solas con uno mismo, sin ser molestado. De darle un poco de sentido, en fin, a lo que carece de un sentido, de un perfecto funcionamiento. Y es que la vida a veces es como un instante de espera, como un ensayo de orquesta o un brindis interrumpido, al final del cual nos espera un trago de ponche demasiado espeso.


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Yo me estoy viendo carruaje a Viena de kachyna y la verdad es que es un prodigio de plani. Tres personajes, un carromato y un bosque y no hace falta nada más.
 
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