The Witch, opera prima de Robert Eggers

xoubara

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Tráiler con una pinta tremenda:



Enmarcada en la Nueva Inglaterra alrededor del año 1630, “The Witch” sigue a un granjero que es expulsado de su colonia de plantación y forzado a llevar a su familia a una parcela al borde de un bosque ominoso rumoreado por estar controlado por brujas. Casi inmediatamente, empiezan a suceder cosas extrañas e inquietantes -los animales se vuelven violentos, fallan los cultivos, y desaparece uno de los niños, solo para volver con la apariencia de haber sido poseído por un espíritu maligno. Aumenta la paranoia y las sospechas, y todos empiezan a señalar a la hija adolescente Thomasin. La acusan de brujería, hecho que ella niega vehemente… Pero cuando las circunstancias se vuelven cada vez más traicioneras, se pondrá a prueba la fe, la lealtad y el amor de cada miembro de la familia en modos sorprendentes e inolvidables.
 
No se estrenara hasta 2016
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“La bruja” viene acompañada de un subtítulo que dice “Un cuento folklórico de Nueva Inglaterra”. Esto es seguramente lo que mejor define el film del que estamos hablando, pues la película tiene de base leyendas, mitos, historias orales y, por encima de todo, supersticiones. Muchas supersticiones, todas ellas basadas en la inquebrantable certeza de que siendo un buen hijo de Dios y librándose de todo tipo de pecado (la lujuria, la soberbia, la ira; etc), ningún mal caerá encima de uno mismo. Es con esta idea de base que se desarrolla esta historia en la que una familia de colonos formada por William (Ralph Ineson), el padre de familia; Katherine (Kate Dickie), su esposa; Thomasin (Anya Taylor-Joy), la hija mayor; Caleb (Harvey Scrimshaw), el hijo mediano; y los gemelos Jonas (Lucas Dawson) y Mercy (Ellie Grainer), deciden iniciar una nueva y aislada vida en las afueras de un tenebroso bosque tras ser expulsados de una colonia. No tarda en acontecer una primera tragedia que trastocara a la familia, a lo que le seguirán varios incidentes macabros que terminarán con la frágil moral de la familia, quienes empezarán a señalarse entre ellos como culpables de todo lo malo que sucede, con una mirada más acusatoria hacia las mujeres.

Sin embargo, lejos de las corrientes modernas del cine de terror de convertir el monstruo en un reflejo externo de las debilidades o temores del protagonista, dejando la duda sobre si lo paranormal es real o una visión psicológica; aquí nos dejan claro que la bruja es bien real, y el director Robert Eggers lo plasma utilizando iconografía propia de ellas pero con un enfoque tan tenebroso y mal rollero que un simple vuelo en escombra se convierte en una imagen de pesadilla. Además, el director huye de golpes de efecto o de toda visceralidad y apuesta en crear una atmósfera y una tensión crecientes que te atrapan y afligen a medida que avanza la narración, de un modo parejo a lo visto en el cine de terror minimalista actual como “Babadook” (Jennifer Kent, 2014) o “It follows” (David Robert Mitchell, 2014).

Así, el director teje todo un mundo cerrado y encapsulado en la abandonada casucha en la que tiene lugar la acción, y nos hace participes de la acción con unos personajes cuya mayor defensa es rezar al señor, y un uso del inglés antiguo (mejor verla en versión original). Éstos son elementos que no hacen más que incrementar esa sensación de ser testigos de algo perteneciente a una leyenda de un tiempo y lugar lejanos, y a medida que avanza la narración nos damos cuenta de que estamos presenciando cosas que escapan a toda lógica de la realidad, hechos demasiado malditos para ser reales, pero a la vez demasiado cercanos como para negarlos. A través de sus acciones, nos presentan a la bruja que da título a la película como una criatura salida del mismísimo averno, totalmente ajena a la idea o esbozo de humanidad y con una sed de atormentar a su débiles presas por el simple placer de martirizarlas que la convierten en una de las creaciones más perturbadoras que nos ha ofrecido el séptimo arte.

