- No sé cómo lo hizo Spacey pero si Scott pensó originariamente en Plummer no se equivocó. Brillante. Seco. Sequísimo, robótico casi. Vampírico Plummer y sin embargo, de casta le viene al galgo, la maestría de un intérprete con más de 60 años de carrera, le permite apuntar un par de momentos de ternura en ese armazón gélido de dólares capaz de acercarte al lado humano del magnate.
¿Qué hizo Spacey en este papel? Sólo podemos conjeturar y lamentar que su papel desapareciese a causa de los escándalos sobre su vida privada. Pensaba que sería un papel pequeño pero no es así. Tiene bastante presencia en pantalla. Tanta como para pensar en las piruetas que ha tenido que hacer Scott para filmarlo todo de nuevo. A riesgo de equivocarme, me da que le habríamos visto a él, a pesar de los kilos de maquillaje y a pesar de que físicamente, una vez caracterizado, era el Getty perfecto. Aquel que nunca pudo ser Plummer. Habríamos atisbado su fina ironía, su vis cómica y su sofisticación, presente incluso cuando encarna a los mayores villanos y tiene unos cuantos geniales en su filmografía. Kevin Spacey haciendo del todopoderoso Getty pero el elegante Kevin Spacey a fin de cuentas.
Con Plummer no he visto a Plummer sino a Getty. Scott renuncia al costoso maquillaje de Spacey y nos muestra al actor sin apenas retoques, más allá de los digitales en algunas secuencias en que aparece de más joven. Sin embargo y a pesar de no parecerse a Getty, Plummer no está. Se esfuma como sólo un gran actor de casi 90 años sabe hacerlo. En pantalla, nada más que el potentado, miserable, ruín, pordiosero en su riqueza. Un Mr. Scrooge, papel que Plummer ha interpretado recientemente en la todavía inédita en España "The Man who invented Christmas", que transmite miseria, a pesar de nadar en oro. Suena pretencioso pero esa es la pequeña gran diferencia.