Harkness_666
Son cuatro
Una experiencia fílmica no apta para estómagos sensibles, capaz de llevarte más allá de la locura, hasta los últimos confines de la vergüenza ajena.
Aventurilla cósmica y familiar de chichinabo, una especie de Alicia millenial y multirracial que pretende conectar con unas nuevas generaciones ahítas de Instagram y Facebook, de estímulos visuales extremos y de frasecitas de Coelho, Bucay y compañía. No hay el menor talento en nada, no hay sentido de la aventura (pasamos de un escenario a otro, sin más), ni de la maravilla (sobredosis de digitaladas), es un espectáculo bochornoso y grotesco de principio a fin, sobre una adolescente que debe superar sus (injustificados) temores y complejos personales (a tal cosa reduce la cuestión racial que plantea, o que pretende plantear) y hallar a su jodido padre, que se convirtió en el puto Mayor Tom porque “le gustaba lo grande” (a su madre le gustaba “lo pequeño”). Lo peor, el disfraz supuestamente inclusivo, progresista, multicultural... finalmente irrelevante, de algo que en realidad es sumamente conservador, puramente estadounidense y de marcada moralina cristiana, sobre la supuesta conexión del universo con los sentimientos humanos, o cómo somos seres bondadosos de luz y la oscuridad es algo externo que saca lo peor nuestro (la violencia, el odio, etc.)... sin embargo, todos somos iguales ante los ojos de... OPRAH.
El hermano pequeño de la protagonista es, probablemente, el ser más abominable y repelente de la creación, más aún al convertirse en un señor Galindo/engendro del mal. Tenemos a tres putas mujeres cósmicas/drag-queens de Tenerife que encarnan conceptos abstractos de la existencia; son una blanca oligofrénica, una india que expende frases motivacionales y descontextualizadas de gente célebre (cual mensajitos de Whatsapp que te envía tu tía Antonia)... y nada menos que a la Winfrey interpretando a una especie de ser supremo, un papel a la medida del descomunal ego que se gasta este hipócrita y odioso personaje. Añadamos un puñado de canciones pop prefabricadas, toneladas del más infame sentimentalismo para disimular la nada, y finalmente termino con mis dos highlights favoritos del horror; el primero, Witherspoon mutando en un pokemon-lechuga voladora, así como quien no quiere la cosa, mientras surca el rostro de una Oprah gigante (psicodelida digna del peor cuelgue de ácido imaginable), el segundo, la niña convertida en una guerrera de la luz, o algo así, al igual que otras valientes personas de su planeta... como MANDELA, GANDHI... (no, no es ninguna broma, lo dicen tal cual).
Mucha de la mugre que contiene bien puede ser consustancial a un género muy dado a lo cursi y moralizante, sin embargo, más que un acierto ésto supone un mero atenuante del enorme crimen cometido por Ava DuVernay (te has lucido al meterte a dirigir semejante bodrio, amiga). Un engendro difícil de catalogar, que no gustará a espectadores moñas por ser algo demasiado raro, tampoco gustará a quienes busquen algo original o diferente... porque en el fondo es lo plano, por no decir, simple y llanamente, una reverenda mierda.
Recomendable para descubrir lo que es el dolor sin necesidad de invocar a ningún cenobita de Hellraiser.
Aventurilla cósmica y familiar de chichinabo, una especie de Alicia millenial y multirracial que pretende conectar con unas nuevas generaciones ahítas de Instagram y Facebook, de estímulos visuales extremos y de frasecitas de Coelho, Bucay y compañía. No hay el menor talento en nada, no hay sentido de la aventura (pasamos de un escenario a otro, sin más), ni de la maravilla (sobredosis de digitaladas), es un espectáculo bochornoso y grotesco de principio a fin, sobre una adolescente que debe superar sus (injustificados) temores y complejos personales (a tal cosa reduce la cuestión racial que plantea, o que pretende plantear) y hallar a su jodido padre, que se convirtió en el puto Mayor Tom porque “le gustaba lo grande” (a su madre le gustaba “lo pequeño”). Lo peor, el disfraz supuestamente inclusivo, progresista, multicultural... finalmente irrelevante, de algo que en realidad es sumamente conservador, puramente estadounidense y de marcada moralina cristiana, sobre la supuesta conexión del universo con los sentimientos humanos, o cómo somos seres bondadosos de luz y la oscuridad es algo externo que saca lo peor nuestro (la violencia, el odio, etc.)... sin embargo, todos somos iguales ante los ojos de... OPRAH.
El hermano pequeño de la protagonista es, probablemente, el ser más abominable y repelente de la creación, más aún al convertirse en un señor Galindo/engendro del mal. Tenemos a tres putas mujeres cósmicas/drag-queens de Tenerife que encarnan conceptos abstractos de la existencia; son una blanca oligofrénica, una india que expende frases motivacionales y descontextualizadas de gente célebre (cual mensajitos de Whatsapp que te envía tu tía Antonia)... y nada menos que a la Winfrey interpretando a una especie de ser supremo, un papel a la medida del descomunal ego que se gasta este hipócrita y odioso personaje. Añadamos un puñado de canciones pop prefabricadas, toneladas del más infame sentimentalismo para disimular la nada, y finalmente termino con mis dos highlights favoritos del horror; el primero, Witherspoon mutando en un pokemon-lechuga voladora, así como quien no quiere la cosa, mientras surca el rostro de una Oprah gigante (psicodelida digna del peor cuelgue de ácido imaginable), el segundo, la niña convertida en una guerrera de la luz, o algo así, al igual que otras valientes personas de su planeta... como MANDELA, GANDHI... (no, no es ninguna broma, lo dicen tal cual).
Mucha de la mugre que contiene bien puede ser consustancial a un género muy dado a lo cursi y moralizante, sin embargo, más que un acierto ésto supone un mero atenuante del enorme crimen cometido por Ava DuVernay (te has lucido al meterte a dirigir semejante bodrio, amiga). Un engendro difícil de catalogar, que no gustará a espectadores moñas por ser algo demasiado raro, tampoco gustará a quienes busquen algo original o diferente... porque en el fondo es lo plano, por no decir, simple y llanamente, una reverenda mierda.
Recomendable para descubrir lo que es el dolor sin necesidad de invocar a ningún cenobita de Hellraiser.