skywalkeres
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El próximo viernes 29 de Junio se pone a la venta el primer volumen (de dos) de un libro que repasa la aclamada "Edad de Oro" de los videojuegos en España.
Estará disponible tanto en formato físico como digital, con la posibilidad de hacerse con un póster de Azpiri.
La web oficial es ésta. Y en RetroManiac han publicado una entrevista con el autor del libro, Jaume Esteve.
Sobre el Volumen 1:
Sobre el Volumen 2:
Estará disponible tanto en formato físico como digital, con la posibilidad de hacerse con un póster de Azpiri.
La web oficial es ésta. Y en RetroManiac han publicado una entrevista con el autor del libro, Jaume Esteve.
Sobre el Volumen 1:
Cuando Paco Suárez creó La Pulga en 1983, no sabía que acababa de dar forma al primer videojuego español de la historia. Cuando Charly Granados hizo lo mismo con Fred, a la vuelta de unas vacaciones de verano, no sabía que iba a acabar vendiendo se juego en Inglaterra. Ninguno de ellos sabía que aquella empresa que les publicaba los juegos, Indescomp, se iba a convertir en Amstrad España un año más tarde e iba a comenzar a facturar unas cifras mareantes.
Unos meses después de ese doble lanzamiento, nacía Dinamic en una buhardilla de una casa unifamiliar de Boadilla del Monte. La que iba a ser la principal compañía española de la Edad de Oro lanzó, sólo en ese 84, cuatro títulos. Un par de años más tarde, en 1986, habían crecido tanto que una oficina en la planta 29 de la Torre de Madrid se había convertido en su centro de operaciones. Los éxitos de Camelot Warriors, Abu Simbel Profanation o Rocky, entre otros, habían tenido gran parte de culpa por no hablar de Army Moves, juego que les abrió la puerta de Ocean.
No tan metido en el desarrollo del videojuego pero también atento a su nacimiento y su despegue, Paco Pastor vio una oportunidad de negocio a principios del 84. El mercado del videojuego en España no existía y la copia pirata estaba instaurada como una practica habitual: las tiendas hacían copias a los usuarios y se las vendían en pésimas condiciones. Pocas semanas más tarde había nacido ERBE, distribuidora cuyo único fin era hacer bien las cosas (importar producto del extranjero, venderlo con una buena presentación) y que en pocos meses se iba a convertir en la principal distribuidora de España.
Además de Dinamic y de ERBE, los responsables de Fred habían puesto en funcionamiento su propio estudio, Made in Spain, y lo hicieron con el estreno de Sir Fred, un simpático juego de plataformas que iba a demostrar lo perras que podían ser las inercias en un juego... años antes de que Jordan Mechner ideara Prince of Persia.
Hasta el último año de este tomo, 1986, las grandes compañías del videojuego español no eran otra cosa que grupos de amigos haciendo videojuegos. Ese año 86 supuso la profesionalización, la aparición de un nuevo actor -Opera Soft, formado por programadores de Indescomp entre los que se encontraba Paco Suárez- y la preparación de un marco que iba a explotar un año después gracias a una bajada de precios como no hemos vuelto a conocer en la industria del videojuego
Sobre el Volumen 2:
El 87 marcó la explosión del videojuego en nuestro país y lo hizo, en gran medida, por una bajada de precios promovida por ERBE. A principios del 87, y sin cifras oficiales que puedan corroborarlo, la piratería suponía casi el 90% de las copias que circulaban por nuestro país. Y aunque ese 10% restante permitía mantener con vida a los estudios ya citados, era imposible que estos se plantearan crecer y luchar de tú a tú con los grandes del videojuego europeo.
Llegó ERBE, bajó el precio de los juegos de las 1.800-2.100 pesetas a 875 de la noche a la mañana y se montó el belén. Dinamic comenzó a facturar números de verdad (más de cien millones de pesetas gracias a exitazos como el polémico Fernando Martín o Game Over), Opera asaltó el mercado con Livingstone, Supongo y nació un nuevo estudio, Topo Soft, bajo el paraguas de ERBE, que también quería meterse en el mundo de la producción y con el que lanzó joyas como Desperado o Mad Mix Game.
El 87 fue, además, el año de La Abadía del Crimen. Considerado el mejor juego de los 8 bits e incluso el mejor juego español de todos los tiempos, era la versión no oficial de El Nombre de la Rosa, de Umberto Eco. Juego incomprendido en su momento, supuso la obra cumbre de uno de los mejores programadores de esa generación, el tristemente desaparecido Paco Menéndez, y todavía hoy es motivo de reivindicación por parte incluso de los jugones ingleses.
Pero todo principio tiene un final, que decía el Oráculo en Matrix Revolutions. El videojuego español, que había vivido unos años de opulencia después de la bajada de precios, entró en barrena a finales de la década y principios de la siguiente y no supo adaptarse al futuro, a los malditos 16 bits que, personificados por Super Nintendo y Mega Drive, fueron un portazo en la cara para Dinamic, Topo, Opera o Made in Spain. Muchos estudios desaparecieron y otros se reinventaron, pero lo que dejaron para siempre es el legado que, por primera vez, recoge este libro. El legado de la Edad de Oro del software español.