Terminó la serie y por suerte en condiciones, siguiendo el plan que compró la HBO.
Está muy bien la tercera, un poco por debajo de la segunda, por lo que comentaba: si aquella centraba en dos-tres historias con los demás como contexto, aquí da la impresión de que de pronto quieren contarnos mucho sobre personajes que han estado en la sombra hasta ahora, mientras que otros dan vueltas sobre lo mismo (Franco) o directamente desaparecen (C.C.). Claro que precisamente por eso también funciona alguna reaparición...
Eso sí, todo el fondo simoniano, de usar sus personajes para hablar de un retrato mucho más grande (temporal y social), aquí es donde realmente echa brotes. No es difícil ver las tres temporadas como tres actos, con una presentación medio nostálgica del Deuce, la segunda con los Martino, Candy, Lori y cía ya ejerciendo en el apogeo de sus negocios (el porno, la prostitución, los bares nocturnos sin regular), y la tercera que va a saco con enfrentarlos a la caída de esos negocios y las consecuencias que les deja estar en ellos. Funciona porque Simon y Pelecanos no van de aleccionadores pero tampoco van a dejar que sus personajes se vayan de rositas sin entender qué papel están jugando. Esto se ve más claro que nunca en la escena que meten nada menos que a Andrea Dworkin a leerle la cartilla a Candy; hubiera sido demasiado fácil una victoria moral clara a alguna de las dos.
Otra cosa de ese plan es que la serie no ha querido serializarse; ha tirado de grandes saltos temporales para tener un retrato mucho más amplio y cubrir los puntos clave que le interesa, a nivel de "industria" y personal. El mundo de los pimps desaparece, dando a luz al de las chicas de compañía. El VHS mata el porno en celuloide, mueve todo el sector al otro lado del país y genera toda una generación de fans alarmantes. El SIDA entra en la serie como una tormenta negra (escalofriante la subtrama de Paul y su cierre). La sanitización de NY termina con una secuencia desoladora que habla directamente con THE WIRE, con Hamsterdam, Bunny Colvin y todo aquel discurso del crimen cíclico (de hecho la finale tiene varias referencias directas a THE WIRE).
Sin embargo, como en TREME, Simon y Pelecanos terminan con mucha morriña por sus personajes, y el final es un homenaje a ellos y a esas vidas anónimas (reales) que representan. THE DEUCE termina con un largo y sentidísimo epílogo, una idea dolorosa que viene de sus clásicos montajes de final de temporada a ritmo de una canción (aquí una hermosa grabación, en exclusiva para la serie, de un grupo mítico de la época). Yo casi lloro.
Está muy bien la tercera, un poco por debajo de la segunda, por lo que comentaba: si aquella centraba en dos-tres historias con los demás como contexto, aquí da la impresión de que de pronto quieren contarnos mucho sobre personajes que han estado en la sombra hasta ahora, mientras que otros dan vueltas sobre lo mismo (Franco) o directamente desaparecen (C.C.). Claro que precisamente por eso también funciona alguna reaparición...
Eso sí, todo el fondo simoniano, de usar sus personajes para hablar de un retrato mucho más grande (temporal y social), aquí es donde realmente echa brotes. No es difícil ver las tres temporadas como tres actos, con una presentación medio nostálgica del Deuce, la segunda con los Martino, Candy, Lori y cía ya ejerciendo en el apogeo de sus negocios (el porno, la prostitución, los bares nocturnos sin regular), y la tercera que va a saco con enfrentarlos a la caída de esos negocios y las consecuencias que les deja estar en ellos. Funciona porque Simon y Pelecanos no van de aleccionadores pero tampoco van a dejar que sus personajes se vayan de rositas sin entender qué papel están jugando. Esto se ve más claro que nunca en la escena que meten nada menos que a Andrea Dworkin a leerle la cartilla a Candy; hubiera sido demasiado fácil una victoria moral clara a alguna de las dos.
Otra cosa de ese plan es que la serie no ha querido serializarse; ha tirado de grandes saltos temporales para tener un retrato mucho más amplio y cubrir los puntos clave que le interesa, a nivel de "industria" y personal. El mundo de los pimps desaparece, dando a luz al de las chicas de compañía. El VHS mata el porno en celuloide, mueve todo el sector al otro lado del país y genera toda una generación de fans alarmantes. El SIDA entra en la serie como una tormenta negra (escalofriante la subtrama de Paul y su cierre). La sanitización de NY termina con una secuencia desoladora que habla directamente con THE WIRE, con Hamsterdam, Bunny Colvin y todo aquel discurso del crimen cíclico (de hecho la finale tiene varias referencias directas a THE WIRE).
Sin embargo, como en TREME, Simon y Pelecanos terminan con mucha morriña por sus personajes, y el final es un homenaje a ellos y a esas vidas anónimas (reales) que representan. THE DEUCE termina con un largo y sentidísimo epílogo, una idea dolorosa que viene de sus clásicos montajes de final de temporada a ritmo de una canción (aquí una hermosa grabación, en exclusiva para la serie, de un grupo mítico de la época). Yo casi lloro.
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