A parte, la película es un auténtico portento a nivel técnico. Eggers y el director de fotografía Jarin Blaschke utilizan un look visual pictórico que acentúa la idea de estar viendo algo fuera de tiempo, dan a la imagen una tonalidad gris y desaturada que agrava la atmosfera pesadillesca de la historia, y utilizan las sombras y la oscuridad para arrollar inquietud en todo momento. “La bruja” tiene una planificación y puesta en escena muy clásicas, con un ritmo narrativo pausado para que los acontecimientos calen lo máximo posible, y el pulso narrativo mantenido por Eggers y la montadora Louise Ford es sublime, y sobrecogedor considerando que se trata de una opera prima. Igual de efectivo es el uso del audio, con multitud de pistas sonoras que suceden fuera de campo, y un uso tétrico de la música que remite a Stanley Kubrick y sus películas “2001: Una odisea del espacio” (1968) y “El resplandor” (1980). La buena mano de Eggers se alarga también hacia la dirección de actores. A parte de contar con un plantel excelentemente escogido, los dirige como un magistral veterano sacando de ellos todo tipo de emociones y reacciones, y que se suman a la sensacional atmosfera para conseguir la sensación de terror buscada. Este último aspecto toma su máxima cota en una de las secuencias más terroríficas de la película, una que deja en total y manifiesta evidencia algunas secuencias parecidas en películas tildadas de mayor envergadura. El director consigue crear terror en su esencia más pura a partir de diálogos, una milimétrica planificación y una mano con los actores que parecen, y nunca mejor dicho, pura brujería. Lo consigue sin recurrir a artificios de maquillaje, de efectos especiales, o de trucajes sonoros; lo hace todo a partir de, simplemente, unos actores entregadísimos y el talento desbordante de su director.

Lo peor que se puede decir de “La bruja” es que su condición de película artística y su aversión hacia los recursos del género de terror la puedan alejar de un público masivo, porque por todo lo demás la película no falla en ningún aspecto. Es importante hacer hincapié en la idea de que esta película se trata de una opera prima, porque el trabajo de Robert Eggers aquí alcanza unos niveles cinematográficos que pocos directores consiguen tras años realizando películas. Hemos comparado su uso del sonido con obras de Kubrick, pero en realidad se podrían crear más paralelismos en su puesta en escena, su creación de un ambiente malsano, una fotografía pictórica, o un concepto del terror que, lejos de intentar reinventarlo, es fruto de una visión única y particular de Eggers, del mismo modo que hizo Kubrick en el mencionado film protagonizado por Jack Nicholson.
 
Despues de haber leido la reseña de Xoubara, poco mas puedo añadir.

Me ha parecido una pelicula fascinante y con una tension pensadisima en cada plano.
Id a verla al cine sin duda.

Lo unico que me ha chocado un poco

No me queda muy claro si el director quiere hacer entender al espectador que hay varias brujas, como aparecen al final en el ritual, o solo hay una que esta dandole por saco a la familia.

Y otra cosa que acabo de pensar es: ¿Porque atormenta la o las bruja/s a la familia?

Por ponerme pejiguero el final me ha parecido fuera de contexto totalmente.

Me habria gustado muchisimo mas que la pelicula acabase o bien con la hija dentro de la cabaña cuando se quita el vestido y se duerme o justo en la secuencia siguiente, cuando es de noche y ella entra en el cobertizo siguiendo al carnero

Un saludo.
 
Uno que no se ha esperado, se lo dijo Black Phillip. Partiendo de materiales que sobre el papel podrían resultar ridículos Eggers pone todos los eggs propiamente dichos para ofrecer una obra que supura maldad en cada imagen casi a un nivel pictórico. Usando cierta inconografía antropomorfa que bebe de fuentes tan dispares como Disney o incluso los Monty Python, el autor hace suya la frase de Chicho que que el mayor enemigo del cine de terror son las risas, y lo barniza todo con la severidad de un Bergman o un Haneke, las únicas carcajadas que se oyen son las de los dos hermanos gemelos. Seca y rotunda como un sermón dominical con cilicio oxidado arañándote las nalgas, por no extenderme mucho ya que posiblemente nadie lea esto hasta dentro de un mes cuando se estrene: el éxito del film radica en su atmósfera enfermiza y su impresionante uso del sonido que ataca al espectador a un nivel psicológico, su nivel actoral, atención a la chiflada de Juego de Tronos haciendo una extensión de su personaje, con esa familia hablando ese inglés tan marciano del medievo, y los últimos minutos y ya clásicos por derecho propio que son puro delirio para cualquier cinéfilo que se precie de serlo.

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Llevo media hora y creo que no veía una película de género tan potente desde El Resplandor. A vuelapluma.
 
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